Las claves gourmet para entrenar el paladar

Las claves gourmet para entrenar el paladar

CENTRO DE ATENCIÓN. En el patio central de la feria Abasto Gourmet, Borja Blázquez enseñaba a los presentes cómo hacer el típico arroz español. LA GACETA/ FOTOS DE FLORENCIA ZURITA. CENTRO DE ATENCIÓN. En el patio central de la feria Abasto Gourmet, Borja Blázquez enseñaba a los presentes cómo hacer el típico arroz español. LA GACETA/ FOTOS DE FLORENCIA ZURITA.
La clave es animarse ¿A qué? A comer cosas diferentes o fuera de lo común; a mezclar texturas; a probar tres veces un plato, porque en la tercera oportunidad se suelen aceptar nuevos sabores; a comprar productos frescos (¿sabías que en Tucumán se producen hongos?); a usar el sentido común para reemplazar elementos y no quedarnos con las ganas de probar algo porque nos olvidamos de comprar un ingrediente clave para la receta... Estos son sólo cinco consejos para empezar a entrenar el paladar en el mundo gourmet. Y como anillo al dedo están las ferias gastronómicas. Tucumán tiene la suya: hasta el lunes se realiza la segunda edición de Abasto Gourmet, en el hotel Hilton Garden Inn.

Tanto éxito tienen estos espacios en todo el país, que en Buenos Aires se multiplicaron de a montones: ya existen Masticar, El Día del Gourmet, Bocas Abiertas, Buenos Aires Food Week, entre muchas otras dedicadas a esas personas que entienden lo que aportan al plato los productos de calidad y que conocen las tendencias mundiales. Desde los 80, a esos expertos domésticos de las artes culinarias se los llama foodies ¿Pero cómo se le saca el jugo a estos espacios?

Sobre un tablón de madera y arpillera se exhiben unos frascos con aceitunas enormes de un verde reluciente. Si uno se acerca a la etiqueta nota que hay impresa otra invitación: “son 100% orgánicas”. Detrás del mostrador está Gustavo Ovidio Giménez, que atiende el stand de productos cordobeses derivados del olivo y asegura que saber comer es como saber cuidar un auto: “si le ponés nafta común, aceite de baja calidad y no lo cuidás, se terminará fundiendo o te van a salir caros los arreglos”. Y compara los productos orgánicos con las naftas premium.

Luciano Vallejo, chef y organizador de la feria tucumana, cree que al paladar hay que aleccionarlo: “deben animarse a probar sabores poco acostumbrados. Y lo tienen que hacer unas tres veces, porque a la tercera vez de probar algo los sabores empiezan a adquirirse. Si podemos adquirir nuevos sabores, ¿por qué parar donde uno está? Sigamos abriendo la cabeza”, propone. Después ofrece una receta para aprovechar mejor la feria: “vení con amigos o con tu familia, escuchá buena música en vivo (el jueves tocó una banda de jazz), anotá algunos secretos de cocina de las clases magistrales (cada noche hay charlas en el teatro del hotel), comé rico y comprá en el market productos para seguir comiendo rico en tu casa, hablá con los productores para que te cuenten qué hacer con lo que vas a llevar y, de paso, conocé nuevos restaurantes de Tucumán para agregar a tu lista de salidas. Así sumamos entre todos un círculo virtuoso del buen comer”.

Borja Blázquez, ese cocinero español que cautiva en la televisión por su cocina sencilla, estuvo el jueves en el Abasto brindando una clase de cocina al are libre y también posando para las innumerables selfies que le pedían las mujeres. Sí, una celebrity de las sartenes. Pero Borja resaltó que un buen cocinero debe tener la humildad de reconocer que la estrella siempre es el producto.

-¿Esos productos estrella los encontramos en la alacena argentina?

- La alacena argentina tiene de todo para que un plato sorprenda. Hay que valorar eso y hay que aprender a experimentar con lo que uno tiene. Eso es saber cocinar, saber comer.

Aprendiendo lecciones, María Salinas y Lorena Vergara probaban por primera vez el sabor de un vinagre de higo tucumano. A unos pasos, Darío Diez explicaba a María Gramajo cómo se cultivan en Tucumán hongos shitake y champiñones. María ya se los imaginaba en ensaladas de hojas verdes o en un risotto cremoso. Sisi Brunet y Marella Pérez López invitaban a probar sabrosos snacks de frutas disecadas y contaban la historia de Mamberto, un jujeño que en el pie de un cerro cultiva los cayotes que ahora ellas acercan a los tucumanos. Sofía D’Atri, detrás de su producción de panes y macarrones, se enorgullecía de ofrecer productos sin conservantes, y alababa la cocina consciente: “significa comer variado, comprar productos lo menos sintéticos posible y comer lo que comerías en tu casa, pero sin obsesionarse”.

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