Pensador más que poeta

Pensador más que poeta

Una crítica de Avellaneda a Echeverría

ESTEBAN ECHEVERRÍA. Un retrato al daguerrotipo del autor de “La cautiva”. la gaceta / archivo ESTEBAN ECHEVERRÍA. Un retrato al daguerrotipo del autor de “La cautiva”. la gaceta / archivo
El tucumano Nicolás Avellaneda (1836-1884), en los breves ratos libres de su carrera pública, fue uno de los fundadores de nuestra crítica literaria. En 1881, dedicó un breve texto a Esteban Echeverría (1805-1851), comparando su poesía con la de sus sucesores Gutiérrez y Andrade. Adjudicaba al autor de “La Cautiva” un “gran talento poético”; el de alguien que “anima, crea y posee la facultad inventiva de poder producir ideas en presencia de cualquier objeto”.

“Siente la naturaleza, no tanto en sus aspectos exteriores como en sus relaciones con el espíritu. De ahí la novedad de ‘La cautiva’ y de las poesías de esa época, que se hallan impregnadas de su genio inspirador”. Presenta “la naturaleza argentina, no precisamente vista sino sentida en cuadros que van del interior al exterior”.

Pero Avellaneda formulaba una salvedad. A su criterio, “el talento de Echeverría es estético, no oratorio. Su poesía es íntimamente bella, como un alma que se recoge a pensar”, en una operación donde ni ”los ruidos subidos de la tierra, ni las armonías que bajan de las esferas alcancen a turbar”.

Tiene “el sentimiento íntimo, la percepción poderosa, la idea variada y profunda, pero le faltan las dotes de la manifestación exterior. Su producción es angustiosa. Le cuesta arrancar la voz del pecho. Gobierna mal la palabra y sufre el embarazo del metro y de la rima”.

Así, su “Cautiva” está “escrita en el octosílabo de callejuela, no por simplicidad, sino por esterilidad de expresión. Echeverría es, siempre, un pensador más que un poeta”, concluye.

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