La imagen de Hillary Clinton está muy ligada al pasado

La imagen de Hillary Clinton está muy ligada al pasado

Ella debería haber aplastado a su rival en Iowa, pero no fue así

ALIVIADA. Hillary superó a Sander por decimales el lunes pasado. reuters ALIVIADA. Hillary superó a Sander por decimales el lunes pasado. reuters
06 Febrero 2016

Frank Bruni - The New York Times

Ya entrada la noche del lunes, conforme al conteo de votos aún inconcluso que sugería la victoria por muy poco para Hillary Clinton, ella se acercó a un micrófono, reveló una sonrisa de triunfo digna del Oscar y les dijo a sus seguidores que estaba “dejando salir un gran suspiro de alivio”. No era así. No es así. Y ella definitivamente no lo debería estar haciendo.

Eso no se debe a que lo ocurrido en Iowa -casi un empate entre ella y Bernie Sanders- afloja considerablemente su control sobre la nominación presidencial de los demócratas. Iowa era mejor terreno para Sanders que buena parte de lo que tiene por delante, y la dinámica que hizo de ella una fuerte favorita para convertirse en la nominada antes de las delegaciones partidistas o caucuses del estado aún la hace una fuerte favorita.

Sin embargo, Iowa demostró, incluso de nuevo, lo defectuosa y opacada que es como candidata. Y del lado republicano, las delegaciones partidistas auguraron la posibilidad de un retiro de la locura del partido y el ascenso de un adversario, Marco Rubio, quien podría darle problemas a ella en una contienda directa en una elección general.

Ella debería haber aplastado a Sanders. Sí, él comunica autenticidad a un electorado famélico por ésta y le ha dado una potente voz a la angustia económica de los estadounidenses. Sin embargo, poco en su carrera del Senado sugiere que él sería capaz de convertir esa oratoria en remedio.

Él no es para nada una fuente de carisma político. Es un hombre de 74 años de edad, autoproclamado socialista, que hasta hace poco aún se lo conocía mínimamente fuera de Vermont.

El presidente Barack Obama prefiere claramente a Clinton. Además, en un sondeo de demócratas que se presentaron para las delegaciones de Iowa, más de la mitad dijo que quería a alguien que continuara la agenda de Obama -que es la promesa precisa que Clinton ha estado haciendo en las últimas semanas- en tanto alrededor de solo un tercio respondió que prefería a alguien más liberal.

Incluso así, todo parece indicar que Clinton superó a Sanders por decimales. ¿Cómo explicarlo?

Quizá con la perogrullada más fuerte de la política: Las elecciones son sobre el futuro y hay mucho en Clinton que grita pasado.

Un mitin de ella al que asistí en Iowa la semana pasada efectivamente empezó con un rollo de puntos destacables de Clinton a través del tiempo, incluyendo abundantes filmaciones de los años 90.

Imágenes del pasado

Entiendo por qué. La retrospectiva puso de relieve su extraordinaria experiencia. Sin embargo, nada en su discurso posterior miraba adelante tan conmovedoramente como esas imágenes miraban hacia atrás.

Ella está enfatizando siempre lo que ha soportado y lo que ha sobrevivido.

“Yo he vivido bastante tiempo”, dijo en Des Moines hace una semana, respondiendo -pero, no realmente- a la pregunta de un joven elector sobre la falta de entusiasmo hacia ella. “Me arrojan todas estas cosas, y yo sigo de pie”.

Bill Clinton bien pudiera ganarse aplausos, pero cada vez que él hace campaña por ella, es una promesa implícita de visitar de nuevo el ayer, no de trazar el mañana. En este punto los Clinton son realeza, y la realeza se sienta a distancia de todo lo demás.

Ella tiene un hábito, ya sea abordando a un grupo grande o uno pequeño, de irse tan profundamente por las ramas de un tema que no impresiona tanto a quienes la escuchan sino que más bien los agota.

Hay que reconocerle que ella se ha educado más a fondo que otros políticos. Sin embargo, de alguna forma, no ha aprendido a mostrar esa erudición con ligereza.

Los republicanos

Los demócratas han estado alentados durante meses por la absurdidad que Donald Trump le infundió a las primarias de los republicanos y por la perspectiva de que él o Ted Cruz sean el candidato del partido. Sin embargo, su resultado de segundo lugar pudiera ser su ocaso, y el tercer lugar en que terminó Rubio apoya con fuerza el escenario de que él es el indicado.

Él representa una mayor amenaza para Clinton. Él entiende que ella, como Jeb Bush, es una pareja incómoda para el humor nacional, y él intentaría aprovecharse de eso. Él se apoya con fuerza sobre su juventud. Habla sobre una nueva generación.

Clinton necesita persuadir a los votantes de que con lo mucho que la han visto, ella aún puede conducirlos a un lugar que ellos aún no han visto.

Ella no ha tenido éxito, y trabaja duro desde Iowa, de manera muy similar a como lo hizo hace ocho años: con más que probar que saborear.

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