La diplomacia del jazz

La diplomacia del jazz

Mientras los gobiernos de Estados Unidos y Cuba afinaban los detalles del histórico anuncio del restablecimiento de sus relaciones, un grupo de músicos cubanos y norteamericanos, que buscaban unir a sus pueblos a través de su música, se toparon con la noticia en la residencia de un diplomático en la isla. Y empezaron a esparcirla...

25 Octubre 2015

Por Nicolás Rodríguez Brizuela - Para LA GACETA - Nueva York

Esta es una historia de un imprevisto tropiezo con La Historia. Una aventura en Cuba, con músicos cubanos y americanos hermanados en una pasión común, el jazz. Grabamos en diciembre pasado en La Habana Cuba: La Conversación Continua..., álbum del cual soy productor y que quedará para siempre ligado al giro histórico de las relaciones cubano-americanas, luego de más de 50 años de desencuentros.

En noviembre de 2013, en Agra (India), con mi amigo Kabir Sehgal planeamos viajar a Cuba antes de que “todo cambie”. Kabir (autor de varios best sellers, jazzista y analista en Wall Street) escribió hace unos años Jazzocracia, un libro que reflexiona sobre la interconexión entre el jazz, las relaciones internacionales y la política de EE.UU. Cuenta allí que el Departamento de Estado, observando que el jazz era popular del otro lado de la “cortina de hierro”, comenzó a patrocinar viajes para que sus artistas tocaran en Europa del Este.

Nos interesaba producir un evento de alto impacto en Cuba, algo que pudiera demostrar la buena voluntad entre los pueblos de EE.UU. y el de la isla. Después de todo, si los gobiernos no dialogan, podríamos concebir una “conversación” entre sus pueblos. Así nuestro plan fue tomando forma: grabar un álbum de jazz en La Habana con músicos norteamericanos y cubanos. El jazz, como es sabido, es tal vez aquello que los EE.UU. y Cuba tienen más en común, con raíces compartidas que se remontan a los mismos inicios de este movimiento musical.

Con esa idea en mente, Kabir se acercó a Arturo O’Farrill -compositor, intérprete y ganador de un Grammy e hijo de padres exiliados de Cuba-, quien se sintió maravillado con la idea y cursó invitaciones a Cuba con el encargo de componer todas piezas originales para este nuevo álbum, mientras él también componía junto a su orquesta, The Afro Latin-Jazz Band. También sugirió el nombre del álbum Cuba: La Conversación Continúa... siguiendo la histórica “conversación” entre dos de los grandes del jazz: Dizzy Gillespie (EE.UU.) y Chano Pozo (Cuba), que confluyó en lo que hoy denominamos jazz afrocubano. Desde la misma instalación del embargo por EEUU, esta colaboración artística se discontinuó, y la evolución del jazz en cada país perdió esa rica influencia recíproca. Medio siglo después, nos propusimos lograr este reencuentro.

Cuando nació el futuro

40 músicos y productores viajamos a La Habana para reunirnos con nuestros socios musicales locales en el histórico estudio de grabación Abdala. El álbum terminó de grabarse a mediados de diciembre pasado y hoy se encuentra en etapa de post-producción.

Mientras celebrábamos en La Habana, esta historia tuvo un giro inesperado. Visitamos al Jefe de Misión de los Estados Unidos, el embajador Jeffrey De Laurentis, en su residencia, y ofrecimos con un concierto para unos 100 invitados el día 16 de diciembre de 2014. Al finalizar, el embajador nos invitó a tener una conversación privada. Nuestro proyecto se topó con un embajador aparentemente reacio a involucrarse en lo que le planteábamos. Esa parquedad tenía su razón de ser; esa misma noche, mientras conversábamos con él, Cuba y EEUU estaban intercambiando prisioneros. A la mañana siguiente, nos enteramos de un anuncio inminente sobre las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. El resto es ahora parte de la Historia.

Ese mismo día tuve la oportunidad de revelarle a un guardia en el Museo de Arte Moderno, donde hay una réplica de la prisión de los “cinco grandes”, que los prisioneros cubanos se encontraban ya en un vuelo de regreso. El robusto uniformado rompió en llanto como un niño. Una señora de unos 60 años se emocionó al imaginar que podría viajar fuera de la isla, por primera vez en su vida. Un camarero, nacido antes de la revolución, me confió que no pensaba que llegaría a vivir este día. Un niño pequeño en la Plaza de Armas bailó de alegría. “Es la última victoria, la victoria final de nuestra revolución”, me confió un transeúnte desafiante. Una pareja, ambos empleados en un restaurante local, nos dijo: “Creo que ahora vamos a animarnos a tener hijos. Hasta ahora no confiábamos en que podríamos darles un futuro”.

El embajador De Laurentis nos extendió una nueva invitación a raíz de los sucesos históricos que habían ocurrido. De esta conversación puedo decir que el embajador tuvo recurrentes palabras de elogio sobre el papel del papa Francisco como conducto y catalizador de este encuentro.

Nuestra aventura cubana resultó mucho más fructífera de lo que podríamos haber imaginado. Nuestro Álbum de Jazz forma parte de este momento histórico en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Serán auspiciosas si, como hicimos nosotros, apuestan a colaborar en lo que tienen más en común. Celebremos entonces por una “Conversación” que continuará....

© LA GACETA

Nicolás Rodríguez Brizuela - Licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Córdoba; magíster en Artes, Finanzas, Políticas Públicas y Estudios Internacionales de la Universidad de Wharton; senior manager en Artisan Partners (Nueva York).

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