Música y letras

Música y letras

García Lorca y Leonard Cohen, García Márquez y Miguel Abuelo, Stephen King y los Ramones, Pablo Ramos y Los Tipitos, Charlie Parker y Cortázar. Estos son algunas duplas en las que se registra la influencia de ciertos textos en la composición de canciones o, a la inversa, de música que se nutrió de obras literarias

07 Febrero 2016
Por Hernán Carbonel - Para LA GACETA - SALTO (Pcia. de Buenos Aires)

Pablo Ramos, el padre y Los Tipitos

De Hamlet hacia acá, es incontable la cantidad de cuentos y novelas que toman al padre -y a la muerte del padre- como protagonista. Carta al padre, de Kafka, La invención de la soledad, de Paul Auster o El africano, de Jean-Marie Le Clézio. La hora sin sombra y los Cuentos de los años felices, de Osvaldo Soriano, Nadar de noche, de Juan Forn, No oyes ladrar los perros, de Rulfo, y El padre y otros relatos de Antonio Dal Masetto. Los ejemplos huelgan.

Pablo Ramos lo hizo en La ley de la ferocidad. Y lo escribió con las tripas, con brutalidad, buceando en los abismos de sí mismo, como quien se venga de sus propias aberraciones.

Los Tipitos le dedicaron una canción (homónima) en su último disco, de 2013, donde adaptan y homenajean a esa novela necesaria a modo de paráfrasis: “El cadáver de mi padre duro en una mesa / Él y la muerte que luce son igual a mí / La fianza de una herida que nunca nos deja / Y un rencor heredándome”.

Leonard Cohen, el Príncipe de Asturias y García Lorca

Dijo Leonard Cohen al recibir el premio Príncipe de Asturias: “puedo decir que cuando era joven y buscaba una voz en mí, estudiaba a los poetas ingleses y conocía bien su obra, y copiaba sus estilos, pero no encontraba mi voz: cuando por fin leí, aunque en una traducción, las obras de Federico García Lorca, fue cuando comprendí que había una voz”.

En la excelente biografía que Sylvie Simmons escribió del poeta, novelista, cantante y compositor canadiense se refiere varias veces al gran poeta español. Pero la admiración no es sólo literaria. De hecho, la primera hija de Cohen se llama Lorca.

Leonard Cohen adaptó los versos de “Pequeño vals vienés”, del autor de Romancero gitano, en Take this walts. Uno, comienza:

En Viena hay diez muchachas,

un hombro donde solloza la muerte

y un bosque de palomas disecadas.

Hay un fragmento de la mañana

en el museo de la escarcha.

Hay un salón con mil ventanas.

¡Ay, ay, ay, ay!

Toma este vals con la boca cerrada.



Syd Barret, el LSD y James Joyce

Cantante, guitarrista y compositor durante los tres primeros años de Pink Floyd (en la etapa de los singles, del primer disco -The piper at the gates of dawn- y sólo la última canción, “Jugband Blues”, del segundo álbum -A saucerful of secrets-), Syd Barret hizo el gran viaje de su vida con el LSD como combustible. Por eso no duró demasiado en la carretera y terminó sus días encerrado en su casa paterna, sumido en el más absoluto anonimato.

De todos modos lo intentó, y en un estado al borde de lo psiquiátrico editó tres discos solistas entre fines de los 60 y principios de los 70: The Madcap Laughs, Barrett y Opel (una recopilación de out-takes). En el primero de estos tres discos, musicalizó el poema “Golden hair” de James Joyce:


Asomarse a la ventana,

cabellos dorados,

te escucho cantar

en el aire de la medianoche.


Mi libro está cerrado,

no he leído más,

Observando la danza del fuego

en el suelo.


He dejado mi libro,

He dejado mi habitación

Porque te escuché cantar

a través de la oscuridad


Cantaba y cantaba

un aire alegre,

Asomarse a la ventana,

cabellos de oro.


Syd Barret murió el 7 de julio de 2006, a los 60 años.



Melingo, Drácula y Jack el destripador

Daniel Melingo le escribió dos tangos a dos asesinos inolvidables, hombres gustosos de la sangre caliente (el uno ficticio, el otro real, aunque de identidad desconocida). Ambos están en el disco Ufa.

El primero de los protagonistas es Drácula. La canción se llama “El Tango del vampiro”, y está inspirado, obviamente, en el personaje de la famosa novela de Bram Stoker. Melingo trabaja la letra con una finísima ironía, que tiene su cumbre cuando recita: “pero carajo, pero carajo, quién trajo el ajo, quién trajo el ajo”.

El otro es Jack the ripper, asesino de prostitutas del west-end londinense. Un tipo al que le cargaron siete cadáveres, aunque es posible que fueran algunos más; que pudo haber sido médico, carnicero o parte de la nobleza; que se burló soberanamente de Scotland Yard, y sobre el cual se escribieron muchos libros. El estribillo dice:


Soy fino, pulcro, bien ordenado

visto de oscuro y salgo los martes

sólo Picasso me ha interpretado

yo a las mujeres las quiero en partes.



Autos y piojos en la torre de Babel

No son pocas las grandes bandas de rock argentinas que han dedicado canciones a ilustres escritores argentinos.

Los Cadillacs le cantaron a Sabato en el disco Fabulosos Calavera (“La casa estaba llena de secretos y el incendio parecía extraño / como aquel crimen de los atrapados en el ascensor sin resolverse”) y Los Piojos hicieron lo propio con el gran crítico del medio pelo argentino en “San Jauretche”, canción con la que cierra el disco Verde paisaje del infierno.

Los que ampliaron el panorama fueron los Hijos de babel, una banda de rock y pop porteña. En 2013 editaron Otros mundos, un disco con diez canciones inspiradas en diez cuentos de escritores argentinos contemporáneos vivos: Pedro Mairal, Hernán Casciari, Pablo Ramos, Fabián Casas, Reynaldo Sietecase, Guillermo Saccomanno, Juan Forn, Alejandro Dolina, Mempo Giardinelli, Abelardo Castillo. Incluso pueden encontrarse las voces de esos escritores dentro del disco.


Stephen King, un gato muerto y los Ramones

Un libro. Una canción. Una película.

Cementerio de animales, de Stephen King, se publicó en 1983. Según él mismo, la novela está inspirada en el cuento “La pata de mono” de W.W. Jacobs. El talismán que cobra caros los deseos. Impresionante relato. “Un viento helado entró por la escalera, y un largo y desconsolado alarido de su mujer le dio valor para correr hacia ella y luego hasta el portón. El camino estaba desierto y tranquilo”. 

La película es de unos años después, 1989, y se trasladó a una saga fílmica que no tuvo el mismo resultado que el film inicial.  Lo que sí resultó fue la canción de los Ramones, homónima al libro y a la película. Está en Brain Drain, undécimo álbum de una de las bandas padres del punk, del mismo año. 1989. 


Miguel Abuelo, García Márquez y la familia Buendía

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota...”.

Sería vicio decir que así empieza Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. 

Suena a tomado con fórceps, pero algo en común tienen, respecto del saludo que recibe a una nueva jornada, el Premio Nobel colombiano y el vocalista y compositor de Los Abuelos de la Nada.

Miguel Abuelo escribió un largo poema que, luego acotado, se volvió letra de canción de uno de sus discos solistas: “Buen día, día”.


Buen día, día. Día, buen día.

Buen día, perro, mujer buen día.

Árbol buen día, señor buen día.

Buen día, hijo, hermano buen día.

Buen día, día. Día, buen día.

Soy todos tus olvidos

y de todos tus olvidos

aparece mi alimento.


El origen mismo de la banda tiene que ver con la literatura. Lo contó el mismo Miguel: “Ben Molar me preguntó: ‘¿Y vos que hacés, tenés un grupo?’. (...) Entonces le dije ‘Sí, tengo un grupo’. El tipo se alarmó porque fui demasiado rápido. Me dijo: ‘¿Y cómo se llama?’. Mi computadora, que caminaba muy rápido, sondeó el fondo de mi alma y encontró una frase del gran Leopoldo Marechal. (...) Esa frase del libro El banquete de Severo Arcángelo decía: ‘Padre de los piojos, abuelos de la nada’”.


Cortázar y Parker, hermanos de jazz

Ningún cruce más paradigmático entre música y letras que el “In memorian Ch. P.” de Cortázar en El perseguidor. 

Editado originalmente en el libro Las armas secretas, este homenaje al inmenso Charlie Parker daba cuenta del gusto de Julio Cortázar por el jazz y confirmaba la inmersión del autor en el género que fue la banda de sonido de Rayuela.

Lo dice el Parker de Cortázar: “esta canción ya la toqué mañana”.

© LA GACETA


Hernán Carbonel - Periodista, escritor y conductor radial.

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