El deporte amateur sufre por las promesas olvidadas

El deporte amateur sufre por las promesas olvidadas

La tradicional fiesta del Deporte que anualmente organiza LA GACETA tendrá una nueva edición dentro de pocos días. Las distinciones a los deportistas tucumanos destacados durante el año son un reconocimiento al esfuerzo realizado para alcanzar sus metas. Un esfuerzo que para muchos se multiplica por la falta de apoyo oficial para proyectarse a nivel nacional, por las carencias de elementos necesarios para entrenarse y hasta de escenarios donde poder competir.

La ausencia de deportistas tucumanos en el gran escenario nacional e internacional no es casual. Es el fruto de la falta de una política de Estado que le permita a los deportistas aficionados contar con los elementos mínimos para desarrollar su talento natural, pero que debe ser perfeccionado para poder estar al nivel de la alta competencia.

El Gobierno provincial, en los últimos años, apuntó al deporte social, que puede leerse como un conjunto de esfuerzos destinados a mejorar la calidad de vida de la población. Pero no le interesó el deporte de alto rendimiento. Si bien el deporte es un trampolín que usan políticos para proyectar sus campañas, una vez que alcanzan los objetivos, se olvidan de las promesas. Otros, en cambio, apuntan a apoyar deportes populares porque el rédito es mayor. El fútbol es el preferido. Apostar por el club de la ciudad o del barrio es común por parte de intendentes, concejales y hasta de comisionados rurales.

Durante su gestión, José Alperovich aportó dinero a los clubes de fútbol más populares de la provincia, especialmente a Atlético Tucumán, el equipo de sus amores, pero no tuvo en cuenta las disciplinas que tienen dirigentes que trabajan en el anonimato y que hasta ponen dinero de sus bolsillos para que esos deportes sigan adelante, a pesar de las notables carencias. Ejemplos hay muchos. Desde la natación, por la falta de una pileta para que los nadadores se preparen diariamente y puedan ser escenarios de competencias nacionales, hasta el atletismo, que carece de una pista sintética, fundamental para el desarrollo de los atletas locales. Un caso emblemático es el ciclismo. Tucumán no cuenta con un velódromo y para las carreras locales se arman circuitos callejeros temporales. Esto es posible gracias a la buena voluntad de los funcionarios de municipios que autorizan las competencias y a los vecinos que soportan el corte de calles durante varias horas.

El autódromo, actualmente abandonado, fue durante mucho tiempo el lugar elegido por las autoridades del ciclismo. Hubo promesas de los funcionarios municipales para realizar una serie de trabajos que dejaran la pista en condiciones. Todo quedó en promesas. Actualmente, la mayoría debe entrenarse en rutas, aún corriendo el riesgo de sufrir accidentes, o en lugares donde están expuestos a ser víctimas de robos. Este año, el yudoca Miguel Amargós regresó de los Juegos Panamericanos de Toronto portando la medalla de oro. No fue el éxito de un proyecto a largo plazo o una apuesta de las autoridades competentes. Fue el esfuerzo personal de un deportista que contó, luego de su consagración, que se entrenaba en el fondo de su casa, tirándole patadas a amigos y a familiares porque no tenía los elementos necesarios para su preparación.

Luego de aquél resonante éxito, el yudo tucumano recibió una buena noticia: la Provincia tiene ahora un campo de lucha desmontable traído desde Bélgica y cedido en conjunto por el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard) y la Confederación Argentina de Yudo.

Hace poco, el profesor de natación Carlos Cánepa recordó que cuando los candidatos de las últimas elecciones participaron en los debates en LA GACETA, antes de los comicios, el deporte era considerado fundamental por todos. “Sería muy bueno que cumplan las promesas y podamos conseguir recursos para trabajar, no sólo en la natación, sino en todas las disciplinas”, señaló. Su deseo es el de todos los que aman el deporte y sueñan con ver a los deportistas tucumanos trascendiendo más allá de nuestras fronteras.

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