“La verdadera educación requiere capacidad de escucha y paciencia”

“La verdadera educación requiere capacidad de escucha y paciencia”

El presidente de la comisión de Educación del Episcopado destacó la necesidad de que los docentes transmitan un mensaje de trascendencia

MIRADA ESPIRITUAL. Monseñor Eduardo Eliseo Martín, presidente de la comisión de Educación del Episcopado. conclusion.com.ar MIRADA ESPIRITUAL. Monseñor Eduardo Eliseo Martín, presidente de la comisión de Educación del Episcopado. conclusion.com.ar
06 Febrero 2016
Convocados a abrir un abanico de propuestas educativas que caminen la senda de la libertad pero de la mano del otro, ofreciendo como educadores el gozo del tesoro de la fe, directores de colegios católicos del país sesionaron hasta ayer en el 53° Curso de Rectores del Consejo Superior de Educación Católica (Consudec).

El encuentro, que se llevó a cabo entre el martes y ayer, en instalaciones de la Unsta y en el Teatro Mercedes Sosa, partió del lema: “Independencia y libertad: cómo responder al deseo”.

“Más allá de las cuestiones técnicas, este congreso fue un llamado al docente católico a transmitir el mensaje de Jesús, en su originalidad y su riqueza”, destacó monseñor Eduardo Eliseo Martín, arzobispo de Rosario y presidente de la comisión de Educación del Episcopado argentino, y especificó a qué se refiere el concepto deseo en la convocatoria. “Lo que la Iglesia puede aportar a la comunidad a través de la educación es la apertura de niños y jóvenes a algo comúnmente bloqueado en los tiempos que vivimos, y es el deseo de infinito”, dijo, y recordó que el papa Francisco insiste en que la crisis más grave de la educación es la ausencia de la trascendencia.

“Los hombres no somos solamente seres bio-psico-sociales -insistió-. La pregunta por el sentido de la existencia está presente en cada uno de nosotros, y ese es el valor agregado que podemos darle a la educación: abrir las puertas -ojo, desde la razón, no porque sí- al misterio y a la realidad de lo sagrado”.

Formación docente

Monseñor Martín hizo hincapié en la función que tienen los adultos en el acto educativo.

“El docente tiene que transmitir en el aula aquello que quiere vivir; y eso que quiere vivir es el modelo de vida que propone Jesús. Si no, no sirve. Y los chicos ‘nos junan’ en el acto si predicamos lo que no vivimos”, reconoció entre risas.

“En ese punto -añadió-, lo primero es cumplir el mandamiento del amor: los chicos en el aula deben sentir, por sobre todo, que son queridos por ellos mismos, no por que son buenos alumnos, no causan ‘problemas’ o tienen una cualidad que nos gusta. Es cumplir el primer mandamiento, el del amor”, señaló y destacó que ese es uno de los ejes de la inclusión. “Por eso la verdadera educación requiere capacidad de escucha (de preguntas y de silencios) y mucha paciencia -añadió-. Y por eso mismo es tan difícil de evaluar: se puede evaluar contenidos; pero no el efecto que tiene una acción verdaderamente educativa”.

Otros temas de debate

Además de desarrollos técnicos tan amplios como análisis de contenidos en matemáticas, el impacto de las TIC en la adquisición de procesos intelectuales, literatura e identidad nacional, relaciones de las instituciones educativas con el fisco o modelos de microemprendimientos, se abordaron cuestiones de fondo, como la libertad de enseñanza en la política educativa argentina, y los desafíos de la educación católica para el Bicentenario.

Esta última conferencia -que fue la que clausuró ayer el encuentro- estuvo a cargo del arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, quien destacó que la responsabilidad del maestros católicos es dar testimonio. “¿Los educadores tenemos que hacer una autocrítica. ¿Estamos siendo fieles a nuestros fundamentos?”, preguntó y resaltó que las instituciones -y sus miembros- deben tener claro y poner en práctica su identidad cristiana. Planteó, asimismo, la necesidad de formular una política educativa eclesial de corto, medio y largo plazo.

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