Lo guardo, lo quiero, lo puedo necesitar

Lo guardo, lo quiero, lo puedo necesitar

La mitad de los argentinos tenemos el hábito de conservar objetos que no utilizamos. La mayoría de las veces almacenamos tecnología, ropa, muebles y herramientas. Disponemos de un lugar de la casa para depositar las cosas en desuso. Acumular compulsivamente puede convertirse en un problema, aunque no lo reconozcamos

AMOR POR EL PASADO. “El coleccionista hace un gran aporte a la memoria”, señala Javier Kirschbaum, desde la habitación donde atesora objetos. la gaceta / fotos de analía jaramillo AMOR POR EL PASADO. “El coleccionista hace un gran aporte a la memoria”, señala Javier Kirschbaum, desde la habitación donde atesora objetos. la gaceta / fotos de analía jaramillo
En la casa de los suegros de Javier Kirschbaum, al oeste de la capital, hay una habitación que está inhabitable. Decenas de cajas, bolsas, valijas antiguas de cuero y muebles con grandes cajones guardan en su interior todo tipo de objetos. Hay desde tocadiscos para escuchar discos de vinilo hasta estufas de principio de siglo, pasando por un viejo barómetro, recortes de diarios, juguetes que tienen más de siete décadas, un proyector de diapositivas, una máquina de escribir y hasta una Commodore 64, la computadora que cambió la historia. Las piezas están acumuladas en un casi perfecto orden. En un cajón están las máquinas de fotos, en otro hay relojes despertadores. “Acá por ejemplo hay cosas de baño. En este otro cajón está el maquillaje y bijouterie que usaban mis tías hace más de 50 años”, especifica. “Y aquí guardo todo lo tecnológico”, enseña Javier, y alza un celular Nokia 1.100. “Estas no son cosas tan viejas pero a diferencia de otros elementos, quedan obsoletos mucho más rápido”, resalta.

Cada cosa que guarda, Javier la siente como una reliquia. “Por ejemplo, mirá esta bolsa de Grabacentro. Aquí hay cosas de cuatro generaciones”, resalta. Todos esos objetos de su familia integran “La Juntada”, un espacio que creó en 2008 con el objetivo de hacer muestras interactivas para que la gente pueda disfrutar en familia.

“Siempre me atrajo la idea de coleccionar. Empecé a juntar más cosas cuando vi que a mis hijas les encantaba entrar a este cuarto; pasaban horas jugando y preguntando. Por eso siempre propoponemos que a las muestras vayan niños y que sus padres o abuelos sean sus guías”, dice este coleccionista de objetos del pasado. Es menudo, tiene 43 años y se desempeña como psicólogo.

Javier reconoce que quienes coleccionan o juntan objetos son vistos como personas “poco normales” o que sufren algún trastorno. Sin embargo, le gusta marcar la diferencia con los acumuladores compulsivos, que tienden a guardar todo.

“Cuando una acción empieza a obstaculizar la vida de una persona, la situación es preocupante. Por ejemplo, si ante el afán de coleccionar y de acumular se gasta mucha plata o se deja de hacer cosas esenciales estamos en problemas”, advierte.

“Todos tenemos cariño por ciertas cosas. En mi caso guardo objetos que representan recuerdos y tienen un significado emocional especial”, resume el profesional.

¿Todos Diógenes?

Algunos les llaman el “síndrome de Diógenes”. Lo hacen para referirse a quienes guardan todo tipo de elementos. “Casi todos, en alguna medida, llevamos un Diógenes adentro. El mercado actual genera consumidores. Vivimos en una sociedad en la que comprar y acumular es algo normal, pues a través de las cosas materiales decimos quiénes somos, cómo vivimos y cuál es nuestra posición social”, explica Marcela Cárdenas, psicóloga social.

Que mucha gente acumula cosas quedó en claro en la última encuesta realizada por el sitio de compra y venta on line OLX. El estudio, que se conoció este mes, analizó cómo son los argentinos a la hora de desprenderse de aquello que ya no usan. Y los resultados fueron sorprendentes: una de cada dos personas guarda en su casa objetos que no utiliza. El 40% admite que un espacio de sus hogares ya se convirtió en un depósito. Los objetos que más guardamos y no usamos son las tablets. Más del 70% de los encuestados señaló haber guardado una tablet que no utilizó durante todo 2015. También se acumulan celulares (la mitad tiene uno en desuso), muebles, electrodomésticos, ropa, herramientas y bicicletas. Lo que se guarda más tiempo sin usar son los juguetes.

Entre lo más raro que guardan los encuestados –y que no usan– hay un molde de dientes, una máquina de hacer helado de los años 80, una computadora Commodore 64 y un casco masajeador. Entre lo más costoso que atesoran y no usan: una guitarra autografiada por Mick Jagger, un reloj cucú alemán o una bicicleta de spinning.

¿Por qué acumulamos? La mayoría guarda objetos pensando que los utilizará en algún momento del futuro y otros porque tienen algún valor emocional. “Diarios, revistas, folletos, juguetes y elementos de cocina rotos e inservibles, ropa vieja, envoltorios de comida. Todo lo que guardo me trae un recuerdo. Encontrarlos y revivir un momento determinado de mi vida no tiene precio”, detalla Andrea Gonzáles, en los comentarios de LA GACETA.

“Me gusta guardar pocas cosas, pero que sean reliquias. Por ejemplo, en mi placard tengo una vitrola del año 1900 y todavía funciona; es a cuerda. Era de mi abuelo, se la dejó a mi padre y él a mí”, describe Ramón Lucero, otro lector. Rocío Nybroe, en cambio, tiene guardadas una bicicleta fija y una cinta para hacer ejercicio. Nunca las usó, confiesa. Ella es parte del grupo de almacenadores que no van a deshacerse de algo “por si acaso” o porque, dicen, “me da pena”.

¿Qué atesoran los tucumanos?- En la mayoría de los comentarios que hicieron para nuestra nota los lectores aparecen: ropa, bijouterie, objetos tecnológicos, papeles y piezas de los antepasados. “Guardo todos los dibujos y cartitas que mis hijos me hacían hace mas de 20 años”, contó, por ejemplo, Silvana Méndez.

De todo un poco.- “Tengo un proyector de películas hogareño, lo habrán comprado mi padres hará unos 70 años. Y un reloj de bolsillo, fabricado en Liverpool hacia 1870. Y también unos 30 long play”. (Richard_Grinn).

Si no funcionan, de adorno.-- “Guardo relojes pulsera que no funcionan, pero los pongo de adorno. Tengo un pantalón 1.000 rayas, una Comodore 64, discos de vinilo y un pasacinta del auto”. (Memorioso García) .

En el olvido.- “Guardo esa vieja máquina de escribir marca Continental hecha en Alemania, esa que usaba Hitler en su búnker y que también la empleaban en la Redacción de LA GACETA...además, guardo las videocasetera y muchos aparatejos que quedaron en el olvido”. (Josecomenta).

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