Un día con el “Pulguita”

Un día con el “Pulguita”

LG Deportiva visitó la casa del goleador Luis Rodríguez, quien abrió las puertas de su intimidad. Video.

TODOS FELICES. Paola, Luis y el pequeño Bautista, de 10 meses, sonríen para la foto. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll TODOS FELICES. Paola, Luis y el pequeño Bautista, de 10 meses, sonríen para la foto. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll
03 Octubre 2015
Lo elegimos porque fue el más votado por los fanáticos que conformaron el equipo ideal de Atlético, por medio de una encuesta de LA GACETA.com. Hay tres momentos de la entrevista con Luis Miguel Rodríguez que describen perfectamente su día a día, su cotidianidad:

La pelota

El ídolo de Atlético recibe a LG Deportiva en la puerta de su casa en Simoca, casi pegada a la ruta 157. Adentro esperan Paola Velárdez, su esposa, y Bautista, de 10 meses. Papá e hijo parecen vivir un idilio, de esos simbióticos: no sólo no pueden despegarse, sino que ambos han adoptado costumbres del otro a lo largo de estos 10 meses de “Bauti”.

El máximo goleador activo del “decano”, con 96 goles, pasa tardes enteras viendo dibujitos animados en el living de su casa. Allí mismo, en esa sala, el 24 de enero de 2013 le dijo sí a un Juez de Paz y a Paola, casándose por civil y tomando una de las decisiones más adultas de su vida, según sus palabras. Dos años después, ese lugar de la casa está reservado para dar rienda suelta a dos niños: el que “Pulguita” lleva adentro y Bautista, cuyas manos están tatuadas junto a una pelota en la pantorrilla derecha de su padre.

“Generalmente nos despierta él a las 8, 8.15. Lo hago jugar un poco y ver la televisión mientras desayunamos”, cuenta Luis. Dormir hasta tarde cuando no tiene entrenamiento es una de las cosas que resignó sin chistar.

Pero el jugador no es el único que se mimetizó. Bautista aún no puede articular palabras, pero ya sabe patear una pelota. En realidad, es lo único que hace. “Lo único que lo entretienen son las pelotas”, confirma Rodríguez. De hecho, Bautista persigue cualquier esférico que ruede por la casa, como si estuviera imantado. Y cuando se encuentra con uno, lo patea. Tal como hace el padre desde hace tiempo.

La imagen que resumirá todo es el balón (firmado por todos sus compañeros) que se llevó a su casa -literalmente- y con el que le anotó tres goles a Guaraní. Es otro tesoro que está en el corralito de su hijo, junto a otros juguetes. Rodeada de minions, osos de peluche y otras pelotas más pequeñas de plástico, la Argentum 2015 se abre paso con el trajín propio de una pelota que se utilizó para un partido oficial de B Nacional.

La puerta abierta

La alarma de un auto interrumpe la charla -casi sobre el final- por única vez. “No pasa nada, tranquilos”, calma a todos el goleador. “Acá no pasa nada. ¿Te fijaste que dejé la puerta abierta durante toda la entrevista?”, advierte Rodríguez.

Es cierto: las dos puertas de su casa han estado abiertas de par en par durante los más de 40 minutos de la sesión que incluyó la entrevista, fotos y una filmación.

“Siempre supimos que Simoca es un lugar lindo y tranquilo para vivir. Si bien, como en todas partes tenés que tomar ciertas precauciones, se puede vivir en paz. Creemos (con Paola) que es un lugar para que nuestros hijos crezcan y caminen por la ciudad sin ningún problema”, explica la máxima esperanza de gol de un “decano” que está cerca de volver al fútbol de Primera. Seis fechas lo separan de la gloria.

Sin fotos ni autógrafos

La entrevista llega a su fin y Rodríguez sale a despedir a sus invitados a la calle. La gente pasa por la vereda y no se detiene a acosarlo, como sucede en la ciudad.

“Gracias a Dios, en Simoca soy un simoqueño más. Puedo caminar tranquilamente. No hay fotos ni autógrafos. Simplemente, me saludan por lo que soy, un vecino”, agradece “Pulguita”, quien no conoce otro lugar más para vivir que no sea la Capital del Sulky. También dispone de un departamento en el centro de San Miguel de Tucumán, pero sólo lo utiliza las noches anteriores a los entrenamientos matutinos. El trayecto no es eterno, pero los 40 o 50 minutos que le lleva el viaje desde su búnker (sin contar todo el tiempo que le insuma trasladarse a Ojo de Agua o al estadio) pueden ser traicionero.

Cuando LG Deportiva lo contactó para concretar la nota, el delantero fue claro: quería que fuera en Simoca. Donde nació, creció y se crió. Nada de departamento. Nada de ciudad. Simoca.

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