A más igualdad de género, más nacimientos

A más igualdad de género, más nacimientos

TRATANDO DE SALIR DEL PROBLEMA. En China se espera que con un número mayor de nacimientos se revierta el envejecimiento de la población. Reuter. TRATANDO DE SALIR DEL PROBLEMA. En China se espera que con un número mayor de nacimientos se revierta el envejecimiento de la población. Reuter.
13 Noviembre 2015
Steven Erlangen / The New York Times

China acaba de cambiar sus leyes para permitir que las familias puedan tener un segundo hijo. Tal vez Europa debería plantearse una política similar, ya que enfrenta un serio problema: su población envejece y cada vez nacen menos bebés. Sin embargo, no alcanza con una reforma legislativa para revertir el descenso demográfico, afirman expertos en la materia. Para lograr el cambio se requiere una complicada serie de iniciativas vinculadas con las costumbres sociales y culturales.

Algunos estudios indican que aquellos países que muestran tendencias demográficas saludables no son los que promueven los nacimientos, sino los que han establecido mayores niveles de igualdad de género, de confianza dentro de la sociedad y de inmigración.

Así que incluso para China no será fácil elevar la tasa de fertilidad.

La inmigración puede desempeñar un papel positivo. No es que los inmigrantes tiendan a tener muchos hijos. Lo que pasa es que cuando dejan su país de origen lo hacen en un momento en que se encuentran en edad reproductiva. Por lo tanto, es común que sus hijos nazcan en el país donde eligieron vivir.

Una esperanza

Alemania, por ejemplo, tiene una baja tasa de fertilidad, de alrededor de 1,4 o 1,5 niño por mujer, muy por debajo de la tasa ideal de 2,1. El problema es particularmente agudo en la ex Alemania oriental. Una situación similar se vive en otras naciones que fueron comunistas, lo que conduce a predicciones preocupantes sobre una población que se va encogiendo.

Sin embargo, la decisión de la Canciller Ángela Merkel de recibir un gran número de migrantes y refugiados en edad reproductiva casi seguro que tendrá un efecto positivo sobre la tasa de natalidad.

En los años 60 y 70, las tasas de nacimientos en muchos países europeos eran bajas. En décadas posteriores, las tasas de natalidad de muchos de ellos, como Alemania y Austria, permanecieron en bajos niveles, pero los países nórdicos y Francia las revirtieron, comentó Gunnar Andersson, profesor de demografía de la Universidad de Estocolmo.

Eso se debió, en parte, a políticas sociales que promovían la igualdad de género, iniciativas que hacían que los lugares de trabajo sean más amigables con las mujeres. Por ejemplo, se otorgaban permisos para que puedan cuidar a los niños durante el día.

Maternidad postergada

Sin embargo, la principal explicación del cambio, según los demógrafos, era que debido a que las mujeres estaban trabajando y tenían más oportunidades, se decidían a ser madres a mayor edad que lo acostumbrado. Pero no tenían muchos hijos más.

Esa es la diferencia entre fertilidad de cohorte -la fertilidad de todas las mujeres de la misma edad a lo largo de toda su vida- y fertilidad de período, que se mide comparando año con año, explicó David Coleman, profesor emérito de demografía en la Universidad de Oxford.

“En Europa occidental desde finales de los años 60 y 70 se ha dado una importante tendencia hacia la posposición de la maternidad, yendo de la mano con la emancipación de las mujeres en educación y en el lugar de trabajo”, destacó Coleman. “Así que era natural demorar la llegada de hijos. Pero, inevitablemente, cuando la tasa de nacimiento bajó, nos engañamos al creer que ese era un estado permanente de las cosas”. Agregó que a medida que las mujeres fueron madurando, decidieron que si querían hijos más valía que se aplicaran a ello. Desde entonces, la tasa de natalidad de las que tienen entre 30 y 40 años ha estado subiendo lenta pero gradualmente.

En Suecia, informó Andersson, las mujeres han estado teniendo un promedio de dos hijos durante un siglo.

La guerra y el cambio económico también revisten importancia, destacó Stuart Gietel-Basten, profesor adjunto de política social en Oxford. Las mujeres tienden a no tener hijos en periodos caóticos, ya se trate de guerras o de recesiones profundas. Solo después se emparejan.

Un elemento básico

La política social puede ayudar pero no es una respuesta total, advirtió Francisco Billari, profesor de sociología y demografía en Oxford. “Un elemento básico del repunte de la fertilidad es una sociedad con igualdad de género cada vez mayor”, sostuvo.

“Cuando las mujeres están en el mercado laboral y la política social las ayuda a ellas y a los hombres a cumplir con más tareas de cuidado infantil en el hogar, la fertilidad repunta. Con todo, la política social tiene que ser impulsada por una sociedad que esté lista para ello o que se lo demande a los políticos”.

Billari citó el caso de Italia, donde la población ha seguido creciendo modestamente pese a lo que presagiaban aquellos preocupados por la despenalización del aborto o la legalización del divorcio. Lo que sí ha cambiado es que, históricamente, en el norte de Italia, más rico, nacían menos niños que en el sur, que siempre fue más pobre.

Actualmente las mujeres que viven en el norte, y que gozan de una mayor igualdad de género y de oportunidades laborales, están teniendo más hijos que antes. Al mismo tiempo, las mujeres del sur ya no tienen tantos niños. Ellas sufren una sociedad con alto desempleo y donde se mantiene la tradicional división de géneros. Además, es muy baja la participación femenina en la actividad laboral.

La falta de igualdad de género, pequeños números de mujeres trabajando y pocas políticas sociales para apoyarlas contribuyen a explicar por qué Rusia, Europa central y Asia oriental, por lo general, no han sido capaces de repuntar sus bajos niveles de natalidad, apuntó Billari.

En general, las políticas de natalidad -disposiciones del gobierno para tener más hijos o apelaciones al patriotismo o incluso subsidios económicos a las familias numerosas- no suelen incrementar mucho la fertilidad, resaltó Billari.

Casos especiales

Un contraejemplo agudo y brutal fue en 1966, cuando el ex dictador rumano Nicolae Ceausescu repentinamente prohibió el aborto. La tasa de fertilidad subió de 1.9 en 1965 a 3.66 en 1966. Sin embargo, volvió a caer más tarde.

Turquía, bajo el presidente Recep Tayyip Erdogan, también impulsó políticas de población con cierto éxito a través de pagos de asistencia social a los pobres. Así mantuvo la tasa de natalidad en alrededor de 2.1. Esta cifra es considerada la tasa de reemplazo necesaria para mantener una población estable.

Además, la inmigración puede contribuir a estabilizar o restaurar las tasas de fertilidad, como en los Estados Unidos y en el Reino Unido, países que no cuentan con ninguna política poblacional pero mantienen una tasa de natalidad alta, dijo Gietel-Basten.

Los ojos hacia China

Por todo esto, China será observada cuidadosamente, aunque los expertos consideran que su nueva política de permitir dos hijos tendrá un efecto limitado. Las causas, según ellos, es que son muchas las generaciones de chinos que han crecido con la experiencia de pequeñas familias, por un lado; y por otro, porque la estructura social y de vivienda de China no es propicia para familias numerosas.

Gietel-Basten anticipa: “habrá un pequeño auge de bebés, particularmente en las áreas rurales y en las más pobres, donde las políticas restrictivas fueron muy estrictas. Pero, mucha gente de esos lugares quiere mudarse a la ciudad. Entonces, tener hijos sería un freno a sus aspiraciones”.

“La vivienda urbana de China está atestada y es pequeña, otro disuasivo más para tener un segundo hijo”, advirtió Coleman.

Impulso negativo

La política de un solo hijo, sumada a otros factores, redujo radicalmente la tasa de natalidad en China. Sin embargo, no se sabe a ciencia cierta cuán es actualmente. Gietel-Basten dijo que podría variar entre 1,4 y 1,8, pero la mayoría de la gente cree que está entre 1,5 y 1,6, lo cual está muy por debajo de la tasa de reemplazo.

Esas cifras, según el experto, generan un impulso demográfico negativo, ya que por algún tiempo cada generación fue más pequeña. No obstante, considera que la situación podría corregirse por sí sola a lo largo de los próximos 10 a 15 años.

Una de las desventajas de China, como en la mayoría de Asia, es que la fertilidad no será auxiliada por la inmigración.

Billari es todavía más pesimista. “Quizá veamos un pequeño ascenso de la tasa de natalidad en un principio pero solo para que después vuelva a caer”, opinó.

En algún momento, continuó explicando el especialista, la baja tasa de natalidad permitió mejorar las condiciones de desarrollo en China. Pero esta situación está cambiando. “Los trabajadores envejecen y la cantidad de jóvenes que ingresa en el mercado laboral es inferior que la de empleados que se jubilan. Es necesario modificar la organización de la sociedad, porque se verán cada vez menos jóvenes y más viejos, con los problemas económicos y de salud que ese cuadro implica”, advirtió.

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