Cuestión de responsabilidades
Lo que es de todos no es de nadie. Y la basura en la calle es un problema de todos, por lo tanto, no es un problema de nadie. La vecina que hace podar el ligustro de su jardín contrata el servicio “paralelo” con el retiro de las ramas incluido. Dice: “mejor, no pregunto adonde las van a tirar. Pago y chau problema”. El carrero tiene su argumento: “si no hago esta ‘changa’ hoy no como”. Descarga el carro donde no hay vigilancia y entra al mercado para cargar la olla de ese día. La Municipalidad acusa a los carreros y dice que lo que hacen no es trabajo, sino ensuciar la ciudad. Entonces los multan y les quitan el carro con el cual ellos sí trabajan, aunque a menor escala, y son una competencia desleal para la empresa concesionaria de recolección residuos. Digamos que ambos lucran con la basura, uno de manera formal y otro, informal. Porque la venta de material reciclable, poco o mucho, es dinero.

Pero si en este conflicto por los basurales nuestros de cada día un actor responsable es la sociedad y no la ‘suciedad’ en abstracto, porque los que contratan el servicio informal para sacarse de encima la basura tienen nombre y apellido; un segundo actor es el carrero que traslada y un tercero es la Municipalidad que debe hacer el control. Entonces ¿qué responsabilidad tiene el que cobra todos los meses por el servicio? Ese actor, la empresa de recolección domiciliaria, es hasta ahora invisible. Nadie la nombra y ella asiste al debate como si fuera un rubro que no le pertenece.

¿Por qué nadie sabe con exactitud qué es lo que puede recoger la empresa como basura domiciliaria? “El basurero no recoge escombros por eso lo tengo que hacer sacar con un carrero”, dice el vecino de un barrio cualquiera. ¿Cual es el límite que tiene la empresa para retirarlo? ¿Qué dice el pliego de licitación? La empresa está obligada a levantar de la vereda hasta un metro cúbico de escombros bien embolsado. ¿Lo hace? El vecino que poda el ligustro debería llamar al teléfono de Espacios Verdes de la Municipalidad para que le vayan a retirar las ramas. ¿Lo hace? O mejor dicho ¿por qué no lo hace? Unos de los grandes “proveedores” de basurales son los comercios que tiran “basura comercial” y que en vez de pagar por esa categoría de servicio a la empresa concesionaria prefieren tirarle unos pesos al carrito que es más barato.

Al parecer, el plan “Basurales cero” de la Municipalidad va en serio. Habilitarán un número para denunciar vaciaderos o gente tirando desperdicios en la vía pública. Aumentarán de seis a 30 móviles para hacer el recorrido y se instalará la figura del policía municipal, con poder de policía para sacar de una oreja al carrero o al vecino o al comerciante que ensucia la ciudad. Además se aumentarán a 1.000 los contenedores en la calles del centro (hay unos 300) y se pondrán 1.000 papeleros. Si, todo muy bien. Pero cuando pase el efecto ‘escobita nueva barre bien’ vamos a volver a la historia de los basurales y al cero le vamos a aumentar un uno y varios ceros más.

Este año la empresa concesionaria debe acordar un nuevo período. Es la oportunidad para poner las cosas en claro: que haga un servicio acorde a las necesidades de crecimiento de la ciudad, que incluya un poco más que las 4.000 calles que tiene a su cargo hasta ahora, que cumpla con las frecuencias de limpieza de los conteiners y con la recolección de escombros en pequeñas cantidades.

¡Y cómo dolió ese comentario de Patronelli en el Dakar!: “Tucumán, yendo para Salta va mejorando el paisaje”. “Sorprendente lo hermoso que está Santiago del Estero”. ¿Qué tiene Salta que se hace la linda? Si es linda y es limpia, es dos veces linda. ¿Y Santiago del Estero? Tiene algo interesante que podríamos imitar: las unidades descentralizadas de la Municipalidad. Desde los propios barrios se limpian las calles y se le da un destino legal y racional a la basura. Busquemos otras opciones. Que la basura es de todos, y si nos va mal en esto, nos va mal a todos. Y esta vez sí, a todos.

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