Una política pública para combatir el sedentarismo

Una política pública para combatir el sedentarismo

El sedentarismo es uno de los cuatro factores de mayor riesgo de muerte. Las estadísticas son cada vez más preocupantes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 60% de la población mundial no realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios para la salud. Ello se debe en parte a la insuficiente participación en la actividad física durante el tiempo de ocio, a un aumento de los comportamientos sedentarios durante las actividades laborales y domésticas y al incremento del uso de los medios de transporte “pasivos”.

Se estima que en el mundo 3,2 millones de defunciones anuales pueden atribuirse a esta causa. La Argentina tiene una de las mayores tasas de mortalidad por esta causa: se producen 250 muertes cada 100.000 habitantes. Influye notablemente en la inactividad física, el aumento de la confortabilidad, así como el exceso de horas frente a la computadora. Justamente, los niños y jóvenes son las principales víctimas del sedentarismo que tiene injerencia en la obesidad y en enfermedades crónicas como la hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares, que a su vez impactan también en el desarrollo de cánceres como el de mama o el de colon y enfermedades psíquicas como la depresión.

La obesidad infantil es uno de los problemas más graves del siglo XXI. De acuerdo con la OMS, en 2010 había 42 millones de niños con sobrepeso en todo el mundo, de los que cerca de 35 millones vivían en países en desarrollo.

En agosto de 2012, divulgamos un trabajo de la Sociedad Argentina de Pediatría, filial local, que señalaba que el 40% de los chicos tucumanos sufría sobrepeso y un sector importante padecía de obesidad. Más de la mitad de los niños consultados ni siquiera pasaba una hora por semana al aire libre con sus amigos; y destinaba menos de una hora, de lunes a viernes, a actividades físicas extra escolares. En cambio, pasaba frente al televisor unas 18 horas semanales. El Programa de Salud Escolar, a su vez, había realizado ese año un seguimiento a 7.000 alumnos de la escuela primaria, de establecimientos ubicados en barrios periféricos de San Miguel de Tucumán, y concluyó que los índices de obesidad y sobrepeso llegaban al 20%.

Es necesario tomar conciencia de este serio problema y en ese sentido el Estado tiene un papel fundamental. La educación es el punto de partida. Se trata no solo de educar sobre la alimentación y la vida sana, sino también de incrementar la actividad física en la escuela primaria, en la secundaria, en la universidad, así como estimular a los jóvenes que investiguen y se conviertan en difusores. En agosto pasado, para la Feria de Ciencias, los alumnos de la escuela secundaria de Luisiana presentaron un trabajo sobre la diabetes. Los chicos comenzaron a indagar acerca de cuál era la patología más común en la escuela y entrevistaron a los 245 alumnos del secundario. El 70% respondió que tenía un familiar con diabetes. Siguieron indagando lo que sucedía en La Florida y Luisiana, su comunidad, y descubrieron que no solo era frecuente la diabetes, sino también la hipertensión y los problemas respiratorios.

Sería positivo si se diseñara una política de Estado en la que trabajaran coordinadamente las áreas de salud, educación y deportes. Se podría estimular también el uso de la bicicleta como medio de movilidad y adaptar la ciudad para tal finalidad. “Mente sana en cuerpo sano” sigue siendo la clave para una mejor calidad de vida.

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