Figuras, manchas y geometrías ganan espacio en el Timoteo Navarro

Figuras, manchas y geometrías ganan espacio en el Timoteo Navarro

Con la exposición de las obras que compitieron en la convocatoria de pintura el Museo cierra la temporada. Hay distintos recorridos y los espectadores pueden votar por sus trabajos favoritos.

“SEMILLERO VII”. La pintura, con mención, pertenece a Damián Caro. “SEMILLERO VII”. La pintura, con mención, pertenece a Damián Caro.
El Salón de Tucumán para el Ámbito Nacional, centrado en Pintura, puede recorrerse de diferentes maneras: a partir de la sala central, donde se ubican los premios; tomando el camino por la derecha o, en base a los contrastes, observando aquellos trabajos que parecen decididamente opuestos, ubicados en corrientes estéticas distintas.

Desde ya, debe anticiparse que no se encontrarán propuestas innovadoras o arriesgadas; aunque sí una decena, al menos, de pinturas técnicamente muy bien realizadas.

Como se señaló en otra oportunidad, la participación de envíos de otras ciudades fue bastante importante.

Un recorrido

De “Al final de todo es ego” al “Autorretrato de primavera”; de un fuerte e impactante planteo de Mané Guantay, en la que la obra parece hablar del propio artista, a la fresca pintura de Virginia Serrano, que con alegres colores y en tono pop se presenta autorreferencial por donde se la vea. ¿Dos líneas de trabajo opuestos? Tal vez, pero hay un denominador común: los rostros no aparecen. En el trabajo de Guantay, la mujer está pintada de atrás, sentada, tensa, ocultando su cara; en el de Serrano, como si se tratara de una imagen fotográfica, desde arriba sólo se ven las piernas y los pies de una joven. Ambas, igualmente, hablan de los propios artistas creadores, aunque en un caso, quizá, acentuando un tono crítico.

Las pinturas mencionadas están ubicadas en una línea diagonal de 30 metros de distancia. Y luego de precisar esta distancia física y artística, el espectador puede tomar el camino que desee.

En el salón no hay una tendencia dominante: hay tanta obra abstracta como figurativa. Y hasta esas manchas sugerentes, indefinidas, marcadas con debilidad, en la obra premiada de Valeria Maggi.

Los espectadores se encontrarán con 64 pinturas seleccionadas e incluso podrán votar a su favorita, puesto que en un muro se instalaron reproducciones de los trabajos, al lado de cada cual el público puede anotar una raya con un lápiz rojo. Hhasta el sábado, “Horacio y señora”, de Juan Manuel López Jordán, era la más votada.

Para ver

Hay obras que no pueden dejarse de ver: “Semillero VII”, de Damián Caro, con la que hay que tomar alguna distancia para poder observar (e identificar) las figuras que contiene; “Salté a vos”, de Rubén Kempa, toda una marca registrada ya en la factura de una obra; “Piedra libre para Belgrano”, de Marcelo Lazarte; “La enamorada del muro”, de Marisa Rossini; “El cazador”, de Belén Aguirre; los autorretratos de Rolo Juárez y una trabajada ola (de Sandro Pereira y Larry Maximiliano Chávez), que es una cita del japonés Hokusai, transformada ya en un popular emoticon de WhatsApp. Además, claro está, de las ya mencionadas de Guantay, Serrano y Maggi, entre otras.

Y a la hora de los recorridos es escala obligada el primer premio, “La cabra”, de Julieta Barderi, que recuerda mucho al movimiento de la Transvanguardia italiana, de la llamada “mala pintura” de la década del 80.

Curiosamente, hay gran cantidad de pinturas abstractas, pero prácticamente todas son oriundas de otras provincias, como las geometrías de Verónica di Toro (obtuvo el segundo premio), de Kevin Sánchez (Capital Federal), de Alberto Bonus (Entre Ríos) o de Guillermo Córdoba (Córdoba). Entre ellas, el trazado de líneas, con predominio curvas, números y diagramas de fondo, resaltan en el acrílico de la cordobesa Claudia Perrota.

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