Las tramas detrás del terror

Las tramas detrás del terror

Los atentados del 13 de noviembre en París impactaron al mundo. Aquí ofrecemos distintos análisis sobre los orígenes de ISIS y acerca de las fuentes del terrorismo. También repasamos novelas anticipatorias y libros que ayudan a entender el fenómeno. En la contratapa, una tucumana cuenta cómo vio estrellarse a los aviones en las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001

22 Noviembre 2015

La vida gris de Omar Mostefai

Por Juan José Fernández - Para LA GACETA - Buenos Aires

Omar Mostefai no llamaba la atención de sus vecinos. Vivía en una casa de dos pisos, con techo a dos aguas, una construcción típica en Chartres, un pueblo francés de 40.000 habitantes a 90 kilómetros de París. Hablaba poco, ocasionalmente se lo veía salir para acompañar a sus dos hijas al colegio o, cuando caía la noche, para pasear a su pitbull. Recibía, cada tanto, las visitas de alguno de sus hermanos o de alguna amiga de su esposa.

Nadie sabía en su vecindario que Omar, de 29 años, tenía antecedentes penales menores de su época de juventud. Infracciones por manejar sin carnet, contravenciones por venta callejera de drogas. Mucho menos que dos años atrás había estado en Siria, donde recibió adoctrinamiento militar.

Todas las mañanas lo pasaba a buscar un amigo en una moto y partían juntos a una mezquita. Allí se encontraban con un belga de origen marroquí que los invitaba a participar en la mayor operación urdida por el Estado Islámico en Europa.

Durante varias semanas repasaron los detalles. Un primer grupo de yihadistas entraría al Stade de France con explosivos adheridos a sus cuerpos. Al mismo tiempo, un segundo grupo armado con fusiles bajaría de un auto en el restaurant Le Petit Cambodge y el bar Carilllon del distrito X. Luego seguirían hasta el bar La Bonne Biere y el restaurant La Belle Equipe, en el distrito XI. Mientras tanto uno de sus compañeros entraría en otro restaurant, en el Boulevar Voltaire, y detonaría su cinturón de explosivos.

Mostefai llegó con dos compañeros en un Volkswagen Polo que estacionaron a metros de la entrada de Bataclan. La música del grupo norteamericano Eagles of Death Metal se escuchaba con fuerza desde la calle. Varios jóvenes esperaban en la puerta su turno para entrar. Mostefai no dudó. Oprimió el gatillo de su Kalashnikov y una ráfaga dejó tendidos a varios chicos en el suelo. Los terroristas irrumpieron disparando en la sala en la que la banda estaba tocando para varios cientos de espectadores. La música se cortó, se encendieron las luces y la gente empezó a correr en todas direcciones, atropellándose y gritando. Mostefai se paró en el escenario mientras sus compañeros lograban llegar al primer piso. “Actuamos en nombre del Estado Islámico por lo que hacen en Siria e Irak”, gritó y luego disparó. Repuso varios cargadores en su fusil. Finalmente oprimió un detonador y voló en pedazos.

Un fragmento de un dedo permitió que la policía francesa lo identificara. En los informes de inteligencia estaba clasificado con una “S” que indica peligrosidad por sus contactos con radicales islámicos. Por cuestiones presupuestarias había dejado de ser vigilado.

(c) LA GACETA

Juan José Fernández - Crítico literario y cinematográfico.

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La autoinmolación y la destrucción del otro

Por Alfredo Ygel - Para LA GACETA - Tucumán

En el nivel más radical del hecho religioso el sujeto se desvanece y se ofrece a Dios en sacrificio como forma de darle máxima consistencia, haciéndolo todopoderosos en oposición a la pequeñez y carencia humana. El ceremonial como forma simbólica de materialización del pacto del humano con Dios se muestra insuficiente cuando es indeterminado y es cada día más lo que se exige para completar al Otro divino. Así puede llegarse al sacrificio de la propia vida en la cita y el encuentro con lo sagrado. El fanatismo en su extremo lleva entonces a la autoinmolación o a la destrucción del otro. El sacrificio pasa a constituir una ofrenda a “Dioses oscuros” puestos en el lugar de amos absolutos. Actos que al sujeto se le imponen como mandato y no puede dejar de realizar.

Hay una tendencia del hombre a ofrecerse a un Otro absoluto, a constituir un amo y someterse a el. Instituye así un padre todopoderoso, un gran padre ante quien adopta una actitud sumisa y masoquista. Este empuje al sometimiento y el sacrificio culmina en la desaparición subjetiva o en la destrucción del otro exterior a su religión constituido en enemigo.

A esta tendencia la humanidad le ha opuesto la racionalidad de la ciencia y los ideales culturales que se contraponen a la “irracionalidad” del oscurantismo y la fe. Constituyen intentos infructuosos frente al empuje de las pulsiones de destrucción y muerte que se manifiestan en las constantes guerras que se desatan, como en estos casos, en nombre de la fe.

Una vía posible de salida es estar advertidos de las nefastas consecuencias de sostener un Otro absoluto, con la consabida intolerancia que estos absolutos generan. Es esta la apuesta que los seres humanos debemos sostener, aún a sabiendas de lo imposible de su realización dada la tendencia pulsional mortífera que anida en cada uno de nosotros.

© LA GACETA

Alfredo Ygel - Psicoanalista, profesor de la Facultad de Psicología de la UNT.

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El origen del Estado Islámico

Por Patricia Kreibohm - Para LA GACETA - Tucumán

El origen del Estado Islámico (ISIS) debe rastrearse en las conmociones generadas por la Primavera Árabe, cuando distintos grupos islámicos radicales cifraron sus esperanzas en que los nuevos gobiernos reivindicaran la posición de los musulmanes y se enfrentaran con Occidente y el Estado de Israel. Sin embargo, a partir de la constatación de que esto no sucedería, decidieron buscar la forma de ocupar su lugar. Paulatinamente, se fueron fortaleciendo hasta que lograron convertirse en grupos y partidos políticos que aspiraban a llegar al poder.

En este marco, la caída de Gadaffi en Libia generó un proceso muy particular. La dispersión de un enorme y sofisticado arsenal armamentístico entre todos los países de Africa del norte y de Medio Oriente, que fue distribuido por incontables redes, muchas de las cuales estaban ligadas a los grupos más radicalizados y a algunos Estados de la región.

Cuando estalló el conflicto en Siria, la situación se complicó aún más pues, en poco tiempo, se generó una verdadera guerra civil que perdura hasta hoy. Fue entonces cuando algunos grupos fundamentalistas sirios decidieron iniciar la lucha armada. Los más importantes fueron: Yahat Al Nursra y Ahrar Al Chom, que se fusionaron y recibieron apoyo de ciertos sectores de poder de Turquía y de Yemen. Desde entonces, esta organización fue identificada por los EEUU como ISIS. En principio, Al Qaeda los apoyó, lo cual benefició notablemente al nuevo movimiento. A partir de allí, uno de sus líderes, decidió separarse de Al Qaeda y fijar su propio programa político. De hecho, uno de los reproches que ISIS hacía a Al Qaeda era que, a pesar de la eficacia de sus acciones, no había podido fijar objetivos políticos concretos que favorecieran la situación del Islam radical.

En poco tiempo, el grupo se hizo fuerte en las ciudades iraquíes de Faluya y Mosul y se extendió al norte del país. En este caso, el avance del ISIS fue relativamente sencillo ya que Irak, devastado tras la invasión norteamericana de 2003 y sumido en un caos político y militar, fue un campo favorable para la expansión. En ese momento, y a partir del nombramiento del nuevo califa, el movimiento pasó a denominarse Estado Islámico. En la actualidad, este movimiento está compuesto por un conjunto de organizaciones nacionalistas-fundamentalistas, cuya estrategia de combate posee dos dimensiones y se da en dos frentes distintos pero de manera simultánea: por un lado, las guerrillas que combaten en Medio Oriente y por otro, las fuerzas terroristas que atacan a Occidente.

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Patricia Kreibohm - Profesora titular de Historia Moderna y Contemporánea en la Unsta.


La Francia musulmana

Por Alicia Dujovne Ortiz - Para LA GACETA - París

Ser musulmán en un mundo cristiano y en medio de graves conflictos mundiales no facilita las cosas. Las guerras del Medio Oriente contribuyen a crispar a quienes sólo viven su confusa identidad bajo un ángulo negativo, solidarizándose con las víctimas hasta el extremo de victimizarse a sí mismos y caer en la judeofobia primaria y visceral. Es por eso que algunos eligen huir de la incertidumbre, definiéndose a partir de lo religioso bajo su rostro menos tolerante. Una manifestación de orgullo y provocación. ¿Me miran con desconfianza? Temen que con la tez mate y la nariz aguileña que tengo lleve una bomba en la mochila? No los defraudaré, seré lo que ustedes han querido que fuera: un fanático dispuesto a todo...

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Alicia Dujovne Ortiz - Escritora argentina que vive entre París y Buenos Aires. Este es un fragmento de un artículo publicado aquí el 3 de diciembre de 2006.

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