26 Noviembre 2015
CASI UNA FAMILIA. Daniel Allende, entrenador de Central Córdoba, con algunos de los integrantes del plantel U13. la gaceta / foto de josé nuno
La clave del éxito radica en el sentimiento de pertenencia: a una provincia, a un club, a un equipo. Así lo da a entender Daniel Allende, entrenador del plantel de menores de 13 años de Central Córdoba que se clasificó para las semifinales del campeonato Argentino de clubes de la categoría.
“Esto es fruto de un trabajo de varios años, de motivar con alegría a los chicos. Yo trato de revalorizar el orgullo de vestir una camiseta y de llevar la sangre tucumana. Somos como una gran familia”, afirmó Allende a LG Deportiva. Precisó que dos de sus hijos juegan en el equipo, pero siente que, de alguna manera, es como un padre para todo el plantel. “Cuando entrenamos o cuando se juegan los partidos los trato como si estuvieran en el servicio militar; pero convivo todos los días con ellos: sé si están enfermos y sé cómo andan en el colegio. Y todos los padres acompañan”, explicó.
Este vínculo, a su criterio, le dio el plus necesario para derrotar a rivales de fuste, como Quimsa, el histórico club de Santiago del Estero. “Nuestra característica es la garra. En otros equipos a los que les ganamos juegan chicos de 1.90 m de altura. De nosotros, mi hijo Tomás es el más alto, con 1,84 m; los demás son más bajos. Pero ganamos por la garra”, afirmó. Contó que en el plantel sólo seis jugadores tienen 13 años; el resto se reparte entre los 10 y los 12.
¿Cómo se hace para evitar que un eventual traspié afecte el ánimo de chicos de tan corta edad?, preguntó LG Deportiva. “Pasa que uno aprende de las derrotas, y los años anteriores estas criaturas perdían por 40 puntos. Hoy saborean el dulce sabor de los triunfos: en el campeonato local vamos invictos, y en el U13 les ganamos a Quimsa y a Regatas (Mendoza)”, respondió.
A medida de que se avanza en cualquier torneo los desafíos se van haciendo más duros, fruto de que a esas instancias llegan los mejores. Allende sabe que será más complicado; pero confía en su equipo. “Dentro de la cancha el triunfo es de ellos. No suelo darles charlas técnicas previas a los partidos, pero a veces hablamos, y ellos salen como locos a la cancha. Un jugador, Ramiro Ale, mide 1,50 m; pero juega como si midiera 2,10 m”, puntualizó.
“Esto es fruto de un trabajo de varios años, de motivar con alegría a los chicos. Yo trato de revalorizar el orgullo de vestir una camiseta y de llevar la sangre tucumana. Somos como una gran familia”, afirmó Allende a LG Deportiva. Precisó que dos de sus hijos juegan en el equipo, pero siente que, de alguna manera, es como un padre para todo el plantel. “Cuando entrenamos o cuando se juegan los partidos los trato como si estuvieran en el servicio militar; pero convivo todos los días con ellos: sé si están enfermos y sé cómo andan en el colegio. Y todos los padres acompañan”, explicó.
Este vínculo, a su criterio, le dio el plus necesario para derrotar a rivales de fuste, como Quimsa, el histórico club de Santiago del Estero. “Nuestra característica es la garra. En otros equipos a los que les ganamos juegan chicos de 1.90 m de altura. De nosotros, mi hijo Tomás es el más alto, con 1,84 m; los demás son más bajos. Pero ganamos por la garra”, afirmó. Contó que en el plantel sólo seis jugadores tienen 13 años; el resto se reparte entre los 10 y los 12.
¿Cómo se hace para evitar que un eventual traspié afecte el ánimo de chicos de tan corta edad?, preguntó LG Deportiva. “Pasa que uno aprende de las derrotas, y los años anteriores estas criaturas perdían por 40 puntos. Hoy saborean el dulce sabor de los triunfos: en el campeonato local vamos invictos, y en el U13 les ganamos a Quimsa y a Regatas (Mendoza)”, respondió.
A medida de que se avanza en cualquier torneo los desafíos se van haciendo más duros, fruto de que a esas instancias llegan los mejores. Allende sabe que será más complicado; pero confía en su equipo. “Dentro de la cancha el triunfo es de ellos. No suelo darles charlas técnicas previas a los partidos, pero a veces hablamos, y ellos salen como locos a la cancha. Un jugador, Ramiro Ale, mide 1,50 m; pero juega como si midiera 2,10 m”, puntualizó.
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