Franco Fagioli vuela sin alas, sólo con la voz le alcanza

Franco Fagioli vuela sin alas, sólo con la voz le alcanza

El tucumano de 34 años se convirtió en una estrella de la ópera Por primera vez, desde que se fue a cantar por el mundo, el mejor contratenor del momento visitó LA GACETA.

ENTRE LOS MEJORES. Esta noche, los fans polacos lo esperarán a la salida del Slowaki Theatre, en Cracovia y en septiembre le pedirán autógrafos nada menos que en la Ópera Garnier, en París. LA GACETA / FOTO DE OSCAR FERRONATO ENTRE LOS MEJORES. Esta noche, los fans polacos lo esperarán a la salida del Slowaki Theatre, en Cracovia y en septiembre le pedirán autógrafos nada menos que en la Ópera Garnier, en París. LA GACETA / FOTO DE OSCAR FERRONATO
Tenés que venir al concierto de esta noche porque hay un chico que canta en el registro de contratenor. Es fabuloso. No te lo podés perder”. Ricardo Sbrocco, director del Coro Estable de la Provincia, tenía razón en insistir. Aquel chico que cantaba como un pájaro extraordinario, en la voz más aguda que el tenor, era Franco Fagioli.

Ahora vive en Madrid o, mejor dicho, en Europa, porque tiene agenda completa para varios años. Es una estrella de la ópera barroca y de la ópera belcantista de comienzos del siglo XIX; ha cantado bajo la batuta de grandes directores y junto a voces líricas consagradas.

Famoso por su tesitura de tres octavas, a los 34 años, es el primer contratenor que contrata en exclusiva la discográfica alemana Deutsche Grammophon, es decir, el catálogo clásico por antonomasia.

Por unos días, descansó de los maquillajes, las vocalizaciones y los aplausos. Visitó a sus afectos en Tucumán y recordó sus comienzos. Es cálido, agradecido, y tan sencillo que no trasluce para nada que es uno de los artistas argentinos mejor posicionados en el mundo en arte lírico.

“Dirigía el Coro de San Martín de Porres y me llamaron al San Martín. Ya desde chico, en el Coro de niños y jóvenes de la UNT, dirigido por Eugenia de Chazal cantaba solos. Pero primer shock con mi voz ocurrió con ‘La Flauta Mágica’, que condujo Gustavo Guersman. Tenía 12 años. Lo de la voz siguió dentro de mí, pero no le di importancia porque estaba muy metido en el estudio del piano. Después me puse a estudiar canto ya como contratenor. Y una de las primeras obras que canté fue el ‘Dixit Domino’ de Haendel, con el Coro y la Orquesta Estable, dirigido por Sbrocco. Cantaban Annelise Skovmand, Valeria Albarracín y Freddy Tiseira. Todo era nuevo para mí ¡era subir al escenario más importante!”



- Eso fue lo primero. ¿Dónde fueron tus últimos conciertos en gira?


- El 13 de diciembre canté en Gdansk (Polonia), antes en Praga (República Checa), en Halle (Alemania) y en el Versalles de París. Me acompañó la Orquesta Il Pomo d’Oro haciendo repertorio del primer CD de Arias para Caffarelli.

- ¿Cómo es la orquesta que te acompaña?

- Il Pomo d’Oro es una orquesta barroca que se creó en 2012. En Europa hay muchos grupos que se acercan a la música desde el punto de vista estilístico antiguo, con los instrumentos antiguos y o fabricados al estilo. Con ellos grabé el primer CD. Son músicos italianos y centroeuropeos. Il Pomo d’Oro es el nombre de una ópera y el pomo es el picaporte de la puerta. También el tomate de oro. Grabé una ópera completa con ellos: “Catone in Utica”.

- Entre aquel chico que descubre su don y el cantante hay varios Francos. ¿Cuál fue la motivación para subir los escalones en tu carrera?

- Creo que soy el mismo, y que me van pasando varias cosas, con escalones que suben y otros que bajan. No todo es subir. Siempre ha habido un sueño y un deseo fuerte de hacer música. En mi caso, lo que más me motivó fue la necesidad de aportar algo que podía ser diferente o nuevo. Ya desde chico se veía: iba a estudiar arquitectura pero nunca llegué a la facultad. Antes ya había empezado con la música, pero uno siempre se plantea el camino esperable de la carrera universitaria. Llegó un momento al final de la secundaria en que sentí que la música era muy fuerte, y me decidí: lo haré lo mejor que pueda, dije, y en mi casa me apoyaron con esa condición. La cuestión era ser músico con el piano, con la dirección o con el canto. Amo el trabajo de la música, el propio y en relación con los demás.

- ¿El siguiente escalón fue el Teatro Colón?

- Se me da la oportunidad de un concurso del CFI en Buenos Aires. Conocí gente y eso me llevó al ingreso en el Colón. Empecé a estudiar; yo venía del piano, y es un bagaje maravilloso, pero el acercamiento a la ópera plantea muchos otros elementos. Una vez, una repertorista del Colón me dijo: “vos leés perfectamente, tenés afinación perfecta, solfeo, pero acá estás cantando, aquí hay palabras, un texto, un personaje, un corazón, algo que decir...” De eso se trata, de ir abriendo la cabeza en el transcurrir en la música, de ir absorbiendo. Esas palabras me abrieron la cabeza porque tanto con los instrumentos como con el canto hay que trascender lo que está escrito. Eso fue el Colón para mí: acercarme al canto con el cuerpo y con todo. Y el sueño seguía.

- Cruzar el Atlántico fue decisivo.

- Apareció el concurso de Alemania que organiza la Fundación Bertelsmann, en 2003. Ese fue el primer gran paso. Ganar ese concurso significó mucha felicidad por un lado, pero, al mismo tiempo, mucha responsabilidad. Sentí el peso de la carrera, como cualquiera: yo canto en un escenario y otros trabajan en una oficina. A todos nos pasan cosas... Ese concurso me abrió las puertas en Europa.

- ¿Podrías hacer carrera en cualquier lado?

- Básicamente lo que allá sucede es que hay mucha demanda de trabajo. Acá hay menos; a mí me tocó irme para trabajar. Hay muchas maneras de ser músico y de transitar la vida con la profesión: en mi caso fue irme, pero no es ni más ni menos que quien hace música desde acá. Son diferentes elecciones. A mí me pasó que, por mi tipo de vocalidad, por lo que yo podía aportar se me abrió un camino, y decidí seguir, trabajar y aprender. Canté en diferentes teatros, con diversos directores y orquestas, y el sueño seguía hacia grabar discos.

- ¿Por qué son tan importantes los discos si tu fuerte es el vivo?

- Los necesitamos, como para que se nos conozca y los teatros nos llamen a trabajar. El disco es como una carta de presentación y es maravilloso porque además quienes te siguen te pueden escuchar. Y es una manera de aportar algo a la música, de transmitir y compartir. Como solista he grabado tres: el de Música de cámara, “Canzone cantate”, el de “Arias de Caffarelli” y el de Pórpora, pero también participo en varios de ópera: “Artaserse”, “Catone in Utica”, “Ciro” etc. Y este año edito el de Deutsche Grammophon.

- En 2014 saliste segundo mejor cantante lírico de Europa, detrás de Jonas Kaufmann.

- Sí, una revista alemana de ópera organizó una encuesta de fans. He tenido el honor de cantar con Kaufmann en la Ópera de Zurich “La coronación de Popea”, de Monteverdi; él era Nerone y yo, Otone. Maravilloso colega, gran cantante. La encuesta elegía al cantante más querido, fue maravilloso.

- ¿Sos como una estrella de rock, con fans?

- Los hay. A la salida de conciertos en distintos países encuentro al mismo público. Allá el público viaja y sigue a los cantantes. Es impresionante, maravilloso y lo necesitamos.

Allá va, Franco Fagioli, a volar sin alas; sólo con la voz le alcanza. Esta noche, los fans polacos lo esperarán a la salida del Slowaki Theatre, en Cracovia. Después sigue una lista de escenarios. Y en septiembre le pedirán autógrafos nada menos que a la puerta lateral de la Ópera Garnier, en París.



Perfil
De San martín de Porres
Estudió piano en el Instituto de Música de la UNT. En 1997 fundó el Coro San Martín de Porres. Estudió con los maestros Annelise Skovmand, Ricardo Yost y Mercedes Alas. Trabajó en Argentina con los maestros Stewart Bedford, Juan Manuel Quintana, Sergio Siminovich, Andrés Tolcachir, Susana Frangi, Mario Videla y Pablo González. Estudió canto lírico en Teatro Colón y fue el primer contratenor en ingresar en la carrera.

Cantó en salas argentinas como el Teatro Colón, Teatro Avenida (Buenos Aires Lírica) y el Auditorio de Belgrano (Festivales Musicales).

Lleva a cabo una importante carrera internacional presentándose en Stuttgart, Salzburgo (bajo la dirección de Riccardo Muti), Lucerna, Génova, Zúrich, Karlsruhe, Innsbruck (con René Jacobs), Gotinga, Essen, Oslo y Zúrich. Trabajó también con los maestros Marc Minkowski, Alessandro De Marchi, Alan Curtis, Stephen Cleobury (King’s College Choir), Chistophe Rousset, Rinaldo Allesandrini, Michael Hofstetter y Gabriel Garrido. Grabó para los sellos BMG y SWR. En 2009 obtuvo el Premio Konex al mejor cantante masculino.

Parte de la discografía
Como solista
Grabó en 2010, Canzone e Cantate.
En 2013, Arias for Caffarelli.
En 2014, Il Maestro: Porpora Arias.
Y en 2016 editará un nuevo disco solista.

Con otros cantantes
En 1998, Gluck, Orfeo ed Euridice.
2004, Arte Nova Voices.
2010, Handel: Teseo. 2013, Stabat Mater.
2015, Gluck: Orfeo ed Euridice (en vivo)

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