Una Iglesia más conservadora recibió a Francisco en África

Una Iglesia más conservadora recibió a Francisco en África

Los prelados del continente más pobre del planeta recelan los llamados de apertura para divorciados y homosexuales.

EN NAIROBI. Francisco saluda ayer a los fieles en la capital de Kenia. Rechazó utilizar un vehículo blindado. reuters EN NAIROBI. Francisco saluda ayer a los fieles en la capital de Kenia. Rechazó utilizar un vehículo blindado. reuters
27 Noviembre 2015
Jeffrey Gettleman y Laurie Goodstein / The New York Times

Los titulares de los diarios africanos lo llaman el “Papa de la Esperanza”. Los kenianos, que lo califican como el pontífice “de a pie” aseguran que, gracias a Francisco, sienten mayor entusiasmo ante la idea de asistir a la iglesia, rezar con regularidad y tratar a otros con amabilidad. Quieren que predique en contra de la corrupción, y en favor de una vida en paz y de un gobierno que sea justo.

Pero lo cierto es que durante este, su primer viaje al África, el Pontífice se encuentra con una poderosa y asertiva Iglesia Católica Apostólica Romana, que recela de las convocatorias vaticanas a convertir la institución en la más acogedora para personas divorciadas y para homosexuales, o para parejas que cohabitan sin estar casadas.

“Sí, nosotros somos más conservadores”, reconoce el obispo Renatus Leonard Nkwande, de la diócesis de Bunda, en Tanzania. El papel del bloque africano, asegura, consiste en “defender la enseñanza de la iglesia, la enseñanza del libro”.

El sur también existe

La situación es complicada porque si bien los africanos representan ahora “solo” un 14% de los 1.200 millones de católicos del mundo, para 2050 representarán entre el 25% y el 30%, según datos aportados por Philip Jenkins, profesor de la Universidad Baylor que estudia el cristianismo a nivel mundial. Y África se resiste seriamente a lo que Francisco busca.

Mirémoslo así: tanto África -donde el catolicismo está en auge en números, en fuerza y en influencia- como el mismísimo Francisco, el primer papa de América Latina, simbolizan la importancia del hemisferio sur para el futuro de la Iglesia Católica, que se está enderezando mundialmente... y está dándose cuenta.

Y aunque los prelados africanos son del mismo parecer que Francisco respecto de varios de sus temas distintivos (la pobreza, el medioambiente y la injusticia social), hay otros que serán conflictivos. De hecho, el Papa deberá enfrentar en este viaje la dura resistencia del clero africano a sus llamados por consagrar una Iglesia más tolerante. Recordemos que cuando se realizó en el Vaticano el sínodo sobre la familia, los obispos africanos captaron atención por el importante papel que jugaron a la hora de dar impulso de un sector de la Iglesia que pretende mantenerse firme contra cualquier aceptación del divorcio y de la homosexualidad.

Por ese motivo, es probable que sean los temas relacionados con la pobreza y la justicia social los que protagonicen la agenda durante este viaje a Kenia, Uganda y la República Centroafricana, desgarrada por la guerra.

La homosexualidad

El reverendo Boniface Mwangi, uno de los directivos de Cáritas en el centro de Kenia, manifestó que él preveía que el Santo Padre se mantendrá alejado de los polémicos temas que envuelven a algunos católicos en Occidente. Por ejemplo, el debate acerca de si se permite, o no, que católicos divorciados y casados en segundas nupcias reciban la comunión, o qué hacer con respecto a parroquianos gay.

Casi 36 países africanos tienen leyes en contra de la homosexualidad, incluidos los tres que Francisco tiene programado visitar.

“Preveo que él se concentre en temas sociales de la gente común, como la razón por la cual tenemos algunos bolsones de personas que tienen descomunales recursos y tanta gente más viviendo en barriadas”, manifestó Mwangi.

Guerra de religiones

Volvamos a los simples fieles: el pueblo católico de África está impaciente por darle la bienvenida al pontífice; y por compartir la atención popular que él traerá a su fe (enfrentada a los musulmanes) y a sus luchas.

En Kenia y en Uganda, esos desafíos incluyen cruentos ataques de extremistas islámicos de tendencia radical que mataron a cientos de civiles en un lujoso centro comercial, en una universidad pública y en aldeas a lo largo de la costa. El modus operandi de estos grupos a menudo consiste en separar a cristianos de musulmanes y masacrar a los primeros.

Por su parte, la República Centroafricana, país pobre en la mitad del continente, ha estado agitada durante años por una guerra entre musulmanes y cristianos que ha dejado miles de muertos y ha ahuyentado a casi un millón de personas de sus hogares.

Francisco puntualizó en un video divulgado durante el fin de semana pasado que él planeaba pronunciar en África un mensaje de “reconciliación, perdón y paz”, pero observadores católicos aseguran que la visita a la República Centroafricana califica entre los viajes más peligrosos que un Pontífice haya emprendido alguna vez.

“El papa quiere ir a la República Centroamericana”, dijo en un informe a los medios la semana pasada Federico Lombardi, portavoz del Vaticano. “Y, como haría cualquier persona sensata, estamos vigilando la situación”, añadió.

La corrupción

Los kenianos, por su parte, anhelan que Francisco aborde el tema de la “pacífica coexistencia”, pero, por sobre todo -según indican sondeos locales-, que denuncie corrupción de sus dirigentes políticos.

La corrupción es en este momento el principal tema público, porque estallan nuevos escándalos casi a diario: desde alegatos sobre generales kenianos que ganan millones de dólares contrabandeando azúcar, hasta acusaciones de que funcionarios de un ministerio compraron bolígrafos comunes por 85 dólares la unidad.

El tema puede volverse muy incómodo para Francisco, porque en la corrupción que asuela a Kenia están implicados, a juzgar por numerosos alegatos, miembros del mismo gobierno que está colocando la alfombra roja bajo sus pies.

El reverendo Mwangi sostuvo que el Papa debería envolver su mensaje contra la corrupción en lo que la Biblia dice sobre la integridad. “No tiene que ser político -destacó-. El gobierno de Dios es sobre integridad”.

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