Un cantante callejero le dijo a Manzur que "hay otra historia"

Un cantante callejero le dijo a Manzur que "hay otra historia"

El gobernador se acercó a escucharlo y le entonó la canción de Nebbia "Quien quiera oir que oiga".

ISMAEL. Este es el músico callejero que le entonó una canción a Manzur. LA GACETA / FOTO DE JUAN MANUEL ASIS ISMAEL. Este es el músico callejero que le entonó una canción a Manzur. LA GACETA / FOTO DE JUAN MANUEL ASIS
12 Noviembre 2015
Menos obras más cultura para mostrar. Esa parece ser el criterio impuesto por el gobernador, Juan Manzur, en sus salidas matutinas. Diferencia sutil a marcar con su antecesor, José Alperovich, que todos los días observaba cordones cunetas y mejoras habitacionales. En ese marco, esta mañana el arte le expuso dos caras a Manzur en la peatonal Congreso, primera cuadra; la de la historia guardada en los museos y las historias de vida escondidas en los artistas callejeros. Antes de llegar al Museo Provincial “Nicolás Avellaneda”, el mandatario fue frenado en su trayecto por la arteria, por gente que quería saludarlo, sacarse fotos, hacerle pedidos y hasta regalarle miel en botellas.

Las muestras de simpatía hacia Manzur contrastaban con el excesivo celo en materia de seguridad: una veintena de agentes, de traje y otros disimulados entre la gente. Precauciones propias de una persona que fue escrachada en el aeropuerto y que, al parecer, no quiere pasar un mal momento. ¿Por qué tanta custodia si la gente lo saluda amigablemente?, se le consultó al mandatario. Sonriente atinó a decir “¿dónde? No los veo”. Pero allí estaban.

Como estuvo Isamel Diep, el cantante callejero instalado a pocos metros del museo. Manzur se tentó. “Vamos a escuchar al amigo”, dijo. Y el amigo arrancó con su guitarra con una canción de Lito Nebbia, Quien quiera oír que oiga: “si la historia la escriben los que ganan,eso quiere decir que hay otra historia: la verdadera historia, quien quiera oír que oiga. Nos queman las palabras, nos silencian, y la voz de la gente se oirá siempre. Inútil es matar, la muerte prueba que la vida existe...”. Manzur lo atendió sonriente; igual que el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, que se acercó para dejarle una propina en la funda del instrumento.

Diep no dejó pasar la oportunidad. “Espero que haya buenos tiempos para todos los pibes”, le dijo a Jaldo. ¿Qué quisiste decir?, le consultó LA GACETA al trovador. “Que tengan en cuenta a los artesanos de la calle, no podemos trabajar; están las leyes pero no las reglamentan”, explicó. Este joven de 30 años, porteño, en pareja con Luciana y con una niña de cuatro años, Ambar; vino hace 10 años a Tucumán. “Me trajo el tren; vine a hacer trabajo social en los barrios; me metí en fundaciones, pero después no me quedó tiempo”, dice y se aferra a su guitarra.

No sabía lo que pasaba -señaló sobre el tumulto que generó la presencia de Manzur-, cuando vi las cámaras me dije: me quedo, si me sacan los municipales se sabrá cómo trabajamos en la calle, se hará visible nuestra necesidad. “A veces, cuando viene un intendente, nos sacan con amenazas”, acotó. Sólo queremos que nos reivindiquen como personas, añadió Ismael, quien se confesó simpatizante de la izquierda pero desencantado del Gobierno. “Hicieron buenas, pero a veces las palabras no bastan”, sostuvo.

“Sobrevivo”, dijo cuando se le preguntó si cantando a la gorra le alcanza para vivir. Cuando no recordamos lo que nos pasa, nos puede suceder la misma cosa. Son esas mismas cosas que nos marginan, nos matan la memoria, nos queman las ideas, nos quitan las palabras, cantó cuando lo escuchaba Manzur.

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