La pena de muerte y la reinserción social del preso

La pena de muerte y la reinserción social del preso

Es una suerte del tristemente famoso “ojo por ojo, diente por diente”, una expresión de la violencia que se busca justificar bajo el ropaje de justicia. Es una medida extrema que se trata de revertir desde hace varias décadas porque tiene que ver esencialmente con la condición humana. Desde 2003, todos los 10 de octubre se conmemora el Día Mundial contra la Pena de Muerte, una oportunidad para llamar la atención sobre la negación más extrema de los derechos humanos, como señaló en una ocasión Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte.

Amnistía Internacional que trabaja desde 1977 en este objetivo, señaló que prosigue una tendencia abolicionista de esta decisión extrema, pese la resistencia de varios países. Informó que en la actualidad, más de 140 países, dos tercios de todos los del mundo, se oponen a la pena de muerte y cada año más países renuncian a ejecutar. “Los países que aplican la pena capital se han reducido en más de un tercio en comparación con la cifra de hace 10 años. En aquel momento, se registraron ejecuciones en 31 países, frente a los 23 de 2010 y los 20 de este último año”, indicó el organismo mundial.

Durante su reciente discurso en el Congreso de los Estados Unidos, país que mantiene la pena de muerte, el papa Francisco afirmó: “cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse de la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito”.

En marzo pasado, el Pontífice afirmó que la pena de muerte era inadmisible, por más grave hubiese sido el delito del condenado. “Es una ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa, e impide cumplir con cualquier finalidad justa de las penas. No hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza... Para un Estado de derecho, la pena de muerte representa un fracaso, porque lo obliga a matar en nombre de la justicia. Nunca se alcanzará la justicia dando muerte a un ser humano”.

Francisco agregó que se le niega al condenado la posibilidad de la reparación o enmienda del daño causado, así como la posibilidad de la confesión, por la que el hombre expresa su conversión interior. “Es, además, un recurso frecuente al que echan mano algunos regímenes totalitarios y grupos de fanáticos, para el exterminio de disidentes políticos, de minorías, y de todo sujeto etiquetado como ‘peligroso’ o que puede ser percibido como una amenaza para su poder o para la consecución de sus fines’’, afirmó.

En nuestro país no existe la pena de muerte. En agosto de 2008 se derogó el Código de Justicia Militar, que contemplaba la pena capital para delitos militares. De manera que se debe poner especial énfasis en la rehabilitación de quien ha cometido un delito, a partir de la educación. La reincidencia es importante en aquellos cuando salen en libertad tras cumplir su condena. Si purgan su pena en cárceles que se hallan en penosas condiciones, donde circula además la droga, difícilmente pueda reinsertarse luego a la comunidad. En 2010, el entonces presidente uruguayo José Mujica, que pasó 13 años en la cárcel, anunció un plan de construcción de viviendas, en el que los principales obreros serían los presidiarios. “Quiero que todos los presos hagan algo para solucionar el problema de la vivienda y de yapa el de hacinamiento... Es una manera de que los delincuentes encarcelados dejen de estar amontonados como piojos en costura”, afirmó.

El incremento de la delincuencia y la inseguridad, la cárcel y las celdas de comisarías colmadas y la ineficacia para cumplir con la misión de rehabilitar al convicto, está mostrando que algo no se está haciendo bien. Sería necesario un debate serio, en el que participaran los sectores de la Justicia, la educación, la cultura, el deporte, la seguridad y la salud mental, para que de allí surgiera una política de Estado. “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, aconsejaba Albert Einstein.

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