Las noches de alcoholismo juvenil en Tafí del Valle

Las noches de alcoholismo juvenil en Tafí del Valle

Días atrás, publicamos el editorial “Desenfreno en una villa veraniega”, referido a deplorables sucesos juveniles que acaecen a diario en el paraje serrano de El Mollar. En la edición del miércoles último, una carta de lector extendió aquellos reparos al municipio de Tafí del Valle. Sus apreciaciones merecen tenerse en cuenta.

El lector afirma que Tafí del Valle también es foco de desbordes de los jóvenes. Asegura que, los fines de semana, copan la calle que va desde la estación de servicios hasta el Club de Veraneantes, y a lo largo de ella establecen verdaderos “bares móviles” en sus autos. En ellos, se irradia música a todo volumen, mientras se expende todo tipo de bebidas alcohólicas.

Asegura que a nadie que circule por dicha calle, “se le habrá escapado la lamentable imagen de adolescentes arrastrándose en manifiesto estado de ebriedad; ni tampoco lo difícil que resulta sortear en vehículo esa marea de menores que deambula, baila y consume bebidas alcohólicas sin ningún tipo de control”. La carta termina expresando que estos hechos, claramente tipificados como contravenciones, autorizan a la Policía a detener a los infractores menores y entregarlos a sus padres previo sumario. Piensa que esos progenitores despreocupados, cuando tengan que ir a la comisaría a la madrugada para retirar a hijos o hijas menores alcoholizados, acaso empiecen a prestar mayor atención a su comportamiento y a calibrar los sitios que frecuentan.

Las apreciaciones del lector son por cierto muy graves. Están marcando la urgente necesidad de que las autoridades competentes intervengan para corregir, sin pérdida de tiempo, el panorama que delinea, y que parece similar al que se deplora en El Mollar.

Resulta sobreabundante decir que Tafí del Valle, por las características de su paisaje, de su clima y sus posibilidades de diversión, es la localidad veraniega más importante de la provincia. Cualquiera puede comprobar que, durante los meses de enero y febrero, se colma de público, tanto de veraneantes con casas o alojados en hoteles, como de tucumanos y forasteros que llegan por el día. Las elevadas temperaturas, obviamente, han potenciado ese fenómeno.

Pero, precisamente, tal superpoblación durante estos meses, torna indispensable un control de los desbordes juveniles que sea mucho más acentuado que el habitual. En el centro de la villa, es verdad que circulan numerosos uniformados de la Policía, e incluso la repartición tiene estacionado un gran vehículo en la avenida principal.

Claro que de poco sirve el despliegue, si no se percibe un accionar concreto de esa autoridad, para contener los crecientes desenfrenos juveniles. Que son totalmente previsibles en una villa dotada de numerosos boliches bailables, y colmada por una juventud que -como lo dice el lector- obtiene alcohol en esos “bares móviles” tranquilamente instalados en automotores.

Nos parece que semejante panorama debe suscitar un operativo que termine con tan inquietante desmadre. Debe quedar claro que en Tafí del Valle se cumplen las reglamentaciones sobre la venta de alcohol a menores y sobre el orden en la vía pública. No puede permitirse que un paraje veraniego tan significativo se convierta en un sitio peligroso, donde cualquier conducta sea posible y donde la Policía mire al costado.

Al mismo tiempo, es oportuno subrayar que la presencia de uniformados no debe limitarse al centro de la villa, sino extenderse también a los otros barrios de la misma, a través de constantes patrullajes. Bien sabemos que los robos y asaltos ya no son una novedad en Tafí del Valle.

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