Armó una mini “compu” que acerca libros a los ciegos

Armó una mini “compu” que acerca libros a los ciegos

Gustavo Enrique Jiménez combinó lo que tenía y diseñó un aparato que “lee” textos y los transforma en archivos de audio. Lo presentó en Tecnópolis.

 -Gentileza Gustavo Jimenez. -Gentileza Gustavo Jimenez.
28 Febrero 2016

Dice que no es investigador; tampoco cree haber innovado demasiado. Se reconoce, en cambio, ututo, lo que entre tucumanos significa curioso + inquieto + algunos otros rasgos parecidos. Y ese ser ututo (“jugar, crear, pero que sirva para algo”, define también) lo ha llevado a que el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación haya seleccionado sus proyectos ¡siete veces! en el concurso del programa INNovar. “Soy un presentador serial”, reflexiona divertido.

Gustavo Enrique Jiménez tiene 41 años y es salteño. Es también técnico electrónico y aunque no llegó a recibirse estudió Ingeniería en la UNT. Es personal de apoyo del CONICET y se dedica al mantenimiento del instrumental del Instituto de Investigación en Luz, Ambiente y Visión, del Laboratorio de Luminotecnia de la Facultad de Ciencias Exactas (FACET).

Esta vez su proyecto participó en la categoría de tecnología para discapacidad: un “convertidor” de textos escritos en digitales, mediante una cámara y un escáner, y luego en archivos de audio. Lo presentó en Tecnnóplolis.

Es que además de ututo es un artículo “extraño” en el mercado tecnológico: “hay pocos electrónicos -destaca-; muchas veces en el laboratorio hacen falta equipos para ciertas tareas que son caros o no se consiguen... entonces busco cómo desarrollarlos. Por suerte, la directora del Laboratorio, la doctora Elisa Colombo, nunca me negó el tiempo para estas ‘aventuras’”.

Bueno, bonito y barato

Así nació su séptimo hijo tecnológico: “compré una minicomputadora llamada Raspberry Pi, lanzada en el Reino Unido en 2012: es muy barata (35 dólares), y tiene el tamaño de una tarjeta de crédito y sistema operativo (SO) Linux, o sea, abierto”, cuenta apasionado. Lo bueno es que casi el 100% del SO está adaptado a este formato, lo que permitió aprovechar dos de los programas: uno de reconocimiento óptico de caracteres y otro que transforma texto en audio. “Agregué una cámara también muy chiquita (1/3 de una tarjeta de crédito), pero muy buena y diseñé con una impresora 3D un soporte para instalar la cámara y la computadora: se saca la foto, la lee el escáner, la transforma en texto y luego en archivo de audio”, añade.

No hace falta monitor, y parlantes y teclado son baratos. El costo total (pero total) no debería superar los $5000. Y con eso, los ciegos tiene acceso a cualquier libro de cualquier biblioteca. “Hay un problema -reconoce-, pero es fácil de solucionar: el tiempo de escáner”. El prototipo que diseñó tarda 10 minutos en leer una página de un libro (1/4 de hoja A4).

“Pero ya encontramos la solución. Ahora necesitamos estudiantes de grado que se apasionen por proyectos así, para poder perfeccionar el prototipo”, se permitió soñar...

Los otros tucumanos

También fueron reconocidos: un monitor de nivel del ruido que activa una advertencia visible, de la ingeniera biomédica Lucila Figueroa Gallo; un sistema que permite al usuario de la web calificar una actividad educativa y almacenarla en un servidor, de los alumnos en Ingeniería en Computación Gabriel Sleiman, Daniel Cohen, Gabriel Bazán y Luis Matías Scida, y golosinas con semillas de soja y amaranto de los ingenieros Hugo Genta, Silvina Sollazzi Cisint y Nilda Álvarez. 

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