“Comprendimos que nuestro universo no es el lugar inmutable que imaginaron los griegos”

“Comprendimos que nuestro universo no es el lugar inmutable que imaginaron los griegos”

Oscar Reula, físico e investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de Córdoba, afirma que la constatación de la existencia de las ondas que Albert Einstein predijo hace un siglo abre un nuevo capítulo en la historia de la física y de la astronomía porque permitirá “ver” fenómenos que sólo pueden ser detectados por la radiación gravitatoria. El aporte argentino.

DESDE WASHINGTON. Una simulación computarizada muestra el Sol, la Tierra y la curvatura espacio- tiempo. reuters DESDE WASHINGTON. Una simulación computarizada muestra el Sol, la Tierra y la curvatura espacio- tiempo. reuters
13 Febrero 2016
“Hemos confirmado que un fenómeno desde hace mucho tiempo predicho por la teoría de Einstein de la relatividad general y estudiado en detalle con la ayuda de supercomputadoras realmente existía y era en detalle tal como se había estudiado. Pero en el futuro esperamos encontrar otros fenómenos que ni siquiera hemos soñado y que solo pueden ser “vistos” por medio de la radiación gravitatoria”, le dice a LA GACETA el doctor Oscar Reula, director del Centro de Computación de Alto Desempeño de la Universidad Nacional de Córdoba. Reula comparte el entusiasmo que ha despertado en toda la comunidad científica internacional la información sobre la detección de ondas gravitacionales y el descubrimiento de los agujeros negros por parte de 1.000 científicos de 16 países nucleados en el llamado “Proyecto LIGO”.

- ¿Por qué se abre un nuevo capítulo en la física y la astronomía?

- Hasta ahora la astronomía se basaba casi por completo en observaciones de la radiación electromagnética en distintas partes del espectro de la misma, comenzando con el espectro visible por el cual vemos el universo con nuestros propios ojos o a través de placas fotográficas cuando usamos los grandes telescopios, pero no es la única parte del espectro utilizada. Desde hace décadas tenemos antenas de radio que tienen varios kilómetros de extensión, y satélites que miden en el ultravioleta. Más cerca en el tiempo observamos los rayos X y Gamma, también parte del espectro electromagnético. Cada uno de estos canales de espectro nos ha permitido hacer grandes descubrimientos, insospechados fenómenos hasta que los vimos. Paulatinamente hemos entendido la vastedad de nuestro universo y sobre todo hemos comprendido que no es el lugar inmutable que imaginaban los griegos sino la arena de violentos cataclismos, explosiones fabulosas, fuerzas fabulosas. Las nuevas antenas detectarán ondas gravitacionales: estas son otro tipo de ondas distintas a las electromagnéticas y se generan en situaciones muy distintas, básicamente cuando grandes masas se muevan con grandes aceleraciones, o en ausencia de estas, el mismo espacio tiempo se mueve, como es el caso de esta primera detección. El fenómeno que se ha descubierto corresponde a uno imaginado y estudiado teóricamente durante años por medio de simulaciones numéricas muy precisas. Dos agujeros negros rotando sobre sí mismos que finalmente chocan formando uno más grande. Un verdadero cataclismo que envió al espacio la energía equivalente a la que producen en el mismo lapso de tiempo (milisegundos) todas las estrellas del universo en forma conjunta. Pero esa radiación no salió en forma de luz u otro tipo de ondas electromagnéticas sino en forma de ondas gravitacionales. De hecho ningún observatorio tradicional detectó este choque increíble.

- ¿ Cómo podrá impactar este hallazgo en la tecnología, en la vida cotidiana, en el universo de las comunicaciones?

- Es muy pronto para saber cómo van a impactar las nuevas tecnologías desarrolladas en este experimento en el mundo cotidiano. Pero estos mega-experimentos, en los que debemos incluir los grandes aceleradores de partículas, se llevan a cabo no porque generen nuevo conocimiento básico sino porque al tener tantas exigencias tecnológicas generan nuevas demandas que a su vez hacen que se creen nuevas empresas de tecnología para satisfacerlas. De todo eso queda un conocimiento práctico / tecnológico que paulatinamente ingresa al mercado de los bienes cotidianos. Pero eso lleva un tiempo.

- ¿Cómo estamos en Argentina en este campo de la investigación?

- La Argentina no participó en la construcción de equipamiento. Hace un par de años fue invitada a instalar una antena en nuestro territorio pero era una inversión muy grande de dinero, unos 200 millones de dólares en obra civil que no redundaría en la generación de ninguna nueva tecnología. Sí han habido colaboraciones en lo que es llamado el LIGO Scientific Collaboration (Colaboración Científica LIGO), un grupo de aproximadamente un millar de científicos que colaboran en aspectos de la construcción de los instrumentos y cálculos para procesar los datos que genera el instrumento. Miembros del sistema científico argentino han formado parte del mismo.

- ¿ Por qué piensa usted que se pudo esta vez concretar el hallazgo?

- Si bien LIGO lleva ya muchos años funcionando, no es un instrumento terminado ni mucho menos. Todos los años se agregan mejoras que incrementan su poder. Este año que terminó se pudo llegar a una sensibilidad unas tres veces mayor de la que tenía, para ello estuvo parado varios años y se rehizo casi completamente. Fue en la primera serie de mediciones con el nuevo instrumento donde se detectó este evento. También hubo un poco de suerte, pues nos encontramos con un evento que se supone que es raro, o sea que ocurre pocas veces por año o por décadas y que es más fuerte que los que se esperan ver más a menudo. Este evento se hubiese podido incluso ver con el instrumento de la generación anterior, también con un poco de suerte.

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