Alerta por VIH para los mayores de 50

Por Lucía Lozano 29 Noviembre 2015

Todo fue culpa de la droga. “Es el peor de los infiernos”, dice Carolina (así a secas, y aclara que es un nombre inventado). Pensaba que se iba a morir. Hace un año exactamente, cuando el ginecólogo del CAPS le indicó los análisis de rutina por embarazo, todo lo que le rodeaba era angustia, muerte y enfermedad. Esperaba cualquier cosa. Menos ese resultado: “seropositiva”. “De ahí en más el médico me tranquilizó. Yo no sabía la diferencia entre VIH y sida. Mi hijo ya nació y sin la enfermedad, gracias a que me cuidé. Ahora sigo tomando las pastillas y haciendo mi tratamiento por la adicción para poder recuperar a mi bebé que está en la Sala Cuna”, cuenta la joven, de 20 años. Su mamá la abandonó cuando tenía ocho. Se crió como pudo, junto a siete hermanos en su casilla de la Costanera del río Salí, del lado de Alderetes.

Prefiere no hablar de cómo adquirió el virus. En la puerta del hospital, donde acude a terapia para recuperarse de su adicción a las drogas, dice con preocupación que muchas jóvenes podrían estar en la misma situación que ella, pero que no lo saben. “Cuando estás con pasta base hacés muchas cosas para drogarte, cosas feas, muy feas”, dice. Es de estatura mediana. Morocha, corte carré. Ojos marrones. Lleva calzas y un remerón negro. “Acá por suerte los médicos me ayudaron. Quiero mejorar. Se que se puede vivir bien con esta enfermedad siempre que no deje de tomar las pastillas y me cuide”, explica.

La epidemia del sida estuvo más ligada a los jóvenes en los años 80. Con el tiempo, el perfil de los infectados cambió. En los 90, los mayores de 40 años fueron los pacientes más diagnosticados con el virus del VIH y las mujeres empezaron a aparecer más en las estadísticas. Hoy a los expertos lo que más les preocupa es que mientras en el mundo y en el país la cantidad de enfermos se amesetó, en el NOA están aumentando los casos. Y vuelven los jóvenes a la escena. También la droga. No por el peligro de que haya transmisión del virus en un intercambio de jeringas, sino por todo lo que genera el consumo: prostitución, deshibinición y sexo sin protección.

“Estamos viendo muchos casos de transmisión del virus de VIH en jóvenes, a partir de los 16 y 17 años. En el 90% de los casos la enfermedad viene acompañada por ITS (infecciones de transmisión sexual). Las drogas suelen estar presente, en especial el alcohol. El consumo lleva a que lo último que se piense es en usar preservativo”, dice Daniel Mendoza, coordinador de Cruz Roja, entidad que tiene un programa de ayuda a pacientes con VIH.

Según Mendoza, si bien es bueno el tratamiento que se les proporciona a los enfermos con VIH, hace tiempo que el Estado ha dejado de hacer campañas de prevención. También critica que no haya un buen seguimiento de los pacientes. “Hoy en día se puede vivir toda una vida con VIH. Es vergonzoso que alguien se muera por esto. Y, sin embargo, siguen muriendo. ¿Por qué? Por discriminación. Y porque además de dar las pastillas, el Estado debería seguir los tratamientos de cerca y averiguar qué pasa cuando un paciente los abandona. Muchos se quedan sin trabajo y no tienen dinero ni para el colectivo”, remarca Mendoza. Se le caen las lágrimas de los ojos. “¿Sabe dónde voy ahora?”, pregunta. “Al entierro de un amigo de la Costanera. Falleció por VIH. Lo peor es que hay varios casos como este”, dice. “Sabemos por información de médicos que trabajan en la zona que hay muchos jóvenes con infecciones de transmisión sexual y que no hay quién los ayude”, precisa, y aprovecha para anunciar que mañana harán un taller en la Costanera, a las 16.30. El martes, a las 16, estarán en la plaza Independencia realizando una campaña de prevención en el marco del Día Mundial en respuesta contra el Sida.

Datos oficiales

Según la Unidad Coordinadora de VIH-Sida, del Ministerio de Salud, en 12 años la provincia lleva registrados 2.141 diagnósticos acumulados de infección por VIH. “Podemos decir que es una epidemia concentrada, urbana y periurbana. Afecta más a los hombres que a las mujeres”, explica Claudia Lucena, que dirige la repartición. “En nuestro país la epidemia se ha estabilizado en algunas regiones mientras que en otras, incluido el NOA, está en ascenso”, detalla. Y aclara que esta situación podría darse porque a nuestra provincia la epidemia llegó más tarde que a otras.

Los grupos etarios que encienden la mayor luz de alerta son los de adolescentes y adultos de más de 50 años. “El problema es el sexo sin protección. En el caso de los jóvenes, ellos lo ven al preservativo más bien como un anticonceptivo. Están en una edad en la que creen que nada malo puede pasarles. Y lo más preocupante: hoy los chicos salen de un secundario que no los educa sexualmente, no les da herramientas para aprender a cuidarse. Esa es tarea de la escuela, no de salud”, dispara. “Con los adultos, hay otra realidad. A ellos, como ya ni siquiera les preocupa el embarazo, no se cuidan”, agrega.

La buena noticia es que la transmisión vertical (madre a hijo) ha ido bajando al punto que en Tucumán en los últimos dos años se registraron solo dos casos. “Que se pueda hacer un diagnóstico a tiempo y que la embarazada sea tratada con medicamentos es fundamental”, dice.

“Hace 15 años el diagnóstico se realizaba cuando las personas ya estaban en el estadio sida. Esta es la enfermedad avanzada. Hoy, casi no se usa esta palabra. Un 70%, se diagnostica precozmente y si hace el tratamiento puede preservar su sistema inmune y llevar una vida totalmente normal. Hoy, hablar de VIH no equivale a hablar de muerte, sino más bien de una enfermedad crónica”, sostiene Lucena. Según su punto de vista, aumentando los índices de detecciones y tratamientos se puede controlar la epidemia. “Se habla mucho de la cura de la enfermedad. Hay estudios puntuales, avances, que siempre son positivos, pero falta, falta...”, dice la especialista, con cautela.

Para Lucena, terminar con la estigmatización y la discriminación que sufren las personas seropositivas es la gran deuda pendiente. ¿El motivo? “El desconocimiento que aún existe sobre la temática. No hay que tener miedo. Lo mejor es saber cuanto antes: hoy la expectativa de vida de una persona con VIH, con tratamiento, es la misma que la de alguien que no está infectado”.

Testimonio I

Rodrigo tenía 23 años cuando le diagnosticaron VIH. Fue en 2011. Tuvo la “suerte” de que le aparecieran rápido algunos síntomas. “Caí enfermo, con una terrible gripe, y se me habían inflamado los ganglios. Había tenido relaciones sin cuidarme y pensé que podía ser sífilis porque a mi pareja le habían diagnosticado eso. Se lo comenté al médico y me pidió los análisis”, rememora. Era octubre cuando le dieron los resultados. “Fue como un baldazo de agua fría. No estaba informado. No conocía la diferencia entre VIH y sida. Pensé que me iba a morir. Dejé los estudios y me quedé solo. Mi pareja me abandonó. También perdí el trabajo que tenía en un call center. Eso fue después de contarle a mi supervisora sobre mi enfermedad”, relata Rodrigo, integrante de la Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos (Rajap).

“Llegó un punto en que no daba más. Ahí le conté a mi familia. Por suerte me ayudaron. Empecé el tratamiento y retomé mis estudios. Ahora tengo trabajo y encontré una pareja. Aprendí que se puede llevar una vida totalmente normal”, señala, aunque admite que no anima a confesar su enfermedad. “Todavía existe un estigma muy fuerte”.

Testimonio II

Liliana (40) sorprende por su entereza para enfrentar los escollos de la vida. Es madre de dos hijos. Al segundo decidió tenerlo cuando ya estaba al tanto de que tenía el virus del VIH. “Por supuesto que me informé bien sobre cómo tenía que hacer para que no hubiera transmisión vertical. Algunos me cuestionaron. Pero yo nunca vi mi enfermedad como un impedimento”, resalta.

Prefiere no hablar de cómo adquirió el virus sino de cómo su lucha la ayuda a superarse. “No le bajé la cortina a la vida. Sí tengo muchos cuidados. Pero voy para adelante, disfruto de mis afectos, tengo pareja, hago actividad física”, enumera. Medicación, alimentación adecuada y cuidados en las relaciones sexuales, además de todos los estudios médicos y la programación de una cesárea, fueron las medidas que tomó Liliana para traer al mundo a un hijo sano. “Sí tenía mucho miedo, pero me dio una alegría enorme cuando nació y al tiempo me dijeron que estaba sano”, resalta la mamá, que ahora sueña con tener una nena. “Se que me voy a morir de cualquier cosa menos de sida. Por supuesto que no todo es color de rosa. La discriminación es muy fuerte. Por eso, yo casi no le conté a nadie sobre mi VIH”.

Semana de la prevención

Lunes 30.- A las 16.30 taller informativo en la Costanera, en el centro “El Porteño”. A las 21.30, frente a Casa Histórica, se hará el “III Evento por una independencia de adolescentes y jóvenes libre de VIH”. Habrá reflexión, música y desfile.

Martes 1.- En adhesión a la campaña “Elegí Saber” se realizarán actividades en la peatonal Congreso, de 9 a 14, y en la plaza Independencia. Entregarán material informativo también en Alberdi, Alderetes, Concepción, Las Talitas y Tafí Viejo. Habrá mesas informativas en las plaza principales de estas ciudades y orientación sobre los lugares dónde se pueden realizar test voluntarios y anónimos. Por otro lado, el grupo de teatro “Vidas en positivo” representará una obra de teatro en Plaza Urquiza, de 10 a 12.

Jueves 3 y viernes 4.- De 18 a 20, se entregará material informativo y preservativos en El Portal de Yerba Buena para educar a la sociedad sobre cómo prevenir la transmisión del virus bajo la consigna “Más conciencia”. Además, el jueves en la Costanera Norte, la Cruz Roja filial Tucumán realizará actividades para promocionar el testeo voluntario y anónimo de VIH.

Todos los días.- Buscá ayuda y hacete el test gratis en estos lugares: San Luis 1.700, República del Líbano 950, Chacabuco 239, Jujuy 457, Eva Perón y Catamarca (Tafí Viejo), Urquiza y Caseros (Alderetes), Independencia primera cuadra (San José, Yerba Buena).