“Al discurso amoroso ni siquiera le queda el fragmento”

“Al discurso amoroso ni siquiera le queda el fragmento”

Es uno de los autores más talentosos de habla hispana. Aquí habla sobre Retrato de Mussolini con familia, su último libro. Afirma, por cierto, que no tiene nada que decir. “Pero me esmero muchísimo en la manera en que debo presentar ese no decir”, remata.

 -EN LA BÚSQUEDA DEL EFECTO SEDUCTOR. Bellatin escribe intentando trabajar siempre sobre el r everso del discurso. LITERALMAGAZINE.COM -EN LA BÚSQUEDA DEL EFECTO SEDUCTOR. Bellatin escribe intentando trabajar siempre sobre el r everso del discurso. LITERALMAGAZINE.COM
08 Noviembre 2015

Por Denise León

PARA LA GACETA - NUEVA YORK

- ¿Cómo surgió la idea de un libro como Retrato de Mussolini con familia, que juega con la idea de libro pero también con la de álbum, la de ilustración y la de recortes?

- Desde hace mucho me interesa resolver la posible relación entre imagen y texto. En varios libros he tratado de resolver ese enigma. El año pasado hice un libro con la artista de este libro: Szu Szurka. Pero finamente, aprecié que dentro del resultado todavía esas dudas no quedaban claras del todo para mí. Tanto el texto como las imágenes podían ser presentadas de manera autónoma. Entonces, como tenía interés en seguir trabajando con la misma artista, separé en mi cabeza distintas líneas de creación. Me puse el propósito de hacer un tipo de texto, que desde su concepción estuviera ligada a una representación gráfica. Textos que cumplieran con determinadas reglas, además. Que fueran escritos en una sola sesión, que respetaran un aire determinado para la presencia del otro discurso. Fue de esa manera que Retrato de Mussolini con familia fue concebido cierta madrugada -de dos a siete de la mañana-, pensando todo el tiempo en las posibles ilustraciones.

- Comenzás con una línea muy impactante y casi folletinesca: La fantasía que todo llegará /cuando sea demasiado tarde, / Como aquella frase recurrente /que el amor aparece o muy /temprano o cuando ya el tiem-/po pasó. ¿Dirías que Retrato... es una novela de amor?

- Por supuesto. A la vieja usanza además, con los elementos dramáticos correspondientes, pero llevada a un punto extremo desde el cual romper con la retórica propia de las novelas de amor, que en base a su repetición de fórmula las convierte precisamente en meras copias de lo que puede ser una verdadera historia de esa naturaleza.

- Hay algo del orden de la sentencia en cada uno de los fragmentos breves que componen la historia ¿Creés, como Roland Barthes, que al discurso amoroso no le queda más que ser el lugar de una afirmación, de un arrebato del lenguaje?

- Al discurso amoroso me parece que ya ni siquiera le queda el fragmento. Quizá en los tiempos de Barthes podía haber lugar todavía para encontrar un discurso histórico fragmentado. Me parece que ahora, tal vez y con suerte, puede existir una hilacha a la cual asirse. Representada en este caso por los trozos de papel escritos con errores tipográficos pegados casi como de emergencia a la manera de un grito desgarrador por su silencio.

- En tu libro, el exceso sentimental del lenguaje se combina con el hecho de que quien sostiene el discurso es un enfermo en trance de muerte que vive una apasionada escena con un sacerdote, creando un golpe de efecto poderoso y, al mismo tiempo, inesperado. ¿Es un efecto intencional? A lo que me refiero es, ¿te interesa trabajar con el reverso del discurso, de los lenguajes?

- Siempre he tratado de hacerlo, principalmente porque siento que produce un efecto altamente seductor. Me parece que eso es lo que crea esa atmósfera “enrarecida” -esto lo conozco pero lo desconozco al mismo tiempo- que me parece está presente en la mayoría de mis libros. Yo no tengo nada que decir, pero me esmero muchísimo en la manera en que debo presentar ese no decir.

- Mientras leía tu libro no podía dejar de pensar en los poemas de Amado Nervo, no solamente porque en ellos se canta el amor a una amada muerta, sino por un fervor que atraviesa el lenguaje y que lo acerca al melodrama. ¿Estas confidencias del narrador no tienen también algo de espectáculo, de ceremonia pública?

- La esencia misma del discurso amoroso en versión literatura romántica. La que ya se queda callada, y al mismo tiempo se apropia del poder que le puede dar su falsedad, el simulacro que necesitamos para simular que esa fantasía es capaz no solo de existir sino de ser para muchos la razón de nuestras existencias: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche...”

© LA GACETA 

PERFIL

Mario Bellatin nació en México, en 1960. Es autor de más de 30 libros. En 2002 ganó la beca Guggenheim. Fue director del Area de Literatura de la Universidad del Calustro de Sor Juana en México. Fue finalista del Premio Médicis a la mejor novela extranjera publicada en Francia y obtuvo los premios Villaurrutia y Mazatlán.

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