La capital tucumana es más un lugar de paso que un destino para los turistas

La capital tucumana es más un lugar de paso que un destino para los turistas

Son muchos los visitantes que solo recorren el centro de la ciudad si tienen que hacer tiempo para tomar el colectivo, el tren o seguir de viaje en auto.

HACIENDO TIEMPO. Tres amigas porteñas cuentan a LA GACETA que están esperando la hora de tomar el micro.  HACIENDO TIEMPO. Tres amigas porteñas cuentan a LA GACETA que están esperando la hora de tomar el micro.
09 Febrero 2016

En nuestra ciudad hay lugares majestuosos para visitar como El Cadillal, San Javier, Horco Molle o Villa Nougués, ideales para pasar el día y escapar de las altas temperaturas tucumanas. Sin embargo, la mayoría de los turistas consultados por LA GACETA, desconocen estos destinos. La mayoría tiene asociado Tucumán con los Valles y eligen ese destino dejando la ciudad y sus alrededores solo de paso.

Unos dicen que nada más conocen la Casa Histórica. Otros cuentan que no tienen tiempo, ya que solo vienen de pasada en sus viajes de ida o de vuelta a los Valles Calchaquíes, a Bolivia o a Perú. Es decir, que la ciudad es el punto donde llegar o desde donde partir, en colectivo, en tren o en su auto.

A pesar del poco tiempo que están en la capital tucumana, algunos turistas hicieron observaciones críticas respecto del estado de la ciudad. Los más severos, no dudaron en reprobar la limpieza de los accesos y la falta de control de las infracciones viales que se cometen en las rutas o en las calles.

Un grupo de catamarqueños, que llegó el fin de semana tuvo un tiempo antes de partir hacia los Valles para salir del hotel y recorrer el centro. “Almorzamos en una peña, y vamos directamente a Tafí del Valle. La ciudad es muy calurosa, y como buscamos un clima agradable, los valles son ideales”, dijo Guillermo Bórquez, un tucumano que vive en La Rioja, junto con los catamarqueños (compañeros de trabajo), a los que convenció de que conozcan nuestra provincia.



Historia y cultura

Manuel Pérez Vizán salió el ocho de enero de Buenos Aires. Recorrió el norte de nuestro país y llegó hasta Bolivia. De regreso, recaló en Tucumán el sábado. Sentado en un banco en la plaza Independencia se dedicó a tocar la guitarra. Consultado por LA GACETA, opinó: “siempre escuché comentarios como que en la ciudad ‘no hay nada para hacer’, y me encontré con una cuestión cultural e histórica muy rica e interesante. Eso sí, no salí del centro”, contó.

El joven había visitado la Catedral, la iglesia de La Merced y el Museo Nicolás Avellaneda. “Mi familia está construyendo una casa en El Mollar desde hace cuatro años, pero esta es la primera vez que recorro la ciudad”, contó.

En otro sector de la plaza, un grupo de chicas de la ciudad de Buenos Aires, jugaba a las cartas para hacer tiempo hasta la hora que saliera su micro. Ya regresaban a su casa luego de haber dado la clásica vuelta al Norte. Compararon Salta con Tucumán. “En la capital salteña el turismo está manejado muy bien, pero hay demasiada gente y no conseguimos hospedaje. Tucumán es más tranquilo en ese sentido”, comentó Daniela Mazziotti. Su amiga, Fiamma Vindigni, dijo que sí escucharon sobre San Javier y Yerba Buena, pero que no tenían tiempo para ir a visitar esos lugares, ya que su colectivo salía pocas horas más tarde.

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Los accesos a la ciudad

Además del desconocimiento sobre los valores históricos y culturales que tiene San Miguel de Tucumán -que no en vano fue denominada Ciudad Histórica-, muchos turistas escapan de los aspectos menos agradables de nuestra ciudad, como por ejemplo, la basura y el mal estado de las calles.

Alina Sat y Enrique Soler son dos mendocinos que vinieron a Tucumán la semana pasada. Alina es ingeniera industrial y se va instalar en la provincia para hacer una especialización en la Facultad de Ciencias Exactas. Entraron a la ciudad por la ruta 157 pero su impresión no fuer de las más positivas. “La basura y las calles en mal estado nos dejaron asombrados”, observó la joven. La pareja dijo que no podía creer que ese fuera un acceso a la capital. “No puede ser la entrada real a ninguna ciudad”, sostuvo la joven de 24 años.

Soler, que es ingeniero civil denunció que a la vera de la ruta, por Jujuy al 4.000, hay animales sueltos o atados pastando en la zona del camino, además de caballos, chanchos y vacas deambulando solos o en grupo. Un caso en particular impactó al joven: el de un hombre que le daba de comer a una decena de vacas al lado de la ruta. “Los tucumanos tienen muy asimilada la infracción a la ley. Si ven un animal atado, saben que pueden circular. Pero lo peligroso es que un turista no sabe que está atado, y frena bruscamente, como me pasó a mí”, sentenció Soler, que se desempeña como supervisor vial en la localidad mendocina de San Rafael. “Es una amenaza mortal. Además da mal aspecto a la ciudad”, concluyó.

Al joven ingeniero le sorprendió la indiferencia de los policías para alertar o para sancionar a los infractores viales. “Muchísima gente que circula en moto, no se pone el casco. Lo llevan en el codo, como ese hombre”, dijo mientras señalaba una moto que circulaba al frente de la Casa de Gobierno. “Hay policías en las esquinas que no les dicen nada. Es increíble. Conozco mucho el país y creo que solo en Tucumán ocurre esto”, relató con indignación.

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