Pecado capital
El manzurismo -o post alperovichismo- ha cometido su primer pecado en la capital. ¿Soberbia? ¿Codicia? ¿Pereza? ¿Una sumatoria, quizás? Lo concreto es que nadie se fijó en qué quería el veterano sindicalista Javier Aybar. El peronista, nacido en el mítico 53, les dio una clase en vivo de olfato a sus (¿ex?) compañeros del FpV. Los operadores de la Casa de Gobierno priorizaron las charlas con Bussi para que los dos ediles de Fuerza Republicana apoyaran a la oficialista Vargas Aignasse . “8+2=10 de 18”, pensaron. Y descuidaron lo propio. A río revuelto, ganancia de Alfaro. Con el intendente electo festejaron amayistas, radicales, macristas y la CC-ARI. 

Aybar, el más longevo entre sus pares, presidió la sesión preparatoria. El reglamento prevé que el edil decano, en caso de empate, defina con voto doble la mesa de conducción. Cuando los siete oficialistas se acordaron, él ya estaba en la Presidencia. 

El peronista ya sabía lo que iba a hacer. Por eso ayer dejó su celular en casa. En la semana lo habían invitado a charlar con Alperovich. Aybar esperó un rato en el antedespacho del mandatario saliente y se fue, arguyendo compromisos. “Cualquier cosa, que me llame el gobernador Manzur”, advirtió, según oficialistas. Sólo el mercantil Roque Brito, alineado al alperovichista Caponio, lo visitó el miércoles, con una propuesta que le resultó poco interesante. “¿Por qué no puedo estar yo en la mesa de conducción?”, le replicó Aybar. La Casa de Gobierno ya lo había excluido del reparto.

Un sector del manzurismo les apunta a Caponio y a Brito. Otra parte, a quienes debían cuidar sus propios lugares. Puertas adentro hubo reproches. ¿Habrá autocrítica? Y en la Municipalidad festejan. Pero no tienen margen para la lujuria. Más allá de las buenas migas con Alfaro, Aybar avisó que tiene por líder a Manzur. Y los amayistas ya conocen el olfato del sexagenario peronista.

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