Atentados con pedradas contra los automotores

Atentados con pedradas contra los automotores

Hace muy pocos días, informamos que un ómnibus de la empresa que cubre el trayecto de San Miguel de Tucumán a los Valles, recibió una pedrada arrojada por alguien, cuando circulaba por la autopista. El correspondiente impacto destrozó el cristal de una de las ventanillas, felizmente sin que nadie resultara herido. No se sabe si el atentado tendría el propósito de que el automotor frenara, y proceder entonces a atracar a los pasajeros. Esto porque, muy atinadamente, el conductor optó por no detenerse y continuar la marcha hasta Famaillá, donde se trasladó el pasaje a un nuevo vehículo. Hasta hace relativamente poco tiempo, que un vehículo fuera apedreado resultaba una rareza. ya no ocurre así, lamentablemente.

No es la primera vez, ni mucho menos que informamos sobre recientes episodios de esta índole. Casos semejantes se han registrado, por ejemplo, en puntos de intenso tránsito automotor, como Alfredo Guzmán y Lavalle, o Ejército del Norte y México. No se sabe que los representantes de la ley hayan podido identificar y detener a los responsables. No es necesario dedicar demasiados renglones a ponderar lo grave que resulta que este tipo de atentados llegue a generalizarse, incorporándose a las múltiples expresiones del delito que, en la actualidad, inquietan muy justificadamente a todos los sectores del vecindario de Tucumán, en la ciudad tanto como en los restantes municipios y comunas de nuestro mapa. Nadie puede dudar sobre la necesidad de una actuación enérgica y constante de la Policía, para impedir el accionar de tales vándalos que, como decimos, suelen utilizar el vandalismo para facilitar el asalto.

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Acerca de la autopista, otras veces hemos subrayado que se trata de un trayecto en extremo solitario y despoblado, y que esa condición hace evidente la necesidad de una presencia policial que trascienda lo esporádico. Hablamos de personal que permanezca apostado en diferentes tramos, y que además se efectúen, tanto de día como de noche, patrullajes de ida y vuelta a lo largo de esa carretera. Es una presencia que resulta imprescindible, tanto para prevenir la comisión de delitos, como para prestar el debido auxilio a los usuarios de la ruta, en los casos de accidentes. Pero, al mismo tiempo, se requiere adoptar una política bien diseñada, metódica y sobre todo sostenida, de intervención municipal, tanto en la autopista como en las otras zonas donde se registran delitos contra los conductores y pasajeros.

Es evidente que la peligrosidad de tales puntos podría aminorarse sustancialmente, hasta desaparecer, con ciertas tareas de mejoramiento y de higiene. Acciones que, por ejemplo, iluminen esos ámbitos, hagan desaparecer los matorrales, los basurales, los animales sueltos, las jaurías de perros que atacan a los motociclistas, para solo algunos ejemplos enumerados al azar. Queremos decir, sustancialmente, que tales puntos no pueden seguir funcionando como zonas abandonadas. Porque es en las zonas abandonadas donde cualquier acción delictiva resulta posible de ser ejecutada con impunidad. Parece urgente plantear, así, como tema prioritario de resorte municipal, una tarea concreta que tendría gran eficacia para mejorar la vida de quienes allí habitan. Ello a la vez que apuntalar esa tarea policial de vigilancia que, por cierto, resulta simultáneamente imprescindible.

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