Falta de higiene en los locales de gastronomía

Falta de higiene en los locales de gastronomía

Una característica, por demás deplorable, de los restaurantes, bares, boliches y establecimientos similares de nuestra ciudad, es el obstinado incumplimiento de las archiconocidas normas de higiene que rigen para sus instalaciones sanitarias. Esto, en la gran mayoría de los casos, porque podrían contarse con los dedos las excepciones a esa regla.

Sabemos que, en estos últimos años y a consecuencia de las epidemias, se fijaron algunas obligaciones novedosas en el rubro, como la de dotar a los baños de jabón líquido, de alcohol en gel y de toallas de papel. Es muy raro que tales disposiciones se cumplan. Pero el problema va mucho más allá.

En efecto, reciben el injusto nombre de “instalaciones sanitarias”, cubículos que constituyen, precisamente, la negación de lo sanitario. Espacios de enorme estrechez, sin ventilación, cubiertos de suciedad, con líquidos sobre el piso, en ocasiones sin luz y con derruidos artefactos de defectuoso funcionamiento, puertas que no cierran y un largo etcétera, constituyen verdaderos focos de antihigiene. Focos que nunca pueden admitirse, y mucho menos en épocas de riesgo sanitario como la que atravesamos.

No deja de llamar la atención, que estas instalaciones en pésimo estado, no solamente existan en negocios más o menos precarios, sino también en establecimientos de categoría, cuyos altos precios para la clientela harían suponer que cuidan con esmero el estado de sus baños.

No es necesario decir que, en todos los casos, estamos hablando de negocios frecuentados por gran cantidad de público. Lo que haría mucho más necesario, si cabe, que esas instalaciones se mantengan en buen estado, y que se higienicen varias veces por día.

No es la primera vez que nos referimos a tan deprimente cuadro, sin que se perciba, con alguna notoriedad al menos, el deseable cambio. Es indudable que mucho tiene que ver con semejante realidad, la ligereza con que se realizan las inspecciones que los organismos municipales respectivos tienen obligación de practicar periódicamente.

Suena a ironía ver adherida, a la pared de algunos establecimientos, una pequeña planilla con sellos, donde figuran las fechas de inspección y la firma del inspector. Uno no puede menos que conjeturar que la tal inspección no se realizó efectivamente nunca, o que el funcionario, por alguna razón, optó por no cumplir con la obligación del caso. Porque, de otra manera, hubiera debido clausurar el local hasta que el dueño ponga sus sanitarios en condiciones, además de aplicarle la multa respectiva por el incumplimiento.

Sabemos que, lamentablemente, el cuidado celoso de la higiene dista de ser una característica de nuestro San Miguel de Tucumán. Así lo comprueban los basurales y otras expresiones más que notorias de nuestro descuido. La experiencia ha verificado hasta el cansancio, que situaciones de esta índole pueden llegar a corregirse por completo, si la autoridad ejerce realmente esa tarea de control que le adjudican las ordenanzas y reglamentaciones.

Así, pensamos que una tesitura de rigor y de inflexibilidad, puede modificar de raíz el cuadro que delineamos. La reciente entrada en funciones de una nueva administración municipal, parece inmejorable ocasión para iniciar el tan necesario cambio en este particular aspecto.

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