Si te hace calor, en el parque 9 de Julio se sienten 8,5º menos que en el centro

Si te hace calor, en el parque 9 de Julio se sienten 8,5º menos que en el centro

¿Por qué el aire ya no refresca la ciudad? El viento se frena a causa de los edificios. Eso impacta directamente en el aumento de la temperatura. Un estudio recomienda cambiar el Código de Planeamiento Urbano y exigir que los inmuebles en altura no estén pegados uno al lado del otro y que prevean espacios al aire libre. Sólo las grandes extensiones verdes mitigan el bochorno.

 ALGO DE VERDE EN MEDIO DEL CEMENTO. Desde una terraza de barrio Sur en la que hay diversas plantas se observa la muralla de edificios del centro. LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO ALGO DE VERDE EN MEDIO DEL CEMENTO. Desde una terraza de barrio Sur en la que hay diversas plantas se observa la muralla de edificios del centro. LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO

La primavera recién empieza. Lo dicen los árboles repletos de flores. Las mujeres con vestidos y anteojos grandes. Los niños con musculosas. Los hombres de corbatas desajustadas. El señor que vende gaseosas y helados, que bien sabe de qué va a hablarle un extraño: “Buen día, ¿con calor verdad?” En cualquier calle, cualquier día, la mitad de las conversaciones se refieren al clima. Y desde ahora hasta abril o mayo el centro de la ciudad parece estar siempre de mal humor. Al menos, claro, que refresque como ocurre estos días un tanto atípicos.


Lo que sorprende no es sólo que haga tanto calor en los meses de primavera y verano. Lo que sorprende es que el aire ya no refresca la ciudad esos días en los que nos cocinamos a fuego lento. ¿Qué está pasando? Es el calor del cemento -el de los edificios principalmente- el que está cambiando el comportamiento de los vientos y subiendo las marcas en el termómetro.

“Las construcciones en altura generan modificaciones en la circulación de vientos y por lo tanto repercuten en el poder refrigerante que tiene el aire sobre las personas”, explica Juan Minetti, director del Laboratorio Climatológico Sudamericano. Otro efecto notable se ve en las temperaturas mínimas nocturnas de la urbe: son cada vez más altas, precisa el experto.

El impresionante desarrollo urbano de la capital frena los vientos. Pero cuál es la alteración de esa velocidad es un dato que por ahora no se sabe ni se mide. Lo que sí se ha podido investigar es cómo aumenta cada vez más la diferencia térmica entre la zona céntrica y los alrededores.

La arquitecta Juliana Piorno Vicente realizó un estudio recientemente, en el cual hizo mediciones desde El Corte, en Yerba Buena, hasta la capital. De acuerdo con su trabajo, el crecimiento edilicio en la capital -que comenzó en 1990 y se intensificó en la última década- repercutió en las temperaturas. Estudios anteriores mostraban que la diferencia térmica urbana-rural era de 1°C a 3°C en promedio. Actualmente esta diferencia ronda los 5°C y es aún mayor entre la densa malla urbana y el parque 9 de Julio, donde se registraron diferencias de hasta 8,5°C.

Según la investigación, donde hay más edificios y estos están menos separados unos de otros, los registros térmicos son mayores. Otro dato que asombra: en los sectores de plazas y sus alrededores no baja la temperatura del aire; por ejemplo, en la plaza Independencia o en la Yrigoyen. Esto demuestra que sólo las grandes superficies verdes mitigan los calores intensos.

“Isla de calor”

“Cuando el cemento le gana por goleada al verde ocurre el efecto ‘isla de calor’, algo que claramente sufre nuestra ciudad”, explica Guillermo Gonzalo, docente de la UNT y especialista en acondicionamiento ambiental.

El fenómeno de “isla de calor” ocurre por varias razones: 1) falta de árboles 2) proliferación de materiales impermeables en edificios y de pavimentos que absorban el calor 3) falta de ventilación entre edificios (viento) 4) el calor que despiden los autos y los acondicionadores de aire.

“Cuando una ciudad crece caóticamente (sin tener en cuenta el aspecto ambiental) es común que haya pocos espacios verdes. El Código de Planeamiento Urbano de San Miguel de Tucumán está pensado para el auto y para la industria inmobiliaria. Pareciera que lo único que importa es que se construya lo más alto posible así la empresa privada tenga la máxima ganancia”, expresa Gonzalo.

Según el experto, la circulación de aire debería ser una preocupación primordial en el diseño de las ciudades. “El aire pasa por encima de los edificios altos, pero no se mete en los contrafrentes y centros de manzana. Hoy los vientos tampoco barren la contaminación, y estamos respirando cada vez más basura”, advierte.

Hay que preocuparse, dice Gonzalo. Y no olvidarse del cambio climático: 2015 va camino a ser el año más caluroso de la historia, de acuerdo con los registros globales de la agencia meteorológica de EEUU. La duda es: ¿se puede hacer algo o habrá que acostumbrarse a tener veranos cada vez más penosos?

Gonzalo propone revisar el código de planeamiento y que de ahora en más a los nuevos edificios se les permita construir más pisos siempre y cuando dejen espacios externos que tengan verde y que sean accesibles para la sociedad en general. “Nosotros ya presentamos un proyecto sobre esto. La idea es que los edificios cuenten con áreas donde la población pueda disfrutar de los pulmones de manzana como si estos fueran pequeños parquecitos. Esto también permitiría que el viento, que ahora se topa con verdaderos murallones -que son los edificios pegados uno al lado del otro- pueda pasar y ayudar a refrescar más la ciudad”, añade.

Claro que para esto habrá que revisar bien dónde sobreviven los pulmones de manzana. Conforme a la investigación de Piorno Vicente, las imágenes satelitales muestran que en el microcentro, la presencia de estos espacios es mínima. “La falta de control por parte de los organismos responsables se traduce en grandes superficies impermeables que reemplazan los pulmones de manzana”, precisó la arquitecta.

Exigir que los edificios tengan vegetación en las terrazas se asoma como la mejor opción para mitigar el calor en un sector que tiene 4,1% de espacios verde frente a un 95,9% de cemento. Y está vigente una ordenanza en ese sentido. Sin embargo son contados con los dedos de una mano los inmuebles cuyas azoteas se llenaron de macetas.

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1.242 edificios más en 25 años

En 1991 había 323 edificios en la ciudad. Actualmente, dentro de las cuatro avenidas hay 1.365 edificios, más otros 200 nuevos que están en construcción. La Municipalidad calcula que en promedio se levantan 80 torres al año en el centro. 

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