La periferia también es Tucumán
La periferia también es Tucumán
La seguridad no es una ciencia exacta. Desde el reconocimiento de que no hay tasa cero de delito hasta la locura que muestran lugares como la Ciudad Juárez que describe la película “Sicario”, las sociedades oscilan entre percepciones de aumento o disminución de la seguridad y aproximaciones a medidas que permitan pensar que se puede llegar a vivir con tranquilidad.

Así las cosas, ¿cómo estamos en Tucumán? Juan Manzur no lo dijo en su discurso de asunción como gobernador, pero sí planteó varios conceptos: 1) la seguridad aflige a todos y es cuestión de gobierno prioritaria. 2) Es compleja y se vincula con otras áreas de gestión, como asistencia social, educación, cultura, empleo y deportes. 3) Hace falta un nuevo paradigma de una Policía vinculada con la comunidad y orientada a la prevención del delito. Habla del 911 y de agentes en la calle en contacto con los vecinos. 4) Hace falta una Justicia con más elementos y legislación “moderna”, como el cambio del Código Procesal Penal. 5) Habló de periferia y marginalidad: citó al Papa Francisco para describir el problema: “cuando la sociedad (...) abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad”.

Entre el diablo y Dios

La definición del Papa marca un punto central. La sociedad sufre la periferia pero no la reconoce como parte de sí misma. En esos lugares se cuece una vida diferente a la conocida. En ellos reina el diablo (”el maligno”) y el abandono tiene ribetes casi bíblicos, como lo plantearon los vecinos de “El Sifón” en la procesión que hicieron la semana pasada, tras el suicidio de dos chicos adictos. “Es que al corazón del hombre no hemos podido llegar, entonces vamos a tratar de tocar el corazón de Dios. El hombre, la política, el Estado, no han podido hacer nada por nuestros hijos, se diga lo que se diga. Entonces ahora le pedimos al Señor”, dice Beatriz Carnero, una de las referentes del grupo Familias en Acción. Ni siquiera los hombres de Dios pudieron cambiar esas vidas señaladas por el destino, como contó el parroco Andrés Ortega, de Cristo Rey, cuando dijo que “los chicos y sus familias lucharon hasta donde más pudieron, pero no lo lograron. Nosotros también sentimos que hay un límite. No podemos trabajar solos y desarticulados”.

La negación del narcotráfico

Manzur habló de la tarea social que se debe encarar con las adicciones, pero no mencionó el narcotráfico, ese asunto negado hasta el hartazgo por su predecesor, José Alperovich. Hace tres días, el ahora senador electo volvió a negarlo: “El narcotráfico no existe acá. Lo que hay es venta, que está avanzando. La Justicia se tiene que poner de acuerdo con el poder político”, sentenció, eludiendo responsablidades. Allá en la periferia los “transas” (que trabajan con el narcotráfico) arrasan con los jóvenes adictos, convirténdolos en zombis. La negación de Alperovich se replica en el país, indeciso desde hace años entre la visión guerrera de combatir y encarcerlar a todos (los inalcanzables narcotraficantes y los perejiles trafiadictos) y el cambio de paradigma por el reconocimiento de que perseguir exlucisvamente al adicto no resuelve el problema y consume recursos sin fin. Mientras Alperovich negaba el narcotráfico, el fiscal federal José Luis Bruno, de Orán (Salta), proponía levantar un muro en la frontera con Bolivia para tapar la marea, al estilo de Estados Unidos y México.

¿Qué hará el nuevo gobierno? Por ahora estudia el problema. El ministro de Gobierno y Seguridad, Regino Amado, promete dedicación y anticipa que se ha acordado con Gendarmería una tarea conjunta. “Ellos arriba (al norte) en la frontera. Y también abajo (en la provincia) con controles en las rutas 307, 157 y 38”. Con ello se pondrá énfasis en los operativos contra el tráfico de mercadería ilegal, la trata de personas y el narcotráfico, como se ha venido haciendo en los últimos tiempos. Tarea que ha resultado ineficaz para evitar que se inude la periferia con drogas para venta al menudeo, cristalizada en el “paco” y ahora en la “alita de mosca”, y evidentemente vinculada con la falla en la estrategia para afrontar el problema que inunda los barrios de la periferia.

El vínculo con el vecino

También habrá que ver cómo hacer una Policía orientada al vecino. Manzur habló del 911, que ha sido el gran caballito de batalla del gobierno de Alperovich, pese a que no hay cifras estadísticas que corroboren si incide la tecnología en la baja de delitos. El 911 y las cámaras de seguridad han crecido en todo el país en la última década y la nueva gestión quiere ampliar el 911 al interior de la provincia. Amado apuesta a tareas de coordinación con los municipios para que haya personal civil en las salas de monitoreo y de atención telefónica, a fin de que los agentes salgan a la calle.

Alperovich tenía esta estrategia. Puso más vehículos y duplicó el número de policías, en lo cual no se diferenció de otras provincias. Así como Tucumán aumentó el número de agentes de 4.000 a 8.000 en una década, Salta los elevó a 10.000 y Jujuy a 6.000. Pero en nuestra provincia el promedio de 60 homicidios al año de 2003 se duplicó hace dos años y se mantiene; y el delito callejero se convirtió en una plaga. La estrategia no funcionó, pese a que se ejecutó como quiso Alperovich: se han llenado las cárceles y las comisarías de presos, se avanzó todo lo que se pudo con la tecnología. Ya la Policía tiene un drone y todo indica que en el futuro se utilizarán estos controvertidos aparatos en seguridad, como se hace en Tigre.

Los mismos para el cambio

Manzur también habló de modernizar la legislación. Pretende cambiar el Código Procesal Penal, cuyo proyecto duerme en la Legislatura, tras un trabajo de un año de una comisión multidisciplinaria. Pero por ahora se mantiene a casi todos los funcionarios de seguridad de Alperovich. Amado, un hombre componedor, tranquilo y fogoneado en la política de la Legislatura, es cuidadoso: “no estoy exento de que un caso resonante pueda afectar nuestra incipiente estrategia -dice-. Sí le doy la seguridad a la comunidad de que voy a trabajar a conciencia y ser muy prudente. No voy a hablar si no sé. Quiero ganarme respeto a través de mi trabajo”.

El bache estadístico

¿Se extenderán otros anuncios del programa de gobierno enunciado por Manzur a esta cuestión? Habló de una ley esencial para planificar las acciones de la gestión y de trabajar con cifras estadísticas. Pero no mencionó estudios sobre ocurrencia delictiva y modalidades criminales. ¿Estaba sobreentendido? En el caso de Alperovich el asunto fue ignorado. Como lo ignoró el Gobierno nacional, que desde hace casi una década ignora las estadísticas criminales, razón por la cual sólo se puede contar con estudios aislados al respecto. De Tucumán cabe recordar la renuncia en 2014 del ex director de Estadísticas, José Luis Ruiz, quien se fue al amayismo denunciando que Alperovich desde 2007 había prohibido difundir algunas cifras, como los índices de inflación y de costos de construcción privada. No se sabe que se hayan relevado datos sobre seguridad. Pero eso revela una tendencia a desinflar las instituciones y ponerlas al servicio del mandamás y no de la sociedad. En su discurso, Manzur prometió un Tucumán institucional confiable e inclusivo, una idea revolucionaria para esas instituciones desgarradas.

La herencia que complica

El nuevo ministro dice que por ahora están trabajando con los problemas heredados, como la exigencia de la Justicia de trasladar a la cárcel los detenidos en las comisarías (se está por construir una alcaidía en Villa Urquiza para albergar a 400 detenidos). Por lo demás, sigue el mismo jefe de Policía, Dante Bustamante, cuestionado por la represión del 24 de agosto a manifestantes en la plaza Independencia. No se removería la plana mayor policial porque significaría hacer un movimiento grande en la fuerza que por ahora no ha sido estudiado. Y viene la pregunta: ¿esta Policía burocrática, aferrada al trámite, habituada a responder a todos los problemas de seguridad con operativos similares y enviciada con la práctica de los servicios adicionales, es la que va a salir a la calle y acercarse al vecino?

Las intenciones del programa han generado buena impresión. Pero también la realidad va dando pautas. Ya sea la queja del miércoles de los vecinos de Villa Quinteros (”No podés mandar a los chicos a comprar porque les pegan o los apuñalan por un celular. Entran a las casas, te roban en la calle, andan armados y lo peor de todo es que son chicos del pueblo que están perdidos por la droga”, dijo Erika Bustamante); ya sea el asalto del lunes a pequeños deportistas en el autódromo del parque 9 de Julio en las narices de la guardia del parque y frente a una cámara de vigilancia; ya sea el asesinato de un comerciante en Alderetes. Todos esos lugares son como la periferia, donde la sociedad, como dice el Papa, ha abandonado parte de sí misma.

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