26 Noviembre 2015
DOS ESPECIES. Un dinosaurio y un humano, en el mismo tiempo remoto.
La ucronía es la construcción de una realidad alternativa que se basa y sustenta en la evolución lógica de hechos posibles, pero que no sucedieron en la realidad.
“Un gran dinosaurio” es un ejemplo acabado del significado de esa palabra, dirigido para los niños. Las preguntas sobre las cuales se basa la película son simples y directas: ¿Qué hubiera pasado si los dinosaurios jamás se hubieran extinguido? ¿Cómo sería el mundo si el asteroide que hizo desaparecer a los seres más grandes que lo habitaron no hubiera impactado contra el planeta? ¿Cómo sería la relación entre los humanos y esos animales gigantescos?
Pixar tiene sus respuestas y la comparte con el público infantil en su nuevo producto que, como es previsible cada vez que saca un filme, tiene guiños hacia los adultos que compra las entradas en los cines. Los grandes genios de la animación computarizada juegas con la relación entre el adolescente Arlo (un enorme apatosaurio herbívoro e inofensivo, de cola tan larga como su cuello, especie extinguida hace 150 millones de años) y un niño llamado Spot, que tiene comportamientos casi animales.
Entre ambos emprenden un viaje que les cambiará la vida, y que los hará enfrentarse con sus mayores temores y superarlos, en un mundo agitado y en crisis, con profundos cambios.
Uno de ellos, muy sensible, se produjo en la realización de la película, con el reemplazo del director que la comenzó, Bob Peterson, por el de quien la terminó, Peter Sohn, luego de que varias manos intervinieran en el proceso, incluyendo la de su productor, John Lasseter, centro vital de este filme.
Sohn tuvo a un tucumano, Gastón Ugarte, en la primera línea de la realización: fue el jefe del equipo de modelaje de set en las distintas escenas animadas de esta película, luego de haber mostrado sus virtudes en “Up!” o “Valiente”. Su propia historia es de sobrevivientes, desde que le escribió al emporio Disney pidiendo trabajo como dibujante, antes de recalar en los Estados Unidos.
“Un gran dinosaurio” es un ejemplo acabado del significado de esa palabra, dirigido para los niños. Las preguntas sobre las cuales se basa la película son simples y directas: ¿Qué hubiera pasado si los dinosaurios jamás se hubieran extinguido? ¿Cómo sería el mundo si el asteroide que hizo desaparecer a los seres más grandes que lo habitaron no hubiera impactado contra el planeta? ¿Cómo sería la relación entre los humanos y esos animales gigantescos?
Pixar tiene sus respuestas y la comparte con el público infantil en su nuevo producto que, como es previsible cada vez que saca un filme, tiene guiños hacia los adultos que compra las entradas en los cines. Los grandes genios de la animación computarizada juegas con la relación entre el adolescente Arlo (un enorme apatosaurio herbívoro e inofensivo, de cola tan larga como su cuello, especie extinguida hace 150 millones de años) y un niño llamado Spot, que tiene comportamientos casi animales.
Entre ambos emprenden un viaje que les cambiará la vida, y que los hará enfrentarse con sus mayores temores y superarlos, en un mundo agitado y en crisis, con profundos cambios.
Uno de ellos, muy sensible, se produjo en la realización de la película, con el reemplazo del director que la comenzó, Bob Peterson, por el de quien la terminó, Peter Sohn, luego de que varias manos intervinieran en el proceso, incluyendo la de su productor, John Lasseter, centro vital de este filme.
Sohn tuvo a un tucumano, Gastón Ugarte, en la primera línea de la realización: fue el jefe del equipo de modelaje de set en las distintas escenas animadas de esta película, luego de haber mostrado sus virtudes en “Up!” o “Valiente”. Su propia historia es de sobrevivientes, desde que le escribió al emporio Disney pidiendo trabajo como dibujante, antes de recalar en los Estados Unidos.
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