Otro Atlético, también campeón

Otro Atlético, también campeón

Con un equipo muletto y un sistema táctico distinto, el “decano” empató con Boca Unidos.

SALVADOR. Evangelista sacó de la línea una pelota que había empujado con dificultad Silva y evitó el gol de Boca Unidos.  FOTO DE JOAQUÍN MEABE (ESPECIAL PARA LA GACETA) SALVADOR. Evangelista sacó de la línea una pelota que había empujado con dificultad Silva y evitó el gol de Boca Unidos. FOTO DE JOAQUÍN MEABE (ESPECIAL PARA LA GACETA)
Olvídese del éxito, del pasado bien sabroso y reciente; de los titulares de siempre de Atlético. Olvídese de todo eso, amigo, y recién comience a leer esta pequeña historia de un 11 celeste y blanco casi renovado en su totalidad, que regresó de Corrientes con un punto con sabor a victoria, como si valiera un campeonato.

Entienda, amigo, que Atlético visitó a Boca Unidos siendo el campeón, pero, al mismo tiempo, este Atlético que cruzó el río Paraná fue otro. Sí, otro. Atlético fue otro equipo, con otros jugadores y con otro sistema táctico. Y con todo lo que significó tanta variante, desde nombre hasta del pizarrón, el monarca de la B Nacional se hizo valer en casa del que hasta el último enfrentamiento en el Monumental (3-1) jamás había podido vencer.

Ayer no lo hizo, pero tampoco perdió. Y eso que la tuvo complicada en más de una ocasión. Lo que sí demostró este grupo es que el sacrificio no se negocia. Si había que tirarse con la cabeza por una pelota dividida, lo hacía cualquiera. El mayor ejemplo al compromiso por el escudo fue una pelota increíble de gol que regaló Boca Unidos. Perdón, que despejó del flequillo de la línea prometida Fernando Evangelista.

El segundo tiempo había entrado en acción, tras un acto en el cual el anfitrión había sido más, desde la intención de llegar al arco de Josué Ayala. Pasados los cinco minutos, el más vertical y explosivo de los locales encontró un hueco grande como Brasil. Nicolás Silva cortó bien la línea defensiva de la zaga, abroqueló con excelencia la pelota, desmanteló la cobertura de Ayala de un soplido y encaró hacia la zona sagrada. Solo, solito él y su alma y con el arco vacío, dejó escapar la liebre. En vez de quemar la pelota, quiso tocarla, y para qué, Evangelista saltó como un tigre y la sacó de donde debería haber quedado, en la red. Ese gol perdido por Boca fue un premio al esfuerzo de Atlético, que casi gana el match con un misil salido de la cabeza de Sebastián Matos.

Atlético empató y lo hizo con su segundo equipo, que también es campeón y ayer lo ratificó dejando el nombre del club bien alto.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios