Contra-conquistas

Contra-conquistas

Mañana se cumple un nuevo aniversario del descubrimiento de América. La fecha nos ofrece una buena excusa para abordar tres obras argentinas que enfocan el tema invirtiendo la dirección del descubrimiento, de este a oeste. Federico Andahazi, Agustín Cuzzani y Mauricio Kagel, desde tres géneros distintos, nos invitan a repensar ese momento bisagra entre la Edad Media y la Edad Moderna

ÓLEO SOBRE LIENZO. El artista John Vanderlyn pintó el desembarco de Cristóbal Colón en una playa en las Indias occidentales, una obra de 1846. ÓLEO SOBRE LIENZO. El artista John Vanderlyn pintó el desembarco de Cristóbal Colón en una playa en las Indias occidentales, una obra de 1846.
11 Octubre 2015

Por Eugenia Flores de Molinillo - Para LA GACETA . Tucumán

Enorme, maravilloso mural. David Alfaro Siqueiros, La apoteosis de Cuauhtémoc. Palacio de las Bellas Artes de México D.F.: Cuauhtémoc, triunfante, luce armadura de conquistador español. ¿Se trata de una aculturación consentida, el sueño del conquistado de posar como conquistador, despreciando quizás sus raíces? ¿Juega el artista con una historia de roles cambiados? ¿Venganza del conquistado, soñando lo imposible? ¿Revancha del nativo por su secular ausencia en la producción artística colonial, pese a haber contribuido a ella como mano de obra?

La idea de Siqueiros se aclara al observar el mural que lo acompaña en el recinto: El suplicio de Cuhautémoc muestra al último emperador azteca cruelmente torturado por los españoles. El triunfo de Cortés, sugeriría el artista, es solo político. El de Cuhautémoc, en cambio, es moral, y la armadura es su premio: conquistó, pues, a la historia de su tierra, gesto que alude a la ruptura histórica que afectó a quienes vivieron allí y a la estirpe que reafirma la identidad perdida. La pintura registra la actitud desafiante, el contradiscurso ante la experiencia de ser “el colonizado”.

Descubrimiento y cubrimiento

La literatura también lo ha hecho. Hay otras imágenes, no pictóricas, sino literarias, vinculadas con el viaje de Colón, que fuera tanto un des-cubrimiento, desde la mirada europea, como un cubrimiento: las crónicas no fueron siempre objetivas, entre quemas de códices diabólicos y fina orfebrería reducida a lingotes. Curiosamente, tres textos argentinos invierten el relato del descubrimiento de modo similar: cuentan de nativos del continente que luego se llamaría América que hacen un viaje de descubrimiento… ¡a Europa! Comencemos cronológicamente. Una pieza teatral: Los indios estaban cabreros, de Agustín Cuzzani (1924-1987), estrenada en 1958. Cuzzani concibe la obra dentro de un género creado y definido por él: la farsátira, que presenta una situación intencionalmente exagerada, casi absurda, desarrollada en un contexto realista. De la colisión entre ambos emergen el humor y el suspenso.

Imperio Azteca. El tirano, Axayaca, a quien nunca vemos, exige veneración y obediencia absoluta por parte de sus súbditos. La obra, posterior a la caída del primer gobierno de Perón, puede hablar libremente de dictadura. Un príncipe revolucionario, Tupá, huirá hacia el Este para presentar su queja a su dios, el Sol, y pedir su gracia, junto a un alegre mendigo y un vivaz, curioso joven. Llegan a España por accidente, tal como Colón llegara a América en la realidad. Y descubren que, pese a algunas ventajas del progreso, también hay allí totalitarismo, injusticia y persecución.

La “farsátira” de Cuzzani combina el absurdo más hilarante con atinadas observaciones sociohistóricas. El absurdo, basado en la negación de la lógica, o más bien en el uso de la lógica disfrazada de sofisma, surge cuando los protagonistas, atrapados en las redes de pescadores españoles; son declarados pescados y comparecen ante la Inquisición en una lata de sardinas. Y surge el toque cómico: comparten la prisión con dos sabios moros, un estudioso judío y otros. Hoy serían “presos políticos”:

TUPÁ.- Somos solo hombres que venimos desde más allá del Mar donde el Sol se pone, a muchos, muchos días de navegación desde aquí.

DON CIRO.- ¡Atlantes!

DON LOPE.- ¡Eólidas!

AB EL IRCUM.- ¡Túlidas!

ABNIB BEN BENIB.- ¡Americanos!

TODOS.- ¿Americanos? ¿Qué es eso?

ABNIB BEN BENIB.- Americanos, habitantes de un continente que está después de cruzar el océano hacia el poniente. … Se llaman americanos del italiano “amare i cani” porque dice la leyenda que esas gentes están obligadas a amar a los tiránicos, despóticos perros que abundan en esas regiones. ¡Leed mi Enciclopedia! (44-45)

Otra obra, otro género. Mare Nostrum (1975), de Mauricio Kagel (1931-2008), músico argentino que vivió sus últimos años en Alemania. Ópera experimental, desarrolla con gran ironía la conquista de Europa por nativos de la Amazonia. El abordaje al tema no es mimético, sino transmitido por el diálogo entre dos personajes: un Barítono, que es también Narrador, representa a los conquistadores, y un Contratenor personifica a los pueblos sometidos. La ópera se sostiene con el diálogo entre los dos hombres sobre el viaje de sus antepasados por el Mediterráneo, el “Mare Nostrum” de los romanos. El subtítulo de la ópera resume el argumento: Descubrimiento, pacificación y conversión de los pueblos del Mediterráneo por una tribu del Amazonas.

Mare Nostrum crea ambigüedades que hacen de la acción un juego de espejos deformantes, pero la tesis es clara: la génesis del proceso de colonización se lee como origen de conflictos que llevan a un inevitable derramamiento de sangre.

Similitudes

Federico Andahazi (1958) gana el Premio Planeta 2006 con El conquistador, novela cuya diégesis también revierte la conquista dentro de un marco narrativo convencional. El protagonista es un huérfano mexica que no solo “descubre” Europa sino que completa la primera circumnavegación del globo. Quetza es un azteca inteligente, imaginativo y valiente, y se enfrenta con el Sacerdote Supremo, el necesario antagonista, de quien huye por el Atlántico. Pronto el bildungsroman se torna novela de aventuras, parodiando el viaje de Colón. Como el genovés, Quetza enfrenta un motín, y su arrodillarse al llegar a la costa de España y comunicar a un nativo que ahora es súbdito del Emperador azteca parodia la llegada de Colón a su isla caribeña.

Andahazi subvierte la amable idea del “encuentro de culturas” al mostrar a los europeos como “nativos” cuyas costumbres no difieren mucho de las que Quetza conoce: asesinatos en nombre de la divinidad, ambición, deslealtad, hipocresía y otros productos demasiado humanos. Quetza critica que los nativos cambiaran su nombre al de “César”, pero él también rebautiza ese Nuevo Mundo como Tochtlan. Cambiar nombres, emblemático gesto colonialista. El héroe advierte la necesidad de conquistar Europa antes de que los europeos invadan Occidente: Colón anda allí, fatigando corredores en busca del favor real.

Andahazi domina una interesante enciclopedia sobre Centroamérica y la usa con entusiasmo didáctico, si bien su voz narrativa no siempre atrapa al lector. Quetza fracasa. Como Marco Polo, será tomado por loco: tal viaje es imposible.

Los herederos de Agustín Cuzzani acusaron a Andahazi de plagio. El autor de El conquistador expresó que “no se puede plagiar lo que no se conoce”. La idea de su novela, declaró, partió de un mural de Diego Rivera en el que un bote precolombino avanza con su proa hacia el Este. Andahazi ganó el pleito. Las ventas aumentaron.

Muchos autores abordaron el viaje de Colón con variadas ópticas: Alejo Carpentier; Augusto Roa Bastos, José Rodolfo Mendoza, Abel Posse, Carlos Fuentes, entre otros. Hasta Mel Gibson, con su film Apocalypto (2006) nos contó una historia precolombina de sufrimiento y coraje con un final al parecer feliz de libertad y unión familiar, mientras tres naves van llegando a la playa bajo el sol del Caribe.

Desconozco obras que aborden el tema invirtiendo la dirección del descubrimiento, de este a oeste, salvo las tres que he comentado. Y son argentinas. ¿Acaso un larvado deseo de “borrón y cuenta nueva”? ¿Una moda que abarca el medio siglo previo al 5º centenario? No lo sé. Lo cierto es que la idea detrás de estas tres obras coincide con el epígrafe que Mel Gibson eligió para su película, un pensamiento del historiador Will Durant: “Ninguna gran civilización es conquistada desde afuera mientras no se haya destruido a sí misma desde adentro”.

(c) LA GACETA

Eugenia Flores de Molinillo - Escritora, ex profesora de Literatura de los EE.UU. de la UNT.

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