Suben al ring sólo para la foto

Suben al ring sólo para la foto

El Gobierno provincial y la Casa Rosada, así como las facciones oficialistas tucumanas entre sí, y hasta los peronistas y los radicales tucumanos (con sus correspondientes disfraces, cruzan toda clases de amagues, pero nada concretan.

Son como esos boxeadores que saben que hay mucho en juego. No es momento de arriesgar. Se muestran, hacen fintas, saltan y sueltan algún golpe esporádico, lo suficiente para que el público no silbe. Uno y otro se miden. Alcanza para que las fotos reflejen acción y para que la televisión justifique el show. El jurado sabe que no hay ningún ganador y que los rounds pasan como si nada...

Así es la relación de la Nación con Tucumán. El gobernador va y viene a Buenos Aires. Se saca fotos. Los funcionarios nacionales aterrizan en la provincia, hablan, miran, prometen y se van como golondrinas después del verano. Como los boxeadores del primer round, sólo hay expectativas y especulaciones. Pasan los días y la ayuda, los fondos y los proyectos son sólo eso. Hasta ahora no hay nada. Apariencia pura. Juan Manzur tiene tiempo hasta de dar vueltas por Paseo Alcorta. Todo es pour la galerie. Ni el gobierno nacional confía realmente ni Manzur tiene la posibilidad ni el capital (político y específico) para asegurarle algo al macrismo. Por ahora, sólo sonrisas.

El gobernador no es el único boxeador que sube al ring. Sobran mandatarios e intendentes desfilando por el cuadrilátero de la Casa Rosada. Son bien recibidos y punto. Es comprensible: han transcurrido menos de 50 días. El Poder Ejecutivo Nacional es todavía un boxeador amateur. El problema es que en las provincias hay boxeadores muy ansiosos, o mejor dicho hambrientos, porque los bolsillos están vacíos y sueñan con conquistar las bolsas prometidas.

El intendente de la Capital de Tucumán es uno más en este festival boxístico. Se lo ve subir al ring y sonríe para los flashes. A él, que no es un amigo de Manzur, precisamente, le eligen árbitros y jurados más amables que al gobernador. Sin embargo, el resultado es el mismo. Germán Alfaro tiene fotos y promesas, como todos.

Al ring de los tucumanos se vio subir a las principales figuras del firmamento macrista. Alfonso Prat Gay, Rogelio Frigerio, Esteban Bullrich, Carolina Stanley o Carlos Regazzoni cruzaron guantes con Manzur y/o con Alfaro, pero no aparece ninguna moneda (ni con próceres ni con animales) que tranquilicen a las fieras. Hasta el trascendente anuncio de la mejora en la utilización del bioetanol es un hecho, pero aún hay que esperar para que funcione.

Aparentemente, el Gobierno nacional está decidido a mantener relaciones cordiales con Tucumán. Para que ellas fructifiquen habrá que esperar. Manzur aplica la política de negociar el día a día hasta que pueda conseguir la confianza necesaria. La estrategia puede ser buena, pero no asegura resultados.

Un problema capital

La Capital de Tucumán es un desierto. Nadie es dueño de esta importante porción de Tucumán. Nadie quiere hacerse dueño porque ello implica hacerse responsable de conflictos graves que no tienen rápida solución. La basura es uno de ellos. Después del paso de San Patronelli, el patrono de la limpieza, los focos infecciosos proliferan alimentados por una sociedad indolente. Los vecinos de Capital pagan un canon municipal que se denomina barrido y limpieza, pero sin embargo los basurales crecen como hongos. El gobernador de la Provincia reconoce el problema y ordena la limpieza de accesos, pero nada cambia muy mucho.

Alfaro y Manzur ya se olvidaron que era bueno el diálogo, más aún si de un mismo problema se están ocupando ambos.

El WhatsApp de LA GACETA se ha transformado en concejal, legislador y hasta en puntero de la Capital. Ahí van a parar las preocupaciones de los vecinos a los que durante estos 12 años nadie se ocupaba de mirar. El problema de la basura no es sólo de las dos principales autoridades políticas de la provincia: son hermosas herencias que les dejaron José Alperovich y Domingo Amaya y los legisladores y los concejales que se hacen los tontos con estos problemas. Lo mismo ocurre con las inundaciones y con el conflicto que desataron los carreros y aún no está solucionado. Los tres temas muestran la pobreza del peronismo, provincial y municipal. Ni un concejal ni un legislador de la capital se rasgaron las vestiduras por los padecimientos que genera el agua y la basura. De uno y otro lado analizan que estos problemas tienen un trasfondo político por eso los hombres de Alfaro se dedicaron a mandar comunicados en los que le echaban la culpa a los funcionarios provinciales. Los de Manzur ni siquiera mandaron comunicados. Es que nadie defiende al gobernador en la Capital. Los problemas le van a servir al mandatario para medir el grado de orfandad en el que se encuentra.

Lo cierto es que al ciudadano le importa poco si el problema de la inundación es municipal o provincial. Tampoco le preocupa si la culpa del basural de la esquina es de Manzur o de Alfaro. Menos aún le inquieta dirimir si no puede llegar al aeropuerto o a su casa de Alderetes porque el gobernador o el intendente no hicieron los deberes. De una vez por todas espera que esas personas a las que eligió se ocupen de él.

Manzur y Alfaro tienen la mirada en Buenos Aires y los pies también. La diferencia es que Alfaro tiene un equipo de trabajo de su más estricta confianza y el gobernador tiene figuras que no saben si deben responderle a Juan o a José.

El imán del mate

… Y cuando menos lo esperaban apareció José. El ex gobernador José Alperovich tiene un sólo razonamiento: Tengo una imagen pública muy alta. ¿Por qué no me voy a poder mostrar? Y empezó a mostrarse.

Claro está, no apareció en la Costanera para analizar la desgarradora realidad que dejó su gestión. Tampoco se fue a ver a los inundados de Sud del Lazarte, a los que su Gobierno jamás le pudo dar cobijo. Los menos imaginativos podrían suponer que se paseó por los accesos de San Miguel de Tucumán, teniendo en cuenta que creó organismos específicos para asearlos y dejar en ridículo al ex intendente Amaya, que administró una ciudad de ingresos infestados de residuos. Pero el senador tampoco recorrió esas zonas de crónicos y putrefactos basurales.

En cambio, a Alperovich se lo vio tomando mate. Al principio posaba con uno o dos de sus hombres de mayor confianza. En los últimos días la comitiva ya era más grande. Hasta ese jefe de Gabinete que es el secretario general de la Gobernación, Pablo Yedlin, asomó su nariz para mostrarse al lado del ex gobernador.

Si Manzur apenas puede con los hombres de su equipo, flaco favor le está haciendo su antecesor con estas reuniones. Parece, además, que a muchos no les resulta muy fácil decirle “no” a José cuando él los invita a matear. Los tucumanos lo eligieron a Alperovich parlamentario nacional. Por ello este hombre que tiene la experiencia de haber sido electo tres veces gobernador, una vez legislador y dos veces senador (además de haberse desempeñado como ministro de Economía) tendría que ser vital para debatir temas trascendentales para el país. Su intervención en la Cámara Alta debería ser fundamental...

En el Senado se puede ser una estrella principal o un simple numero para el quórum. Parece que Alperovich ya decidió. Eligió tomar mate y hacerle sombra al “hombre que él inventó”, parafraseando al creador tucumano Osvaldo Fasolo.

Por la misma senda

Los problemas de ubicuidad no son un privilegio de los peronistas (o de los radicales disfrazados de peronistas como en el caso de Alperovich) también es un problema de los radicales o de los independientes vestidos con ropaje macrista.

En la Cámara de Diputados muchos están más atentos a las sillas vacías del Poder Ejecutivo Nacional que a las durísimas batallas que se vienen en el Congreso. Por eso, de a poco, José Cano les va sacando ventaja. Es hombre de consulta del Gabinete macrista más que aquellos que llegaron a la primera escena nacional con la camiseta de Cambiemos. No sólo al peronismo y a las autoridades tucumanas les falta un diálogo sincero para trabajar en favor de los ciudadanos.

Pirincho lo hizo

Si hay un lugar donde la palabra diálogo está ausente ése es el Palacio de Tribunales. La pelea entre el ministro fiscal y el presidente de la Corte no tiene retorno. Cada uno está más atento al movimiento del otro que a cualquier otra cuestión. Tanto es así que Edmundo Jiménez logró lo que ni el mundial de rugby pudo. “Pirincho” consiguió que el presidente de la Corte Antonio Gandur suspendiera sus vacaciones y volviera al máximo sillón para contestarle a Jiménez. La osadía del ministro fiscal que fue hasta Buenos Aires a contar las cuitas tucumanas terminó causando malestar en magistrados del fuero civil.

Tucumán se muestra como niño mimado de la Nación, tiene un álbum lleno de fotos de sociales, pero sus problemas son los mismos, las soluciones no aparecen y sus autoridades siguen más atentos a las órdenes del fotógrafo que a las obligaciones que marcan los ciudadanos.

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