Lo que cambió el 11-S
22 Noviembre 2015

Por Fernando López-Alves - Para LA GACETA - California

Una tarde de noviembre de 2002, caminaba por un pasillo del hotel Hilton, en Washington, junto a un alto funcionario de la Casa Blanca, minutos después de salir de una reunión con miembros del Departamento de Estado. “Uno de los objetivos que tenemos -me dijo- es crear a nivel nacional una conciencia de que no somos solamente un país poderoso: somos realmente el nuevo súperpoder que dirige el mundo”. Días antes de oír esa frase había escuchado otra, que me había impactado, de boca de Paul Sweeth, un viejo asesor del Partido Demócrata. “Si no dominamos militarmente a nivel global, el país y el mundo serán lugares mucho peores para vivir”, afirmó y yo le pregunté si recordaba otra coyuntura en la que los republicanos y sus copartidarios hubiesen tenido ideas tan parecidas al respecto. “Nunca tanto como ahora”, me contestó en las postrimerías de un año en el que el presupuesto militar llegaría a los 329.000 millones de dólares y en que una encuesta de Gallup arrojaba que el 76% de los norteamericanos experimentaba una gran confianza en sus fuerzas armadas y que un porcentaje prácticamente igual de ciudadanos desconfiaba de una institución republicana como el Congreso.

Lo que ocurrió a partir del 11 de setiembre es que se arraigó una auténtica conciencia imperial en una población, como la norteamericana, que osciló históricamente entre el aislacionismo y el intervencionismo. Los atentados posibilitaron la puesta en marcha, a gran escala, de un proyecto de dominación global. Inmediatamente después del 11-S, la CIA presentó un plan denominado World Attack Matrix, que describía operaciones militares para combatir el terrorismo en más de 80 países simultáneamente.

Este viraje en la política exterior norteamericana, que implicaba el establecimiento de protectorados y de áreas de vigilancia, la reconstrucción de Estados, la promoción global de la democracia “a la americana” y el aumento del gasto militar (y del déficit) para mantener la unipolaridad, fue posible a raíz del impacto del 11 S en el imaginario norteamericano.

(C) LA GACETA

Fernando López-Alves - Profesor de Estudios Globales de la Universidad de California. Fue asesor de la Administración Clinton y del ex vicepresidente Al Gore.

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