Mujeres que dejan todo para dedicarse a sus hijos

Mujeres que dejan todo para dedicarse a sus hijos

Cada vez más profesionales hacen un parate en su carrera para no perderse la posibilidad de disfrutar el crecimiento de sus chicos.

TODO EL TIEMPO PARA ELLAS. Cecilia Mecozzi pasa largas horas jugando con sus hijas; le gusta estar en todos los detalles y acompañarlas siempre. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI. TODO EL TIEMPO PARA ELLAS. Cecilia Mecozzi pasa largas horas jugando con sus hijas; le gusta estar en todos los detalles y acompañarlas siempre. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI.
La casa es sencilla y moderna; está al pie del cerro. Del otro lado del portón nos espera una cálida sonrisa de oreja a oreja. Cecilia Mecozzi -psicóloga, experta en recursos humanos- está con su bebé Juanita en brazos y con Valentina, de 5 años, que le envuelve la cintura como un abrojo. La profesional, de 35 años, se muestra relajada, tranquila. Lejos parecen haber quedado los tiempos de angustia, esos días dominados por la duda: ¿cómo hago para trabajar y ser una buena madre?

La llegada de su hija más grande fue como un sismo. Todo se movió para Cecilia, que entonces se desempeñaba en una importante empresa. Trabajaba todos los días, de 8 a 19. Mientras cursaba su embarazo, le costaba imaginar cómo haría para partirse al medio y cumplir con sus dos obligaciones.

“No quería perderme el crecimiento de mi hija, estar a su lado, ver sus progresos día a día, compartir todo: sus baños, sus comidas, sus travesuras...”, enumera. Lo charló con su esposo, Gabriel, y tomó la decisión: renunció al trabajo para quedarse en casa. Por supuesto que no fue fácil. Sintió miedo de que su título universitario quedara guardado en el cajón. Por eso, cada vez que puede, hace trabajos de consultoría en forma independiente y cursos que la mantienen en contacto con su profesión.

Ni bien se convirtió en una madre 100% dedicada a su hija empezó a sentir los beneficios. Cuenta que no lo vivió como una postergación personal, sino como un redescubrimiento de sí misma. “Vivir para ellas me hace feliz en este momento de mi vida”, confiesa. Los ojos se le iluminan cuando le canta “tortita de manteca” a Juanita, una muñequita rubia de 6 meses. O cuando Valentina pasa largos ratos peinándole el cabello.

No hay apuros en la casa de Cecilia. Es cerca del mediodía y empieza a alistar a la bebé para darle la papilla. Le gusta llevar al jardín a la mayor, estar para las reuniones de padres, sacarla a pasear y hacer las visitas al médico. También la acompaña a dormir cada noche. “Nunca contraté una niñera”, dice. Y confiesa con total honestidad que es una obsesiva de la crianza de sus hijas.

¿Tendencia?

El de Cecilia no es un caso aislado. Cada vez son más las mujeres que dejan atrás altos cargos y buenos salarios para cuidar de los hijos. En la actualidad, el 13,3% de las madres con estudios universitarios no participa del mercado del trabajo, según una investigación de la Fundación Observatorio de la Maternidad. El relevamiento, titulado “¿Los hijos influyen de igual manera en la vida de las mujeres y de los hombres?”, mostró que la participación laboral de ellas se reduce hasta un 43% si son madres.

“Muchas mujeres dejan de trabajar de manera remunerada cuando son madres (en especial cuando los hijos nacen o son pequeños) como una estrategia para conciliar las responsabilidades laborales y familiares. Y eso sucede porque ellas siempre dedican más tiempo al cuidado infantil, aun cuando trabajan fuera del hogar”, explica Carina Lupica, miembro del Observatorio.

Cecilia Mecozzi considera que las mujeres están en desventaja en el mercado laboral. “Es una cuestión cultural. Generalmente si están preocupadas por los hijos o piden permiso por algún motivo relacionado a ellos son mal vistas o las relegan. Esa situación lleva a muchas mujeres a postergar la maternidad o a renunciar”, destaca. Muchas de las profesionales que optan por un parate en su carrera laboral para volver a su casa no lo hacen para lavar los platos. En general, buscan crear o conseguir algún emprendimiento que no las arranque del hogar.

“Renunciar a un trabajo para quedarse en la casa no se trata de una vuelta al pasado. De lo que se trata es de reenfocar la carrera por otro camino para poder estar en el hogar. La vida profesional se puede recuperar, pero el vacío emocional que se crea por no poder estar con los hijos no tiene cura”, analiza la experta en recursos humanos.

Los especialistas hablan de una nueva maternidad que plantea, en cierta forma, un retorno a lo primitivo. Estas corrientes proponen respetar el deseo instintivo de la mujer de proteger a su cría. Se valoran, entre otras cosas, el contacto físico, el colecho y la teta a libre demanda.

“Todo está cambiando. También se valora más la participación comprometida de los hombres en la crianza de los hijos. Para la mujer, la maternidad es también un camino elegido para la realización personal. Queda pendiente que también se sume a esta evolución el mercado laboral. ¿Cómo? con mayor flexibilidad”, propone Mecozzi. Para ella, no hay fórmulas exactas ni ideales de ser madre, esposa y profesional al mismo tiempo. Está en cada una sincerarse, escuchar el corazón y encontrar el equilibrio.

Natalia dejó las salas de cirugía y ahora está todo el día con su pequeña

Los mensajes nunca eran suficientes. No importaba cuántas veces llamara a casa. El vacío se sentía igual. Y cada vez era más grande. Natalia Domijan lo pensó una y otra vez. Hasta que se decidió: abandonó su trabajo como instrumentadora quirúrgica para quedarse en casa junto a su pequeña Araceli, de cuatro años. “Ella nunca reclamó que quería a su mamá aquí. Yo me sentía mal y no podía manejar la culpa. Todos los días tenía que traerle un regalito. Sufría un montón, por ejemplo, cuando se enfermaba y no me daban permiso para verla”, cuenta la mamá, de 34 años, que ahora está embarazada y disfruta minuto a minuto de ser mamá 100%. “Noto que nada es igual en su educación desde que me hago cargo de todo”, dice. No obstante confiesa que cuando sus hijas sean más grandes tal vez vuelva a los quirófanos.

Perfil de la madre de hoy

La mayoría trabaja.- En los ‘80 el 37% de las mujeres con hijos tenía un trabajo remunerado. Hoy lo tiene el 60%. Además, ellas aportan en promedio la mitad (el 49%) del ingreso total de los hogares argentinos. Aún así persisten las desigualdades entre hombres y mujeres respecto del cuidado familiar y de las labores en el hogar, según estudios del Observatorio de la Maternidad. Asimismo, las mujeres limitan su tiempo de descanso y esto repercute en su salud y en su calidad de vida.

El primero.- Las mamás argentinas tienen en promedio su primer hijo a los 24 años (En Tucumán, es a los 23 años). No obstante la aguja se va desplazando hacia los 30. En 2012, el 47% de los nacidos tuvo una madre de entre 20 y 29 años y el 33% entre 30 y 39 años. Las primerizas a los 40 años son el 3,2%. El último hijo, en promedio, llega a los 37 años.

Dos hijos por mamá.- En 1970, el promedio de hijos por cada mujer era 3,2. En 1980: 3,4. En 1990: 3. Y en 2001 bajó a 2,3. En la actualidad es de dos niños por madre, según el Indec. El dato cambia según la geografía: mientras que en Buenos Aires cada mamá tiene 1,9 hijo, en el NOA tiene 2,5 hijos.

Casadas y solteras.- Según datos de la Dirección de Estadísticas y Censos, las tucumanas se casan, en gran parte, entre los 25 y los 30 años. Hasta 2004 la mayoría de las mamás tenía entre 15 y 24 años (43%); ahora la mayoría tiene entre 25 y 34 años (45,5%). Casi la mitad de las tucumanas tienen hijos sin casarse.



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