Sociedad de responsabilidad limitada
El escenario ha cambiado rotundamente. Tucumán dejó de ser aliada nacional desde el mismo momento que en San Pablo quemaron las urnas. Es otra la visión que se tiene de la provincia gobernada por Juan Manzur. En cada charla política, aquel incidente –estigmatizado por el término fraude electoral- aparece como ejemplo a no imitar. La oposición hace leña de eso. Hoy se prepara para gobernar la Argentina. Sin embargo, en el distrito no pudo hacer pie. Ni en agosto, ni en octubre ni este mes. Ha perdido en todas las contiendas electorales ante el Frente para la Victoria. Aun así, el oficialismo vernáculo no puede festejar plenamente. Hay un cisma interno en el pilar que lo sostiene, el Partido Justicialista. Tras una docena de años de gobernación, el alperovichismo es resistido por algunas líneas internas del peronismo que, la noche del domingo, le gritaron en la cara “Manzur conducción” a la actual titular del distrito Tucumán, la senadora nacional Beatriz Rojkés, esposa del ex gobernador. Ayer, esa consigna fue propalada con afiches en distintos puntos de la ciudad pero, en cuestión de horas, fue arrancada de las paredes. Nace una interna. José Alperovich baja por ahora la cabeza, pero sabe que más pronto que temprano volverá al ruedo. El triunfo nacional de Mauricio Macri le ha dado -inesperadamente- más vida política. “Es momento para negociar; seguramente el nuevo presidente va a pedir -como primera ley de la Cámara Alta- un posible arreglo con los fondos buitres”, dice el senador electo por Tucumán. “Ese será el momento para negociar”, completa.

Reorganización es la palabra más escuchada dentro del oficialismo. Y eso abarca varias cuestiones:

• En lo estrictamente político, Manzur sabe que necesita de una tarima más sólida para poder consolidar su liderazgo en el distrito. Un avance sobre el Partido Justicialista no es descabellado. Algunos hablan de convocar, en breve, a las autoridades partidarias para avanzar en definiciones que tiendan a garantizar la gobernabilidad de las nuevas autoridades. Y que la tropa se encolumne tras Manzur. Esto implicaría avanzar sobre el poder del matrimonio Alperovich.

• En lo institucional, el mandatario provincial está abriendo el juego a distintas entidades, escuchando los planteos y analizando alternativas que contribuyan a “amigarse” con la dirigencia empresarial que viene reclamando por la fuerte presión fiscal en Tucumán. La cuestión fiscal no inquieta, por ahora. Tal vez sí cuando arranquen las paritarias, hacia marzo del año que viene.

• En la relación fiscal con la Nación, todo parece indicar que la gestión Manzur no tendrá grandes sobresaltos y que Macri puede llegar a respetarle lo presupuestado para el año del Bicentenario. El gasto discrecional corre por carriles separados. Rogelio Frigerio, un hombre clave en el área económica, parece ser una de las piezas fundamentales para la negociación con la provincia. En este aspecto, resurge la figura de Alperovich, que estuvo muy cerca en un momento de Macri y que ha tejido una relación amistosa de años con el economista desarrollista.

• Respecto del contacto con la Casa Rosada, el Tucumán de Manzur tendrá que esperar que el líder del PRO se acomode en el cargo. A Macri lo favorece la división -en tres partes- de la Argentina. Los distritos patagónicos se sentarán en las regalías; las provincias del centro -con sus más y con sus menos- pueden ser más afines al nuevo Presidente de la Nación. Se trata de un eje política y económicamente rico (que va desde Mendoza, pasa por Córdoba y Santa Fe, y termina en Ciudad y provincia de Buenos Aires) que define el destino del país. Las jurisdicciones del norte, en tanto, seguirán esperando por la reparación histórica que siempre se anuncia y que tarda en llegar.

Con los resultados electorales a la vista, los peronistas están destinados a asociarse y convertirse en sociedades de responsabilidad limitada, de acuerdo con el capital político que aún tengan en cada uno de sus distritos. Ya no es posible hablar de una liga de gobernadores, pero sí de una dirigencia justicialista fuerte, con la pata sindical activa. Es el escenario que se viene, mientras el nuevo Gobierno tratará de enderezar la economía minada que le dejará Cristina Fernández a Macri a partir del 10 de diciembre próximo.

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