Sirve para sanar

Sirve para sanar

El padre Quevedo, director del Cottolengo, destacó el espíritu de la prueba

A FONDO. Los atletas federados, escoltados por las bicicletas y patinadores, salen a toda velocidad. Al fondo, los amateurs parten sin presiones hacia la zona del parque 9 de Julio. La recta de avenida Sarmiento es la antesala del ascenso al puente. LA GACETA / FOTO DE JOSÉ NUNO A FONDO. Los atletas federados, escoltados por las bicicletas y patinadores, salen a toda velocidad. Al fondo, los amateurs parten sin presiones hacia la zona del parque 9 de Julio. La recta de avenida Sarmiento es la antesala del ascenso al puente. LA GACETA / FOTO DE JOSÉ NUNO
La Maratón Don Orione posee una tradición: el éxito la acompaña desde hace 21 años y siempre va en ascenso. La cifra remite a una constancia que la convirtió en una prueba que los tucumanos apuntan en su agenda apenas la fecha queda confirmada. Se sabe que el deporte y la solidaridad se unirán indefectiblemente una vez al año gracias al Pequeño Cottolengo Don Orione y su incansable Comisión de Damas.

La tradicional maratón tuvo este año un toque especial. Así lo sintió el padre Aníbal Quevedo, director de la institución, que reflexionó sobre lo vivido. La noche ya se había apoderado del parque 9 de Julio, punto de llegada luego de la largada en plazoleta Mitre, lo que marcaba el fin de la jornada. “En este tiempo los tucumanos hemos sido noticia a nivel nacional de la peor manera. Pasaron cosas que en verdad nos duelen en el corazón”, detalló Quevedo en referencia a las elecciones de agosto.

“La fiesta de la maratón nos ayuda a sanar parte de esas heridas”, celebró el padre.

Y agregó: “Acá había gente católica y no católica, seguramente partidaria de tanta oferta política, pero cuando hay una oferta válida, fraterna y caritativa, vemos que colabora y contribuye; estas son las cosas que hacen bien al corazón de nuestra sociedad”, remarcó el padre.

Hubo pruebas de ese mimo, vía deporte, que el corazón recibió. Quizás, sin tenerlo en cuenta, los tucumanos recibieron esa sanación a la que hace referencia el religioso en una tarde fría, más acorde al otoño que a la primavera que se transita.

Miles de tucumanos cantaban, aplaudían y gritaban. No había reclamos, sino ganas de mostrar alegría. Y porqué no, creatividad con lo que uno sabe hacer. Ese fue el caso de un grupo de chicos que, desde Alderetes, llegó a la plazoleta pedaleando en bicicletas construidas por Víctor Acosta y Alexis Molina.

Llamativas

“La idea era que sea lo más baja posible. Lo más llamativo es que atrás tiene mucha llanta y está más ensanchada que la bici normal”, describió Víctor. El joven de 17 años puede ser calificado como el cerebro del grupo porque es el que soldó, armó y diseñó a “Robando miradas”, como bautizó a su bicicleta. “Yo le ayudé con la pintura. Viendo las motos estilo choperas, quisimos hacer lo mismo, pero en las bicis”, aportó Molina que por primera vez participaba en la maratón.

La primera vez

También por primera vez se sumó Gonzalo Morales y se notaba. “No soy muy amigo del deporte”, reconoció. No podía engañar a nadie con el calzado que portaba. Si bien el salteño no corría, sus pies al final de caminar las 20 cuadras que tenía el recorrido, deben haber estado algo doloridos. Es que el hombre de 37 años usaba unas elegantes alpargatas. “Con tal de participar, vale hacer la maratón con cualquier calzado”, dijo entre risas acompañado de su señora Gabriela, su suegra Ester y su cuñada Laura.

Es Gabriela la que aportó un dato muy particular. “Vivimos desde siempre en la plazoleta Mitre y nunca habíamos participado”, reveló la dama que ya se apuntaba sin dudar para la edición 22 de la exitosa prueba deportiva-solidaria.

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