Una estrategia a la vez conciliadora y elusiva

Una estrategia a la vez conciliadora y elusiva

Arrancó con un discurso de impacto: frente al caos institucional, propuso planificación, estudio de datos y normalización de entidades intervenidas; frente al leve sentido de identidad tucumano propuso el carácter histórico y aglutinante del Tucumán del Bicentenario; frente a las peleas políticas propuso la conciliación. Juan Manzur no podía esperar que se legitime su imagen a partir del escandaloso proceso comicial del 23 de agosto sino enfocándose hacia adelante, con un mensaje optimista, marketinero y elusivo. No habló de la infernal pelea política desatada desde ese domingo y apuntó al diálogo y la reforma. Habló de desencuentros, pero en medio de un preciso racconto histórico de estos dos siglos. Eludió los fracasos históricos y actuales del azúcar y se enfocó en la “marca limón” y en las energías del Tucumán productivo. No habló de la infraestructura colapsada el último verano sino que enumeró las propuestas que Tucumán espera desde hace años: Potrero de las Tablas, centro de transferencia multimodal de cargas... Eludió hablar de narcotráfico y se enfocó en las adicciones. Ignoró los miedos de la inseguridad y propuso un paradigma de Policía vinculada al vecino y una política social inclusiva. Y cerró con la convocatoria a la unidad en el Bicentenario. Fue un discurso fuerte, muy distinto a los de su antecesor, y acaso la estrategia más apropiada para ganar los tres meses de gracia que necesita un Gobierno que recién asume.

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