Los chistes que anda contando Manzur

Los chistes que anda contando Manzur

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Hay un chiste. Lo cuenta Juan Manzur y es sobre él mismo, lo cual denota cierto arrojo porque, como manifestara José Pablo Feinmann en sus Escritos imprudentes de la década pasada, los argentinos somos humorísticamente cobardes y hemos inventado los chistes de gallegos, que en realidad no hablan de ellos sino de nosotros, cosa que no tenemos las agallas de admitir.

El chiste de Manzur acerca de sí mismo, entonces, dice así: “yo no soy José Alperovich”. La humorada, claro está, reside en que Manzur lo dice serio, o cuanto menos con voz y con gesto serios, lo cual se torna sencillamente hilarante cuando, de fondo, se proyecta la última actuación de la Legislatura. Una sesión en la que el Estado fue una larga carcajada.

Despedida de la actual composición parlamentaria, en esa deliberación (calificarla peyorativamente, a estas alturas del alperovichismo, sería redundante) el oficialismo decidió bromear con la racionalidad, la razonabilidad y la coherencia como fuentes del Derecho. El resultado tal vez no les cause gracia a los tucumanos, lo cual sería lógico: lo que hicieron fue reírse en la cara de los ciudadanos.

El jueves, los parlamentarios que responden a la Casa de Gobierno establecieron que, para su primer año de gestión, el sucesor de Alperovich dispondrá del Presupuesto más multimillonario de la historia tucumana. En la misma sesión, esos mismos legisladores determinaron que el mismísimo Gobierno que nadará en un erario de abundancia no tendrá dinero para pagar lo que la Justicia dice que se les adeuda a los tucumanos. Qué gracioso, ¿verdad?

Uno de ricos

Por un lado, los oficialistas respaldaron que Manzur disponga el año que viene de 42.200 millones de pesos. Son 10.000 millones de pesos más que con los que el actual mandatario arrancó su último tramo.

No sólo es muchísimo dinero: ahí está comprendido, inclusive, un aumento salarial del orden del 25%, que es (un par de puntos menos, un par de puntos más) la pauta promedio que se viene dando en las paritarias. Por supuesto, esa previsión no está declarada (para que no sea el “piso” con que arranque la negociación con los estatales), sino “oculta” entre las más diversas cuentas, que luego son modificadas gracias a los “superpoderes” que la Legislatura transfiere al Ejecutivo, con gracioso antirrepublicanismo, mediante cada Ley de Presupuesto. Las mismas facultades discrecionales para hacer lo que se quiera con el dinero de los contribuyentes que Manzur (sí, el que aclara “no soy José Alperovich”) hereda de José Alperovich.

Lo de la plata “tapadita” no es una conjetura, sino un hecho, que se hace evidente todos los años, más o menos para esta época. Por caso, el mes pasado pudo verse aflorar los dineros públicos escondidos en el plan de ingresos y egresos de la Provincia. Fue cuando la Cámara amplió el Presupuesto 2015, para registrar el dineral “extra” que resultó de haber calculado que la inflación para todo este año iba a ser del 15,6%: como la suba de precios en la vida real desborda ese porcentaje payasesco, se recauda más de lo previsto por el IVA (en la Nación) y por Ingresos Brutos (ese impuesto decimonónico aún vigente en Tucumán).

Para no reconocer su política de subestimación de los recursos públicos, el oficialismo argumentó en la Legislatura que la ampliación presupuestaria era para afrontar el pago de sueldos del último trimestre, porque -dijeron- cuando se aprobó el Presupuesto 2015 (a fines de 2014) no estaba previsto el aumento de sueldos acordado durante el primer trimestre de este año. Si se quiere suponer por un momento que ese argumento era cierto, la suposición durará sólo ese momento: la ampliación fue de 2.000 millones de pesos, pero para afrontar el invocado pago de haberes se necesitan 3.500 millones de pesos. ¿Y la megamillonaria diferencia?

En realidad, todo es un chiste: la plata siempre estuvo, debidamente disimulada. El ensanchamiento presupuestario, entonces, no es ninguna incorporación de dinero, sino, en los hechos, una autorización para que el Poder Ejecutivo gaste 2.000 millones de pesos más de lo previsto. Y no en “bienes de capital”, que perduran y benefician a los tucumanos, sino en “gastos corrientes”, que se van para no volver, como promesa de campaña en tiempos de elecciones.

Uno de pobres

Si el alperovichismo pudo maniobrar así con 34.000 millones de pesos “finales”, ¿qué podrá hacer el manzurismo con 42.200 millones de pesos “de arranque”?

Por lo pronto, se sabe qué no va a hacer. No va a pagarles con moneda de curso legal a los tucumanos que han obtenido en la Justicia el reconocimiento de que el Estado les adeuda una reparación. A todos esos ciudadanos asfixiados por la presión fiscal, que estuvieron años pleiteando en Tribunales, ganando en una instancia y pasando a la siguiente en virtud de la máquina de apelar del Estado, van a seguir ofreciéndoles títulos de la deuda pública, amortizables en décadas. Títulos a cambio de los cuales, en caso de urgencia, se puede obtener un 20% de su valor nominal si hay que reventarlos en una “cueva”.

¿Por qué no va a pagar el próximo y multimillonario Gobierno lo que adeuda a sus gobernados? Porque no quiere. La deuda pública tucumana auditada por la Nación es hoy de 3.700 millones de pesos: menos del 9% del Presupuesto 2016 aprobado el jueves. Y cuando en septiembre de 2016 lo amplíen, el porcentaje va a ser todavía menor.

El dato, por cierto, no radica en el hecho de que medio gobierno manzurista transcurrirá bajo el imperio de la emergencia económica que reinó durante los 12 años de la actual gestión.

El dato, más bien, surge de lo que no aconteció. Según filtra el riñón alperovichista, Manzur (sí, el que aclara “no soy José Alperovich”) habría propuesto originalmente que el jueves, en la Legislatura, la emergencia económica fuera prorrogada por cuatro años, en un solo acto. Es decir, que todo su Gobierno se desenvolviera en ese estado de excepción, igual que en las gestiones de Alperovich. Sí, el mismo Alperovich del que Manzur tanto se diferencia en el discurso.

Uno de “no es lo mismo”

Parece por estas horas que esta cuestión de no pagar lo que se debe, en el manzurismo, también se aplica al terreno político. Si Alperovich, ayer, salió a reclamar la presidencia del Concejo Deliberante capitalino para algún edil alperovichista es porque está buscando algún premio consuelo para los parlamentarios de su espacio (de licencia o en ejercicio) que aspiraban (legítimamente, o no) a un lugar en el Gobierno provincial que les evitara descender al ámbito municipal. No será lo mismo para Armando Cortalezzi conducir la Caja Popular de Ahorros que ser concejal. Tampoco para la secretaria general de la Gobernación, Carolina Vargas Aignasse; ni para el legislador Dante Loza. Sin embargo, como se avisó aquí hace algunas semanas, en el manzurismo ya advertían que los electos en cargos legislativos que se probaban sacos para despachos ejecutivos se estaban equivocando de prenda...

Pero, por estas horas, hay un rumor que petrifica al que lo oye en los altos despachos de 25 de Mayo y San Martín. La especie pretende que el gobernador saliente le habría formulado una única solicitud al mandatario entrante. Le habría “pedido” por el único alperovichista de la primera hora que aún está en funciones: el Ministerio del Interior para el senador Sergio Mansilla. Y Manzur habría dicho “no”. Palabra que Alperovich, seguramente, hace más de una década que no escuchaba... Peor aún, el “no” habría tenido un soberbio predicado: “no, porque está muy vinculado a esta gestión”, le habría contestado al gobernador, quien es su vicegobernador desde hace ocho años. Manzur, parece, no para ni un instante de contar chistes…

Por supuesto que Mansilla va a seguir activo, con o sin cargo: ha sido operador por dentro y por fuera de la estructura de la Casa de Gobierno y, si Alperovich es electo senador, va a seguir actuando desde la Cámara Alta durante el tiempo en que no esté monitoreando la intendencia de Aguilares, que manejará su esposa, Elia Fernández. Pero el oficialismo con fecha de caducidad el 29 de octubre luce como si no comprendiera el sentido del humor de Manzur. A pesar de que Manzur (sí, el que dijo “no soy José Alperovich”) parece estar haciendo con Alperovich lo mismo que Alperovich supo practicar con Julio Miranda.

Uno de gallegos

En el contexto de esa misma gracia se inscribe la primera interna del Gobierno no nato. La intención de consagrar al tesorero de la Legislatura, Claudio Pérez, como secretario parlamentario en reemplazo del manzurista Juan Antonio Ruiz Olivares, quien asumirá como legislador, ha hecho crujir la transición oficialista. La maniobra aún fallida (la movida fracasó el jueves) es atribuida a Ruiz Olivares en el Poder Legislativo, donde él acaba de perder aliados en la burocracia. Es más, dentro de Acción Regional ya se abrió una grieta onerosa para el “Gallego”. Pero en la Casa de Gobierno, la lectura es otra. Ahí adentro asumieron temprano (porque ahí adentro nadie supone nada) que detrás de todo estaba el propio Manzur. Ayer, su participación en la reunión que Ruiz Olivares organizó en el salón de fiestas Terrazas de San José, en Yerba Buena, fue para el alperovichismo una mera confirmación.

A pesar de ello, según afirman en el palacio, a Osvaldo Jaldo (el vicegobernador electo que tronchó la intentona de que le designaran el secretario parlamentario antes de asumir) el manzurismo le contaba el chiste de que “todo” corría por cuenta y orden del monterizo. Sostienen, también, que el tranqueño jamás sonrió con el cuento…

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