Liberación

Liberación

Por Marcelo Barrionuevo.

24 Enero 2016
Cristo anuncia la liberación de los pobres, los cautivos y los ciegos, carencias que engloban todas las necesidades humanas, corporales y espirituales. Ella abarca la totalidad de las ataduras humanas, en especial la del pecado. No existe fundamento bíblico que lleve a confundir la salvación cristiana con las propuestas de signo político, con los programas económicos o de promoción social y cultural, aunque éstas no sean ignoradas. Este pasaje evangélico marca la justa medida de la actitud del cristiano frente a los hombres, la sociedad y el mundo: hay que atender y cuidar al hombre integro, en su dimensión espiritual y corporal.

La misión de la Iglesia es de naturaleza eminentemente espiritual, aunque a lo largo de su historia ha creado y promovido innumerables organismos de ayuda de todo signo. Los primeros cristianos manifestaron su amor a todos atendiendo a las necesidades materiales de todos sin olvidar las del alma. Nadie como la Iglesia ha cuidado del hombre a lo largo de su historia, y lo hizo creando escuelas y hospitales, universidades y leprosarios, evangelizando zonas inhóspitas como los grandes centros de poder. Hemos de ser sensibles a estas necesidades. “No puede un cristiano conformarse con un trabajo que le permita ganar lo suficiente para vivir él y los suyos: su grandeza de corazón le impulsará a arrimar el hombro para sostener a los demás, por un motivo de caridad, y por un motivo de justicia” (S. Josemaría Escrivá).

En esto, nosotros los argentinos hemos de hacer un serio examen de conciencia, ya que los argentinos tenemos fuertes reacciones de solidaridad pero no obstante no hemos logrado una promoción integral del hombre argentino en su totalidad territorial; la deuda social es también deuda cultural, educativa, de valores ciudadanos que contribuyan a una compromiso serio de crecimiento. Nuestra tierra es el mejor lugar que Dios nos ha dado a cada uno de los que vivimos aquí, pero hemos de reaccionar en la búsqueda de una Nación que se haga Patria en homenaje a los que nos precedieron.

El jubileo de la Misericordia, el Congreso Eucarístico y el Bicentenario deben ser una motivación de querer realizar grandes obras en beneficio de la totalidad humana y cristiana de nuestro país.

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