Un ministerio más cercano al productor

Un ministerio más cercano al productor

La situación del campo tucumano vino transitando por muchas incertidumbres hasta el 10 de diciembre pasado, cuando asumieron las nuevas autoridades nacionales y marcaron un nuevo rumbo para las actividades agropecuarias del país.

En nuestra provincia, hasta esa fecha, la incertidumbre se daba en aquellas actividades en las que las inclemencias climáticas golpearon en las últimas campañas, en aquellas en que los precios de los productos no acompañan a la creciente inflación y en aquellas donde los costos laborales y de insumos generaron que los gastos de producción sean cada vez más altos, pero también en los bajos precios que se venían dando en el principal producto tucumano, el azúcar.

Sin duda que la producción de granos, la horticultura, la cañera y la tabacalera son las más afectadas, por lo que son las que necesitan ciertos cambios en la política agropecuaria, que permitan encontrar alicientes que mejoren esta situación aumentando la renta y, a la vez, encontrar herramientas que fomenten la inversión en el campo.

El año pasado, antes de la asunción de las nuevas autoridades nacionales y provinciales, el malhumor del campo se sentía de manera permanente en todos los sectores, y hasta se tuvo que presenciar la aparición de tractores y maquinarias en el principal paseo provincial que obstaculizaron, durante muchos días, los accesos a la plaza Independencia y a la Casa de Gobierno.

Las nuevas caras que asumieron, sobre todo en el ámbito nacional, dieron esperanzas y lograron que en la conciencia del hombre de campo apareciera la palabra previsibilidad.

Se abrió el diálogo

En Tucumán, actualmente, tenemos un Gobierno que seguramente quiere diferenciarse del gobierno anterior, y que buscará, de alguna manera, satisfacer las actuales necesidades de los hombres de campo tucumanos para beneficiar a la producción y, por ende, a las arcas del Estado. Ya se vieron los acercamientos entre la actual conducción de producción con el campo, cumpliendo algunas promesas de campaña, pero lo más importante es la actitud de diálogo que antes poco o nada había.

Los pedidos y las necesidades de cumplir lo prometido, como mejorar o realizar nuevas obras de infraestructura rural y su mantenimiento, disminuir la presión impositiva exorbitante y mejorar la falta de fomento a la inversión a través de una ley de promoción que permita dar las herramientas para que los empresarios inviertan con ciertas ventajas, deben ser una prioridad para el gabinete provincial.

Actividades en juego

A nivel nacional, por suerte, tienen en cuenta los desastres que se hicieron en el gobierno kirchnerista con el negocio y la producción de trigo, con el comercio del maíz -que estuvo totalmente intervenido- y con las retenciones que afectaban a la rentabilidad de todos los granos, principalmente a la soja.

Por suerte, estos temas fueron analizados por las autoridades y comenzaron a tomar decisiones para fomentar nuevamente la actividad agropecuaria. En el caso de las Economías Regionales, la toma de decisiones debe continuar para que las asimetrías con la región núcleo vayan desapareciendo, ya que Tucumán y el NOA son distintas a las producciones de otras regiones del país y deben ser tratadas de manera diferencial.

Los dirigentes agropecuarios tucumanos y de la región necesitan que las políticas sean estudiadas desde fuera del ámbito de la Pampa Húmeda, y que se tomen estas actividades como una verdadera economía regional, ya que producir en nuestra zona es más complicado y la comercialización de productos atraviesa por inconvenientes que los productores de la zona núcleo no poseen, que es el gran costo de flete que tienen.

Hoy, las autoridades del Ministerio de Agroindustria de la Nación así lo analizan y están tomando ciertas decisiones como la realizada ayer en Tucumán con el anuncio del presidente, Mauricio Macri, del aumento del corte de etanol en las naftas beneficiando a la actividad azucarera nacional.

Es necesario que las nuevas autoridades productivas avancen hacia un cambio de paradigma, en el cual no sólo importe el volumen productivo de nuestro país, sino también cuántos son los productores que lo hacen realidad, pero, por sobre todo, que lo que se produzca no solo sea materia prima sino que pueda dársele un valor agregado, fomentando una agroindustria acorde a nuestras necesidades.

Es de creer que los que conducen al país y la provincia van entendiendo que los productores agropecuarios conforman un infinito panorama de realidades de escala productiva, tecnología que aplican y formas de comercializar, por lo que su visión -al tomar decisiones importantes para el sector- deben ir más allá de ver lo que padecemos a corto plazo y actuar para el mediano y largo plazo.

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