Una de cal y cien de arena
 la gaceta / foto de franco vera la gaceta / foto de franco vera
“Esta es la ciudad de la doble fila”, sentenció un turista porteño en enero, cuando se le preguntó qué opinaba de la capital tucumana.

Y no estaba equivocado el visitante, respecto de algo que ya sabemos todos los tucumanos, víctimas y padecientes del tránsito de esta ciudad.

De hecho, la doble fila representa la segunda infracción en el ránking de transgresiones vehiculares, según la Dirección de Tránsito de la capital. La primera es el estacionamiento en zonas prohibidas (paradas de colectivos y taxis, cocheras, rampas para discapacitados, ochavas, sendas peatonales, entre otras). La tercera falta más cometida es violar la luz roja; la cuarta, hablar por celular mientras se maneja y la quinta, estacionar sobre la vereda. Esto último es un desastre, por ejemplo, en los alrededores de los estadios de Atlético Tucumán cuando hay partido, donde los autos ocupan las veredas con total impunidad, o de San Martín, donde en algunas cuadras estacionan sobre ambos lados de la calle o sobre la platabanda de la avenida que le dicen Roca pero se llama Kirchner, que se convierte en una enorme playa de estacionamiento.

Tolerancia cero

Por esto no puede menos que celebrarse el operativo que lanzó la Municipalidad de implementar “tolerancia cero” para el estacionamiento en doble fila. Otro tema es que el operativo se cumpla o se sostenga en el tiempo, en una provincia donde somos honoris causa en anunciar medidas y obras que nunca se realizan o mantienen.

El intendente Germán Alfaro afirmó que se trata de una primera medida para agilizar el tránsito, en un año en que se realizarán el Congreso Eucarístico y varias otras actividades con frondosa visita foránea, a propósito de los festejos del Bicentenario de la Independencia.

No informó el intendente cuáles serán las próximas medidas, y por eso nos cabe una cuota de escepticismo, ya que el caos del tránsito es un problema mucho más complejo, que involucra a un enorme abanico de temas. Calles angostas, pocas avenidas, transporte público escaso y deficiente, niveles bajísimos de educación vial, falta y falla en los controles o aglomeración de oficinas públicas en el microcentro, sólo por mencionar algunos.

En una ciudad donde, además, la prioridad absoluta la tienen los vehículos a motor por sobre los peatones o ciclistas.

El tema de la doble o triple fila, por ejemplo, no responde sólo a un problema de educación, negligencia, comodidad o egoísmo de los conductores, sino que también refleja otra falencia de la ciudad: los espacios para estacionar son escasos en relación al enorme parque automotor que circula cada día por el micro y macro centro.

¿Orden o recaudación?

El Bicentenario podría ser buen pretexto para que Alfaro encare acciones más trascendentales que aumentar el cobro de multas, que por otra parte soslaya una intención paralela, como es la recaudatoria.

Incrementar el número de cuadras peatonales en el centro y en otras zonas populosas de la ciudad, por ejemplo, es una medida harto recomendada por cada estudio urbanístico que se realizó. Implementar ciclovías es otra de las medidas aconsejadas en reiteradas oportunidades, por expertos propios y ajenos. Y aquí surge otro problema. Habilitar ciclovías reduciría aún más los espacios para estacionar, como ocurrió en Buenos Aires.

Es por eso que los planes urbanísticos son diseños integrales, no medidas aisladas. Todo está relacionado con todo y en una ciudad como Tucumán, cuyo diseño urbano y calidad de vida vienen deteriorándose año tras año, estas consecuencias están aún más vinculadas.

Tendrá mucho que ver en lo que se haga o se deje de hacer el gobernador Juan Manzur, por el contexto del Bicentenario, pero sobre todo porque está en juego el desarrollo urbano de la cabecera de la provincia y del norte argentino. Y porque más allá de la distribución administrativa, la ciudad es una sola cosa, un ente vivo que involucra a siete municipios y a diez comunas.

En el Gran Tucumán, que representa el 10% del territorio, vive casi el 80% de la población provincial, además de recibir a miles de personas por día, provenientes del interior o de otras provincias.

Una larga agenda de problemas

Multar a los conductores que estacionan en doble fila es un buen primer paso, pero parece demasiado cortito para una ciudad con uno de los mayores caos en el tránsito del país y que acusa más de 40 problemas estructurales urgentes, según el último Estudio de Diagnóstico del Área Metropolitana de Tucumán (Edamet), a saber: hay 230 villas de emergencia en el Gran Tucumán; expansión urbana sin previsiones de suelo para espacios públicos de calidad y de equipamientos (ausencia de centralidad); delimitación de los términos de administración local disfuncionales; contaminación hídrica superficial y subterránea; desconexión viaria perimetral en el área metropolitana; fuerte centralización de la oferta de bienes y servicios en el municipio capital; disfuncionalidad de los viarios troncales; inundación y anegamiento de áreas urbanas; contaminación atmosférica; vulnerabilidad ambiental de los asentamientos informales, gestión urbana descoordinada e ineficiente; débil accionar estatal en la planificación económica urbana; debilidad de la institución municipal; excesiva centralización de poder político en la provincia; inseguridad vial y baja calidad de información de tránsito en los accesos al área metropolitana; contaminación y degradación de cauces y canales por efluentes urbanos e industriales; situación crítica de la calidad constructiva de las viviendas; desigual e ineficiente accesibilidad a los servicios sanitarios básicos; pérdida de calidad paisajística; estado deficiente de ríos y arroyos, por degradación de las riberas; transporte público metropolitano sin concertación; vinculación tecnológica no articulada entre las universidades y el sistema productivo local; ocupación urbana con promociones del Estado en suelos no aptos para urbanizar.

Además de una larga lista de “problemas emergentes”, que son los nuevos inconvenientes generados a causa de los “urgentes” que no se solucionan, como por ejemplo más basurales, más accidentes, aumento de la inseguridad o desigualdad de derechos de los vecinos según el lugar de residencia.

Es decir, una de cal y cien de arena, o como repitió el ex gobernador durante 12 años: “falta mucho por hacer”.

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