“La Royal”, en la versión de Rodrigo Espina

“La Royal”, en la versión de Rodrigo Espina

El director y docente capacitó a cineastas y filmó una canción de Alejandro Kaplán, que mañana se estrenará en el Centro Cultural Virla.

EN PLENA ACCIÓN. En la filmación de “La Royal”, Rodrigo Espina optó por ser uno de los extras y se puso una peluca afro para una de las escenas.  la gaceta / fotos de analía jaramillo EN PLENA ACCIÓN. En la filmación de “La Royal”, Rodrigo Espina optó por ser uno de los extras y se puso una peluca afro para una de las escenas. la gaceta / fotos de analía jaramillo
25 Octubre 2015

Rodrigo Espina rompe cualquier visión bucólica de la materia en la que es experto: “los videoclips son un producto bastardo”. Como para que no quede duda de su sentencia agrega impiadoso: “son un producto comercial; pueden estar mejor o peor hechos, pero son lo que son”.

Su palabra es autorizada en el mercado visual. Espina es uno de los principales realizadores de clips del país (lo atestiguan bandas como Las Pelotas, Los Piojos o Los Caligaris), aparte de tener una acreditada carrera como realizador, documentalista y docente. En este último rol estuvo en Tucumán, dictando un curso a una veintena de cineastas en formación y filmando un tema del cantautor local Alejandro Kaplán, “La Royal”.

El producto final se estrenará mañana a las 20 en el Centro Cultural Virla de la UNT, y luego habrá un recital en vivo de Kaplan con su Pequeña Banda Sinfónica, los protagonistas del video. Pero más allá de este logro audiovisual, las enseñanzas de Espina sirven como germen de una incipiente camada de productores y realizadores que atiendan las necesidades de los músicos locales.

“Me siento más productor que realizador, por la cuestión de que lo más mágico que tiene el arte va desde el corazón a la cabeza, para que vos lo veas. La fecha de defunción del rock fue cuando salió al aire MTV, porque se empezaron a hacer clips como un producto de supermercado, y en la tanda aparecía de todo como en una góndola: al lado de Shakira estaba Jon Spencer Blues y luego Jaime Torres. A mí me encanta hacerlos, pero los miro por obligación, cuando los debo presentar a algún cliente”, admite en una entrevista con LA GACETA.

Su presencia fue coordinada por UNT Visión (con cuyo director Ossian Lindholm, Espina fue compañero en la primaria y secundaria), la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNT y el Ente de Cultura de la Provincia.

- ¿Hay una estética argentina del videoclip?

- Hay algo que nos hace que, sin querer, seamos localistas, y son pocos los medios de que disponemos. Acá se filma en la pobreza por todo lo que les pasó a las discográficas, con sus pérdidas por las bajadas de temas por internet. No hay un peso y los músicos lo saben; entonces sale algo localista. Pero hay un porcentaje grande que, si pudiese, filmaría como los raperos norteamericanos, bajando de una limusina y llegando a fiestas con varias minas. Fijate cuántos de los Illya Kuryaki and the Valderramas hay con ese estilo. Nunca construimos una estética argentina, mientras que Brasil, Colombia y otros países la tienen. El rock de Bolivia y de Perú es grosísimo, mientras que nosotros siempre fuimos una copia de los europeos y de los yanquis. Argentina pecó de querer ser como otros. En mi caso, me siento orgulloso de una de mis etapas, que la llamo de neorrealismo argentino, con filmaciones hechas en 16 milímetros, en blanco y negro y con una estética propia. Detesto los clip espejos de los yanquis.

- ¿Cuáles son los primeros consejos que das en un curso?

- Que sepan que esto es un comercial; pueden mandarse la parte de ser medio artistas, pero tienen que tener conciencia de lo que están haciendo. Hay que definir qué necesitan los músicos, porque la misión es asesorarlos. Hoy no es que se los vea en MTV o MuchMusic, sino cómo salen en internet o en las redes. El rol es más extenso y es lo primero en que deben pensar. Y son fundamentales las locaciones, hay que elegir un par que sean baratas y que sirvan en la estética: no una oficina y nada más sino cada espacio, cada zona. Es la clave del videoclip y es una decisión estética y creativa. Yo tengo un estilo que intento transmitir. Tomo bandas y les hago videos durante muchos años, como los 15 que estuve con Las Pelotas. Así me comprometo con su espíritu, sabía qué significaban sus canciones, qué no les gustaba, cuál era su estética y sus letras. Es muy difícil la comunicación, y seguirlos permite ganar mucho tiempo.

- ¿Con qué te encontraste en Tucumán?

- La juventud tiene mucha polenta, todo es muy intenso. Hay un alto nivel, así que cuando UNT Visión comience a tener su archivo, habrá una calidad técnica fantástica.

- ¿En qué se diferencia de otros lugares donde dictaste cursos?

- En comparación con talleres similares, me sorprende el apoyo de los tres entes oficiales a la actividad. Esto le da una fortaleza mucho más grande. Ahora estoy trabajando para dictar un curso parecido en Bernal, en un centro cultural independiente donde la luchan solos. En cambio, acá tuvimos todo de infraestructura; lo que necesitábamos lo conseguíamos, hasta cámaras de la hostia.

- Dentro de esa asimetría, ¿con cuál te sentís más cómodo?

- Como soy un realizador independiente, con la pobreza, estoy más acostumbrado a ella. Acá filmé como si fuese un productor más grosso y tuve equipos que me cuesta llegar a disponer en otros lados. Por eso tuvieron que apelar más a la creatividad, porque todo lo demás está muy bien armado, hay que luchar menos con la factibilidad. Cuando tenés todos los equipos, no hay excusas y hay que trabajar bien. Está la capacidad humana, los equipos y las instituciones de respaldo.

- ¿Cuánto pesa en el producto lo institucional de que exista una carrera de cine en la UNT?

- Muchísimo, pero tan importante es la experiencia como el estudio, el intelecto como lo pragmático. Sin la cabeza todo puede ser muy chato; es lo que nos diferencia de los animales y que hace que todo lo que producimos tenga más vuelo. En Tucumán está la posibilidad de desarrollarlo.

- ¿Hay una formación más concentrada en los aspectos técnicos que en los artísticos?

- Si fuera así, sería un problema. Es cierto que noté que les faltaba trabajar en el guión, y que todos me hablaban de cámaras y de programas. Yo estoy medio en el otro bando, me mencionan cámaras y sensores y no sé nada. La técnica viene ya, si filmás es porque sabés hacerlo, editarlo y presentarlo. Me interesa más lo conceptual, lo artístico, pero no se podría hacer cine sin la técnica. Las autoridades deben tener conciencia de esto y los maestros tener en claro qué le falta desarrollar en la carrera, porque hay que tomar cartas en el asunto. Los problemas con la dirección de actores no sólo pasan acá, sino también en Buenos Aires, porque le tienen pánico a la actuación. Se ven programas de Encuentro, que es el mejor canal de la televisión de la historia, en los que la actuación es muy floja, no les creo nada a los actores. La primera selección en un casting debería ser sin ver a los actores, sólo escuchándolos para detectar el cantito que tienen, porque es una cuestión musical. El mal actor repite un cantito, y en Encuentro versean todos y tiran abajo la calidad: parece que no les interesa.

- ¿Cuánta gente participó de esta experiencia?

- Trabajé con 26 personas. El pánico fue cuando tenía que definir los roles, temía que haya peleas. Pero salió maravillosa y mágicamente bien, con el equipo armado. A mis clips los hago con 10 personas, así que tener toda esta gente fue un lujo. Y me sorprendió la calidad, que es producto de la Ley de Medios (de Servicios Audiovisuales), que habilitó un montón de posibilidades para las productoras y los canales del interior; fue una norma muy positiva en ese aspecto.

- ¿En qué estás embarcado?

- El que hace cine tiene que estar metido siempre en varios, pero sobre todo estoy muy enganchado en el documental “Carlos L”, que es la experiencia más libre de todas las que hice. No tengo idea de quién es y eso es algo muy interesante. Me llegó una biblioteca de 400 libros suyos y él no sabe que yo existo ni que estoy haciendo su documental, porque no lo contacté todavía. Empecé a encontrarme con una persona que marcaba y acotaba los libros, un peronista lleno de escritos radicales. Vamos a filmar el momento en que yo lo llame y le diga lo que estoy haciendo. Me dijeron que es muy jodido y si me dice que no, lo mismo voy a hacer el documental. También me preguntaron qué pasaba si es aburridísimo, pero no creo que haya un solo ser humano aburrido si encarás su vida creativamente. Lo más interesante del ser humano es que somos sobrevivientes y la peleamos todos los días. En este país, siento que estamos viviendo un infierno, pero se ama, se odia, se pelea. No hay un ser humano que no se merezca una película.

PUNTO DE VISTA

Un material de difusión masiva -Alejandro Kaplán - cantautor - autor de “La Royal”

“La Royal” será mi primer videoclip, así que lo espero con mucha expectativa. Los materiales audiovisuales son los más difundidos actualmente y si es de calidad, como lo será este, amplifica el número de personas a las que podré alcanzar. La conjunción entre música e imágenes es una combinación explosiva, es una herramienta muy potente. En una conversación con Ossian Lindholm, director de UNT Visión, le surgió la idea de convocar a Rodrigo Espina para dictar un curso, y tuvo la generosidad de proponerme participar como músico del proyecto. La filmación fue una experiencia única e irrepetible. La elección de la canción respondió a varios factores: principalmente, es uno de los cortes de mi inminente primer trabajo discográfico, “Tumbacabeza”; y también busqué un tema que reuniera ciertas características que se adecuaran al lenguaje audiovisual, como que sea corto, de pulso rápido, con muchas imágenes sugeridas y un estribillo pegadizo. “La Royal” habla del cambio generacional, del tipo que todavía se siente joven pero que ya no le divierten las mismas cosas que hace unos años, y a quien probablemente los colegiales traten de usted, cosa que lo irrita.

Publicidad
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios