El centenario de una dama de la escena

El centenario de una dama de la escena

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“Dirigía la obra Lázaro Barbieri y era además mi galán y yo su damita. La pieza era de corte político: él hacía de linotipista y yo era su noviecita, hija de los patrones. En un momento, Lázaro aparecía tendido en el proscenio y yo tenía que correr a su lado y llorar. Yo, que nada sabía aún de teatro, me puse a llorar en serio y tanto que las señoras de la primera fila comenzaron a llorar también. Viendo mi éxito, seguí llorando, mientras pensaba: ‘¡qué gran actriz que soy!’” Los ojos de corzuela reían siempre con esta anécdota. Durante muchos años fue una de las figuras centrales de la escena tucumana. Olga Moyano de Hynes O’Connor nació en Uquía (Jujuy) el 29 de noviembre de 1915.

Debutó en la obra “Que siga el casamiento”, el 23 de junio de 1934 en la Sociedad Italiana de Tucumán. En una época en la que existían muchos prejuicios respecto de la actividad teatral, se presentó como Nelly Ferreira y luego cambió por Olga Marina. El director teatral Raúl Serrano la convenció de que debía usar su verdadero nombre. Fue fundadora del grupo de teatro El Cardón, de donde surgieron también otros artistas de destacada envergadura local e internacional como Víctor García, Rosa Ávila y el mismo Serrano.

El teatro fue la gran ilusión de su infancia. “Desde que tenía cinco años, no hacía más que imaginar grandes ambientes en los que yo era el centro de atención. Recuerdo cuando vino Angelina Pagano a Tucumán, hasta pensé irme con su compañía, pero esa ilusión duró solamente una noche: el tiempo que me tomó darme cuenta del dolor que le causaría a mi familia”.

Estudió con Lía Gravel, Eugenio Dittborn Pinto, Alberto Rodríguez Muñoz y Boyce Díaz Ulloque, con quienes realizó también numerosas puestas en escena. En 1959, integró el elenco fundador del Teatro Estable de la provincia, que llevó a escena “El abanico”, de Carlo Goldoni. Integró ese elenco hasta 1984, año en el que cumplió 50 años de ininterrumpida actividad, trabajando además con el Teatro Universitario y con la Fundación Teatro Universitario, además de hacerlo con grupos independientes. Su María Barranco de “Las de Barranco”, bajo la dirección de Armando Discépolo, marcó un hito en su trayectoria. En 1994 se convirtió en la primera actriz del interior en recibir el Premio Pablo Podestá otorgado por el Senado de la Nación en mérito a su trayectoria.

Hace un siglo, veía la luz en la Quebrada de Humahuaca esta dama simpática, inteligente, de buen humor. “El teatro es una forma de vivir, hasta te diría de felicidad, porque te permite expresarte con palabras ajenas, cosa que en la vida cotidiana no podés hacer”, reflexionaba Olga de Hynes O’Connor que partió el 4 de enero de 2002.

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