11 Noviembre 2015
Piden que un sociólogo sea enjuiciado por trata
La víctima dijo que contactó al acusado a través de un chat y se escapó cuando era trasladada a Buenos Aires. Protistutas le advirtieron del riesgo que corría Una adolescente de 14 años denunció que Pedro Nahuz la captó y e intentó trasladarla a Buenos Aires para que ejerciera la prostitución
Un conocido sociólogo de nuestra provincia podría ser condenado a entre seis y 10 años de prisión si se comprobara que captó y trasladó a una adolescente tucumana para que integrase una red de prostitución. Así lo entendió el fiscal federal 2, Pablo Camuña, que solicitó que Pedro Mario Nahuz sea sometido a juicio oral por el caso.
M.V.I tenía 14 años cuando estaba viviendo un momento difícil en si vida. En la escuela no le iba bien y tampoco era buena la relación que mantenía con su familia. A través de un chat, se contactó con un señor que le ofreció trabajar en una feria de artesanías en Buenos Aires. Antes le había dicho que la conocía a través de fotos que habían subido ella y un amigo. También le pidió que usaran una webcam para que se conocieran personalmente.
Ella aceptó y acordó realizar el viaje. Llegó al edificio de Barrio Norte donde el tal Mario la citó. Tal como le habían dicho, preguntó por el portero y éste le avisó que debía dirigirse a la zona de la Terminal de donde partirían en dos camionetas.
Junto a otras chicas, varias de ellas menores de edad, se subieron a los vehículos. La adolescente no tenía idea de lo que le esperaba. En medio del trayecto, la víctima les consultó a sus ocasionales compañeras de viajes a qué lugar irían a trabajar. Estas, a las carcajadas, le explicaron que en realidad eran prostitutas y que eran llevadas a Buenos Aires y al exterior para ofrecer sexo a cambio de dinero.
La víctima sufrió una crisis de nervios y a los gritos pidió que la dejaran bajar del vehículo. Siempre según el testimonio de la víctima, el propio “Mario” intentó calmarla. Al no cumplir con su cometido, el acusado y el chofer decidieron dejarla abandonada en el medio de la nada.
La menor caminó hasta una estación de servicio. Después de contar lo que le había sucedido, logró llamar a unos conocidos de su familia. Estos fueron a buscarla y, después de darle refugio, la acompañaron a que realizara la denuncia en la comisaría de Ezeiza, en junio de 2008.
M.V.I. estuvo un mes en un centro bonaerense para adolescentes. Ese fue el tiempo que tardaron sus padres para comprarle los pasajes para que pudiera regresar a su hogar.
La investigación
La familia de la menor, con la colaboración de la Fundación María de los Ángeles Verón, realizó la denuncia ante la Justicia Federal.
El caso comenzó a ser investigado por el fiscal Camuña que, a lo largo de la instrucción, sumó pruebas necesarias para acusar a Nahuz. Entre ellas se destacan: las copias de los mails con los que se desarrolla el contacto entre la víctima y el victimario; el reconocimiento de persona realizado por la adolescente; el acta de resultado de allanamiento realizado en la casa del acusado y un informe de una empresa de telefonía móvil, entre otros elementos.
En el pedido, el fiscal asegura que “Nahuz era parte de una organización que se dedicaba a captar, trasladar, acoger y explotar sexualmente a personas, incluso menores de edad. Su rol en la organización delictiva era concreta: captar y traslada a menores de edad”.
Camuña, en sus argumentos, también destaca: “el imputado no hacía esto de manera aislada, sino que contaba con la colaboración del portero de su edificio para llevar a las víctimas hasta el punto donde serían trasladadas”.
M.V.I tenía 14 años cuando estaba viviendo un momento difícil en si vida. En la escuela no le iba bien y tampoco era buena la relación que mantenía con su familia. A través de un chat, se contactó con un señor que le ofreció trabajar en una feria de artesanías en Buenos Aires. Antes le había dicho que la conocía a través de fotos que habían subido ella y un amigo. También le pidió que usaran una webcam para que se conocieran personalmente.
Ella aceptó y acordó realizar el viaje. Llegó al edificio de Barrio Norte donde el tal Mario la citó. Tal como le habían dicho, preguntó por el portero y éste le avisó que debía dirigirse a la zona de la Terminal de donde partirían en dos camionetas.
Junto a otras chicas, varias de ellas menores de edad, se subieron a los vehículos. La adolescente no tenía idea de lo que le esperaba. En medio del trayecto, la víctima les consultó a sus ocasionales compañeras de viajes a qué lugar irían a trabajar. Estas, a las carcajadas, le explicaron que en realidad eran prostitutas y que eran llevadas a Buenos Aires y al exterior para ofrecer sexo a cambio de dinero.
La víctima sufrió una crisis de nervios y a los gritos pidió que la dejaran bajar del vehículo. Siempre según el testimonio de la víctima, el propio “Mario” intentó calmarla. Al no cumplir con su cometido, el acusado y el chofer decidieron dejarla abandonada en el medio de la nada.
La menor caminó hasta una estación de servicio. Después de contar lo que le había sucedido, logró llamar a unos conocidos de su familia. Estos fueron a buscarla y, después de darle refugio, la acompañaron a que realizara la denuncia en la comisaría de Ezeiza, en junio de 2008.
M.V.I. estuvo un mes en un centro bonaerense para adolescentes. Ese fue el tiempo que tardaron sus padres para comprarle los pasajes para que pudiera regresar a su hogar.
La investigación
La familia de la menor, con la colaboración de la Fundación María de los Ángeles Verón, realizó la denuncia ante la Justicia Federal.
El caso comenzó a ser investigado por el fiscal Camuña que, a lo largo de la instrucción, sumó pruebas necesarias para acusar a Nahuz. Entre ellas se destacan: las copias de los mails con los que se desarrolla el contacto entre la víctima y el victimario; el reconocimiento de persona realizado por la adolescente; el acta de resultado de allanamiento realizado en la casa del acusado y un informe de una empresa de telefonía móvil, entre otros elementos.
En el pedido, el fiscal asegura que “Nahuz era parte de una organización que se dedicaba a captar, trasladar, acoger y explotar sexualmente a personas, incluso menores de edad. Su rol en la organización delictiva era concreta: captar y traslada a menores de edad”.
Camuña, en sus argumentos, también destaca: “el imputado no hacía esto de manera aislada, sino que contaba con la colaboración del portero de su edificio para llevar a las víctimas hasta el punto donde serían trasladadas”.
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