Murgas y comparsas anticipan el carnaval

Hay música y baile. Eso atrae muchas miradas en el microcentro. Brian Acevedo, de 16 años, se sacude y -así- mueve desde los pies hasta su melena. “Todos los años hay carnaval. Y eso representamos en este momento, con nuestros movimientos, con nuestro ritmo, transmitimos alegría. Nos divertimos nosotros y el público. ¿Por qué no estaríamos en una comparsa?”, comenta el sonriente joven de la batucada “La 22” de El Manantial, que con su grupo anticipa la temporada de baile. A unos pasos, María Luisa, de seis años, no para de zapatear el nuevo piso de la peatonal Mendoza. “Le encanta bailar en público”, dice su madre, María Cativa. Tanto ritmo, tanto entusiasmo, tiene un sólo responsable: el carnaval anima las comparsas y batucadas tucumanas, que se afilan y preparan sus presentaciones con el único objetivo de hacer pasar un buen momento.

“En las vacaciones los chicos de los barrios y del interior de Tucumán no tienen actividades para realizar o -por ejemplo- no pueden ir a colonias de vacaciones. Partiendo desde ahí, hay personas que trabajan en lo comunitario y permiten que se hagan estas actividades para que todos las disfruten. Y lo que tiene la murga, que la hace tan atrayente, es que reúne distintas expresiones artísticas, como baile, acrobacias, música y hasta costura (fabrican sus propios trajes). Y todo esto no se ve en las comparsas uruguayas o brasileñas. Acá se fusionaron”, comenta Damián Osorio, profesor de música del Centro de Día San Genaro. En esa institución también dirige una murga de la que participan unos 30 chicos. Osorio, que es músico percusionista, nació en Uruguay y su familia siempre estuvo vinculada a las murgas.

“Los chicos asumen una responsabilidad al ser parte de una murga. Entienden que tienen que estar atentos y -a la vez- es una oportunidad para que sean protagonistas. Se divierten, se muestran, disfrutan de ellos mismos, conocen amigos o a una futura pareja. La murga es una herramienta de transformación social”, sostiene Osorio. Sin embargo, desliza una crítica: “en Tucumán no hay continuidad. En Uruguay o Brasil las actividades de las comparsas empiezan en septiembre y terminan en marzo. Acá, lamentablemente, se cuenta con menos tiempo y no se pueden hacer cosas mas elaboradas”.

Para entender qué vamos a ver durante este carnaval, el docente explica qué diferencias hay entre corso, murga y comparsa. “Un corso es donde se organiza la actividad, como sucede en Aguilares o Famaillá, por ejemplo. La murga es una expresión que nació en España, más precisamente en Cádiz, y que luego se instaló en Uruguay. Los uruguayos se apropiaron de la murga, a la que le incorporaron la crítica y la lucha contra los poderes políticos. Así se convirtió en una expresión crítica. Su ritmo, por lo general, se basa en marcha camión, candombeado, entre otros. Mientras que la comparsa es un género brasileño, y sus ritmos (son más rápidos que los de la murga) y formas de baile son diferentes”, describe. Por último resalta que hasta el vestuario es distinto: “las murgas presentan grandes vestuarios, con mucha tela. En las comparsas es más común ver a las mujeres con bikinis bordadas”.

Por su parte, Francisco Amable Díaz, organizador de “La alegría del Carnaval en Tucumán”, una fiesta que reúne más de 80 agrupaciones, cuenta que año a año el vestuario se renueva: “van innovando sus atuendos en cada presentación anual. Eso es una muestra del esfuerzo en el que está involucrada toda la familia. El año pasado un traje costaba desde $ 500. Actualmente está cerca de los $ 1.500. De todas formas, el carnaval transforma todo en alegría”.