Desplumando la gallina de los huevos de oro

Desplumando la gallina de los huevos de oro

No era representativa como la feria costumbrista de Simoca, pero tenía su antigüedad. La feria de Villa Luján hacía más de tres décadas que se desparramaba cada viernes en la plaza 1 de Mayo y sus cuadras cercanas, generando un intenso mercado callejero, lleno de comida, objetos varios, color y ruido. Pero eso fue hasta el viernes de la semana pasada, porque ayer ya no estaba. Fue erradicada. Desde la noche del jueves un ejército de 100 empleados municipales recorría la plaza remodelada, que tras un año de arreglos está a punto de ser inaugurada con juegos, aparatos de gimnasia, una cancha de básquet y una cancha de bochas. Mientras 60 policías cercaban las calles adyacentes para impedir cualquier invasión de vendedores, algunos feriantes enardecidos cortaron durante toda la mañana la avenida Mate de Luna a la altura de Necochea. A mediodía cedieron. Los vencieron el hartazgo y la promesa de que serán recibidos el martes por el secretario de Gobierno municipal, Walter Berarducci. "Si no nos dan solución, volveremos a cortar el viernes la Mate de Luna", advirtió el feriante Ramón Díaz. 

Caos colorido

No fue un plan de la Municipalidad lo que los echó de la plaza, sino una orden judicial. La cámara en lo Contencioso Administrativo hizo lugar a un pedido de vecinos que desde hace tiempo reclamaban por la invasión de la calle y las veredas, agravada desde 2014, cuando la plaza fue cercada por la Municipalidad para que se hagan las obras. "Son solo siete las familias que fueron a la Justicia", se defiende el vendedor José Ruiz. "Y dos de ellas alquilaban veredas a los feriantes", agrega. Como sea, el espacio donde durante décadas habían habilitado sus puestos 100 familias, ahora estaba ocupado por 300. Signo de los tiempos. Antes rompían los faroles para sacar luz, cuenta un empleado municipal y lo corrobora el comisario Teófilo Rodríguez, segundo a cargo de la seccional 7a. Usaban los árboles, las caminerías, carneaban animales, venían mercadería -ropa, bijouterie- traída de Buenos Aires, vendían conejitos, hámsters, tortuguitas, catitas y loritos (comercialización prohibida) y hasta tenían un restorán enorme. Marcelo Massa, empleado municipal, dice que ese restorán es de gente que está en la feria de Simoca, donde encaja perfectamente como fenómeno turístico. En Villa Luján los vecinos estaban que trinaban desde que se cerró la plaza, porque les comenzaron a ocupar las veredas, a romper el pavimento y las baldosas, y a alquilarles hasta el agua. No había baños químicos. Algunos vecinos hicieron su negocio cobrando el uso del baño a las cientos de personas que pasaban el día entero en la plaza. Aparecieron "trapitos" que cobraban estacionamiento y también una especie de cooperativa a cargo de una puntera, Susana López, que vendía comida a los feriantes y se ocupaba de limpiar la plaza. Pero cuando se iban quedaba una mugre total. "No hicieron bien las cosas y la Municipalidad a veces no venía hasta el martes a retirar la basura", dice el comisario Rodríguez. Los vecinos estuvieron penando meses hasta que se activó el amparo judicial.
No fue un plan del municipio (y por eso no se sabe dónde irán los feriantes), pero dos cosas movieron a la Municipalidad. La principal era pecuniaria: los jueces les dieron un plazo, luego del cual las autoridades iban a tener que pagar una multa diaria. Por eso, hace unos días, el subsecretario de Gobierno, Cristian Abel, sentenció: "no tenemos lugar para los feriantes y no podemos permitir que se instalen en la calle". El segundo motivo es más institucional: "es parte de la problemática del comercio ilegal en el Gran San Miguel", dice el secretario Berarducci. "Queremos regularizar este tipo de actividades. Tenemos la norma que prohíbe la venta callejera pero también la realidad de esta gente. Y como 
tenemos una orden judicial que hay que cumplir, la idea es generar una mesa de diálogo y que se hagan propuestas".

Reparto de culpas

No están convencidos todavía los vecinos. "La Municipalidad es la responsable de este desastre", dice Fernando Díaz. "Les deberían buscar solución. Con la orden judicial se sacaron un peso de encima pero no saben cómo hacer". La superpoblación de vendedores parece haber sido la detonante de la crisis. Los vecinos aducen falta de control de los funcionarios, pero Berarducci se defiende con que el fenómeno los ha excedido. "Los feriantes están fragmentados y no reconocen un vocero. Igual los vamos a escuchar. Pero cada uno siguió sus propios intereses; esa es la realidad de la calle", describe. Y agrega: "terminaron matando su propia gallina de los huevos de oro".  
 No es un problema sencillo. Muchos feriantes hacen el recorrido semanal por la provincia. Están bajo las tribunas de la cancha de Atlético y por otros lugares como El Manantial. "Muchos pagamos flete para trasladarnos y ya perdimos el día", se queja Rosa Aquino. "El viernes es un día importante, como el sábado y el domingo", agrega. Muchos de los de Villa Luján se reparten el sábado entre Banda del Río Salí, San Pablo y Yerba Buena. Algunos estaban conformes con la idea de que se instalen en Villa Piolín (a cinco cuadras de Villa Luján) pero el predio, según Berarducci, no es de jurisdicción municipal. "La DAU está haciendo una plaza pero las obras están paradas desde hace meses", explica el secretario. "Ahí no hay nada ni nadie", replica el feriante Ramón Díaz. Las opciones que quedan son pocas. Se habla de Campo Norte o de terrenos baldíos cuyos dueños estén dispuestos a prestarlos o alquilarlos. "Pero necesitamos compromiso escrito de los dueños", dice Berarducci.

La urgencia

No podrá la Municipalidad sostener por mucho tiempo la erradicación y al mismo tiempo será presionada por cortes de calle y protestas. De hecho, el desalojo se mantendrá mientras dure el apoyo policial que, como se sabe, depende de una decisión operativa del ministro de Gobierno y Seguridad provincial. Los comisarios de la 7a, Nazareno Villagra y Rodríguez, están satisfechos con la mejora de la plaza -consideran que podría ser un gran centro cívico de la zona oeste capitalina- pero se mantienen equidistantes en el problema Municipalidad-feriantes-vecinos. "Cada viernes se nos iban 15 agentes, más cinco de Infantería para cuidar el orden en la plaza -explica Rodríguez-. Y cuando ponés policías amontonados en un lugar tené la seguridad de que otro sector está desprotegido". 
No habrá nuevas escaramuzas hasta el viernes. Los feriantes y los funcionarios se verán las caras el martes y se sabrá si se empieza a construir una salida para esta situación  de degradación institucional. La feria seguirá existiendo, en un predio o en la calle, porque el problema de fondo, el social, no se ha solucionado.

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