El Chapulín se puso colorado

El Chapulín se puso colorado

El pueblo ya tiene quien lo defienda. La oposición perdió una oportunidad al desnudar un pacto innecesario con el peronismo. Por dos cargos cedió un sillón que debería ser para quienes tienen la obligación de controlar al poder. Manzur ante la posibilidad de empezar a respirar

¡Oh! ¿Y ahora, quién podrá defenderme? El Chapulín Colorado hace más gorda la nostalgia, pero en Tucumán los legisladores han decidido que el Chipote Chillón lo maneje Fernando Juri Debo. Por las dudas alguien no cuente con su astucia lo secundan la radical Lía López y la amayista Ana Kermes. El peronismo y gran parte de la oposición –el bancario Eduardo Bourlé no viaja en este colectivo- han hecho un pacto para que al pueblo tucumano lo defienda este trío.

Fue un triunfo del peronismo y una derrota de la oposición. Los radicales divididos, los peronistas disidentes y el PRO perdieron una gran oportunidad. La Defensoría del Pueblo figura en la Constitución entre los organismos de control y, por lo tanto, el sillón principal debería ser ocupado por un opositor. Eso hubiera ayudado a la transparencia de la gestión. Los peronistas, aún con dudas, quisieron mostrarse unidos con Juan Manzur, quien más de una vez se empanzó con los pescados que le regaló Juri Debo. Los radicales se inclinaban por Lía López. Una vez más, el fervor partidista dejaba afuera la posibilidad de que un independiente pudiera llegar al cargo. Inducidos por esa vergüenza es que se valoraron los antecedentes de Adolfo Yanicelli Iriarte y fue ternado. Los tres llegaron al recinto. Sin embargo, a la hora de votar los radicales avalaron a Juri Debo o con el voto o absteniéndose (José María Canelada, Adela Estofán de Terraf y Eudoro Aráoz), actitud que compartieron los macristas Alberto Colombres Garmendia y Luis Brodersen. No eligieron al independiente como sí lo hizo Bourlé. La tibieza de la abstención dejó en claro la división radical ya que este grupo de la UCR y los del PRO proponían en su terna a Damián Paz, Carlos Saltor y a la mismísima Lía López, a la que no votaron. La oposición después de esta sesión quedó al descubierto negociando un ombudsman por dos cargos y entró en un toma y daca que el discurso de los nuevos tiempos propone jubilar.

Manzur, de apellido
El defensor del Pueblo no llega cómodo a su despacho. Se sentará a controlar la gestión administrativa como el ombudsman del gobernador. Será Juri Debo de Manzur ya que desde el primer momento fue el hombre que el primer mandatario recomendaba. En sus comienzos, el ex defensor del Pueblo Hugo Cabral había encontrado la palabra justa: “soy un crítico colaborador”. Fue una genialidad del ombudsman para soportar los embates opositores en tiempos donde sólo se hacía lo que quería y decidía José Alperovich. Algo así balbuceó Juri Debo cuando resaltó: “vamos a ser críticos del gobierno… mi presidente es Macri, mi gobernador Manzur y mi intendente (Germán) Alfaro”. En sus primeras palabras desnudó el pacto con el peronismo disidente para elegir la estructura que se completó con Ana Kermes como adjunta. Los demás intendentes de la provincia todavía se preguntan por qué Juri Debo hizo esas desafortunadas declaraciones que desnudan, precisamente, la necesidad de que los organismos de contralor sean ocupados por la oposición.

No hay rosca de Pascua
Después del escándalo de la valija que llevaba plata de los legisladores y que crecía a medida que se acercaban las elecciones y no las necesidades del pueblo, la Cámara viene tratando de ordenarse y de emprolijar su funcionamiento. La insistencia y la pelea de los opositores por conseguir el sillón del ombudsman hubiera tenido más cabida. Sin embargo, el oficialismo dijo somos mayoría y proponemos a Juri Debo, luego el vicepresidente segundo de la Cámara, el radical Ariel García, propuso a su correligionaria Lía López y el peronismo disidente aprovechó la oportunidad para conseguir el sillón de defensora adjunta dos. No hubo un estudio de currículums ni de perfomances de los 82 postulantes. La rosca política pudo más que los principios.

Pregunta sin respuesta
En el Poder Judicial finalmente “Pirincho” lo hizo. El ministro fiscal ha conseguido lo que venía siendo un imposible: la unión y el consenso de los vocales de la Corte. Ha tirado tanto del mantel Edmundo Jiménez que ahora todos los vocales miran críticamente su continuidad en el cargo. La decisión del fiscal Washington Navarro Dávila de pedir los teléfonos para investigar a los vocales no ha sido vista como un trabajo independiente sino como una jugada más del jefe de los fiscales. Navarro Dávila no sólo ha quedado parado como un fiscal de la servilleta pirinchista sino que también ha sido puesto en tela de juicio su desempeño.

Cuando Navarro Dávila pidió los teléfonos para investigar a los vocales de la Corte lo hizo a partir de una declaración que había hecho el ex fiscal Guillermo Herrera. “En la causa ‘Delgado’ un alto funcionario público del Poder Judicial me pidió que tuerza la pesquisa porque él tenía un comprador que estaba dispuesto a pagar $ 40 millones por las dos hectáreas en juego. Fue un vocal de la Corte, que no es ni la vocal mujer ni el presidente. La propuesta me llegó por medio de un tercero”. En los pasillos de Tribunales muchos consideran correcta la decisión de investigar ante semejantes declaraciones, lo que no terminan de entender es por qué antes de avanzar no fue citado Herrera para ratificar esos dichos. Otra incógnita que señalan como un grave error de Navarro Dávila es por qué una vez que decidió pedir los teléfonos para escudriñar en la gestión de los vocales, no eximió a Antonio Gandur, presidente de la Corte y a Claudia Sbdar, la vocal mujer, ya que ambos no están incluidos en la denuncia de Herrera. También es un secreto a voces que el que habría hablado con Herrera sería un chofer.

La relación entre Jiménez y Gandur ya no tiene tregua. Según los políticos que suelen hablar con “Pirincho”, éste no está dispuesto a dar un paso al costado. Y, en todo caso, si llegara a hacerlo antes intentará que también salga del ring Gandur. El Presidente de la Corte ha respondido cada uno de los mandobles que ha recibido. Da la sensación de esas peleas imposibles que se veían en el siglo pasado en Rocky I, II, III, IV… Se pegan, se pegan y siguen pegándose. Los últimos puñetazos ya han sido muy duros porque se está hablando de delitos. La intervención y acción de Jiménez en determinadas causas son investigadas como supuestos delitos y esta última acción de Navarro Dávila también es con ese sentido. La pregunta que no tiene respuesta es por qué el presidente de la Corte nunca ha avanzado con un juicio político. Siempre ha estado a la defensiva. En estos últimos días existe una intentona por parte del Colegio de Abogados que la próxima semana llegaría a la Legislatura para plantear la destitución de Jiménez. Para los legisladores no va a ser lo mismo un juicio político planteado por quien tiene intereses y siempre ha señalado su oposición a que Jiménez esté en el cargo, que si el pedido de juicio político lo hubiese realizado el mismísimo presidente de la Corte. Gandur ha elegido la pelea cuerpo a cuerpo y no ponerse por encima de las circunstancias.

En la Legislatura la comisión de Juicio Político no parece preparada para afrontar semejante acusación. Zacarías Khoder no es el más experto para manejar un proceso de esa magnitud. El legislador ha llegado a presidente de la Comisión de Juicio Político tras un descarte hecho por Juan Manzur y Osvaldo Jaldo al comienzo de la gestión.

Arquitecto en problemas
Juan Manzur no logra sacar el título de arquitecto de su propio destino. Cada proyecto se derrumba, pero persevera en volver a empezar. Armó toda su estrategia política con cimientos en la Casa Rosada porque había especulado con que el presidente sería Daniel Scioli. Todo se le derrumbó. Volvió a empezar y se olvidó de Tucumán cuando se ilusionó que podía ser el futuro presidente del PJ y por lo tanto un fuerte referente nacional. Rápido se dio cuenta de que se trataba de una misión imposible y tuvo que “resetearse”. De la misma manera cuando empezaba a respirar tranquilo por el sobreseimiento por sus denuncias de enriquecimiento apareció la taquicardia del plan Qunita donde además sus colegas sospechados no son nenes de pecho. En esta semana el electrocardiograma del mandatario no es el de una persona normal sino el de un joven que serpentea en una montaña rusa. Manzur ha declarado al comienzo de la semana su gran preocupación porque no está seguro de cumplir con las promesas de pago a estatales. La herencia que le dejó José Alperovich parece que ya se está evaporando. La caja fuerte es verdaderamente débil. No tiene fondos para estar tranquilo el gobernador. Por eso después de la reunión con el presidente de la Nación y con el ministro del Interior Rogelio Frigerio recuperó oxígeno. Desde el lado político, Manzur recibió el mensaje de que el interlocutor ante la Nación es él. Eso le ha devuelto la sonrisa. Por el lado económico la devolución de los fondos prometidos por la Nación le aseguran que podrá cumplir con la paz social. Falta que se aprueben las leyes que el macrismo necesita para calmar a los buitres.

Si eso ocurre el gobernador podrá acceder a préstamos y podrá conseguir el título de arquitecto para iniciar –por fin- un plan de gobierno. Para ello ya tiene dos operadores que lo esperan con todo listo para conseguir varios miles de millones en entidades bancarias. Esta semana que ya se despidió anduvieron por Buenos Aires gestionando ese dinero para que en el caso de que todo sea como dicen, Tucumán tenga velozmente los fondos y no haya atrasos salariales. En el entorno manzurista les preocupa la inacción del senador José Alperovich que no termina de definir su rol de operador. Hay quienes le bisbisean al oído del gobernador que a los “sijosesistas” les conviene que le vaya mal y por lo tanto José pueda volver. Ese fantasma ronda en la Casa de Gobierno y en la Legislatura y obliga a que tanto el primer mandatario como Osvaldo Jaldo lo espanten cuanto antes. El rol de operador nacional de Alperovich se diluye en la medida en que Manzur fortalece su relación con el macrismo. Ni uno ni el otro son santos de la devoción del PRO, pero uno tiene el poder en sus manos en estos tiempos.

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