La confianza vale más que el dólar

La confianza vale más que el dólar

20 Diciembre 2015
MIGUEL ÁNGEL ROUCO
AGENCIA DYN

BUENOS AIRES.- La eliminación del cepo supuso el mayor desafío de corto plazo para el gobierno. La reacción de los mercados fue cauta y todos se están acomodando. Estas primeras horas son similares a un situación de posguerra y una persona sale de su refugio. Debe acostumbrarse al nuevo ambiente de libertad, distinto al de su trinchera. Lo más probable es que esté desorientado, en los primeros días, pero luego, sin dudas, volverá a ser como antes del conflicto. Pero a poco que se precisen algunas medidas y el mercado vuelva a funcionar con normalidad, los precios tenderán al equilibrio como ocurre en el resto del mundo.

El daño que produjo el dirigismo económico kirchnerista aún es difícil de cuantificar. Recién ha terminado el conflicto y todos los agentes económicos están desorientados. El gobierno está comenzando la tarea de la evaluación de los daños y busca desactivar cualquier tipo de choques. Alfonso Prat Gay también pide tiempo porque no sabe cómo van a reaccionar el resto de los actores económicos. Por ahora, el paquete financiero está casi asegurado y el espoletazo cambiario ha sido desactivado, toda vez que los agentes económicos descontaron de antemano el sinceramiento del dólar en el rango de $ 14 a $ 15, similar al precio de la divisa informal. Pero aún resta por restaurar el orden macroeconómico. Lo cambiario es sólo un capítulo de la reconstrucción.

El temor del gobierno ahora pasa por el control de la inflación. Y allí comienzan a verse las primeras fisuras en el seno del multigabinete económico. Hasta ahora el tándem Prat Gay-Sturzenegger logró adaptarse muy bien y coincidieron en el diagnóstico de atacar el fenómeno inflacionario hacia el objetivo de los excedentes monetarios, principal causa del aumento de precios. Sin embargo, la visión no es la misma en otros ministerios donde todavía insisten con medidas de tipo dirigistas como los acuerdos de precios, los fomentos artificiales al consumo y la proliferación de canastas populares. Las señales son confusas. Esto quedó en evidencia en la reunión que mantuvo el ministro de Desarrollo Productivo, Francisco Cabrera, junto con empresarios de la alimentación donde intentó extender el plan Precios Cuidados hasta el primer trimestre de 2016, ante el rechazo de los hombres de negocios. Si bien el encuentro no perdió el clima cordial, tuvo momentos ásperos ante la firme negativa de los empresarios a mantener los controles de precios. Finalmente, se zanjó la diferencia dejando morir en su plazo el régimen de precios cuidados el 7 de enero y ofrecer simbólicamente una canasta de segunda calidad a precios irrisorios.

Algo similar ocurre entre la iniciativa del ministro de Energía, Juan José Aranguren, para eliminar subsidios y la reticencia del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, para llevar adelante una política similar. Estas diferencias y la falta de un programa fiscal consistente con la meta de bajar el déficit y la inflación son las que despiertan falta de confianza en el mundo corporativo. Si hubiesen presentado un plan integral con un esquema fiscal para disminuir el gasto público, un programa monetario consistente y un plan financiero de mediano plazo, la comunidad de negocios hubiera respondido con una avalancha de dólares al mercado. Pero el dólar pasó el examen y un bien más. El desafío pasa por ganarse la confianza en el mundo económico, un bien escaso y caro, al que acceden muy pocos gobiernos. La opción de medidas aisladas, a cuentagotas y con diferencias de criterio, demoran las decisiones y hacen dudar a quienes toman importantes decisiones de negocios.

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